Con la regla hemos topao

Vamos a repasar una noticia de El País que data de 1988, momento en el que se amplió el permiso de maternidad de 14 a 16 semanas (que, por cierto, ahí nos quedamos ancladas, en 1988). Para ese entonces, la propuesta del PSOE tuvo en contra a Alianza Popular (la precuela del PP): "La aliancista Celia Villalobos se mostró contraria a la ampliación del descanso en dos semanas porque ello retraerá a los empresarios de cara a la contratación de las mujeres". Anabel Díaz informaba entonces que "los socialistas aceptaron la enmienda de Minoría Catalana, según la cual cuando exista un parto múltiple el descanso será de 18 semanas". Por su parte, el portavoz de aquel momento en Izquierda Unida "no consiguió que se garantizara a la mujer que pida excedencia por un período de tres años para cuidar a sus hijos y que pueda volver al mismo puesto que dejó". 

Es como si casi nada hubiera cambiado: PSOE propone algo progresista, pero sin pasarse tampoco, y sube dos semanas el permiso de maternidad. Minoría catalana pide y consigue que se aumente si en vez de una criatura vienen más. IU no consigue que se nos garantizara una excedencia de tres años para el cuidado y que pudiéramos volver al mismo puesto que dejamos. Y la -ahora pepera- Celia Villalobos estuvo en contra porque, básicamente, es como la historia del escorpión: está en su naturaleza y en la de su partido.

Pero, si nos fijamos, han cambiado cosas, sí: como que el ADN de Izquierda Unida ya no está, y se nota y duele la fagocitosis (que, por cierto, IU consiguió 7 años después, en 1995, que su propuesta sobre la excedencia se hiciera ley). También ha cambiado que el PP ya no está solo poniendo palos en las ruedas a un tímido progreso, de hecho, ni siquiera es que ahora esté su hermano menor, sino su primo mayor el matón, que le da miedo a incluso al propio PP. Lo que no ha cambiado, ni siquiera ha evolucionado, es el truco manido de la derecha (y ahora también la ultraderecha) de fingir estar en contra de propuestas que mejoran las vidas de las mujeres por nuestro "bien". En aquel caso, Celia Villalobos se oponía porque a ver si luego los empresarios (con O) no nos iban a contratar. Como si eso no fuera un problema político que atajar también precisamente desde la política. Obviamente, como política, sabía perfectamente que se pueden aplicar fórmulas para que esto no pase, pero es que en realidad no estaba interesada en defendernos a nosotras sino a la patronal. 

Hoy, 34 años después, treinta y cuatro años, las madres siguen con ese mismo permiso de maternidad. Muchas, muchísimas de esas madres, incluso nacieron años después de 1988 y, en muy pocos años, absolutamente todas las madres habrán nacido después de esa negociación. Deben sentirse como todas las que nacimos como súbditas de una familia real porque "eso ya se habló cuando tú no existías".

En pleno año 2022 vuelven las mismas excusas para otro derecho que puede facilitarnos la vida: la baja por reglas dolorosas. Y ya no solo es que haya más Villalobos que antes, es que ahora sus colmillos están más afilados, el odio que destilan hacen más irrespirable el ambiente y, para colmo, ponen en portada a mujeres que se venden como súper empoderadas, como ejemplos de mujeres modernas y hechas a sí mismas que hay que imitar. Ellas, las de los apellidos compuestos.

Ha sido un efecto colateral del feminismo: ahora son ellas las encargadas de oponerse a medidas que nos benefician a todas. Creen así (los cargos supremos de los partidos ultra, los que están por encima de ellas) que es un win que lo hagan ellas: ellos no necesitan mojarse y, además, creen que así se cargan de más razones: "Mirad, ¿eh?, que no lo decimos nosotros, sino ellas". Lo que es no haber entendido todavía de qué va el feminismo y confundirlo todo el rato con el mujerismo.

Es increíble que haya excusas no se hayan renovado ni un poquito, o lo que es peor, que no necesiten renovarlas. Medios conservadores escriben incluso editoriales casi con las palabras calcadas de Villalobos en el 88, como que esto: "no puede convertirse en un factor de discriminación para las mujeres". Y es más alarmante aún que, a veces, los detractores del progreso incluso ni necesiten dichas excusas porque se dedican a manipular la información, como Olona (Vox): "Como mujer me parece hasta insultante que me digan que una menstruación tiene que acarrear una baja laboral que por supuesto van a pagar los empresarios".  La patronal de nuevo como víctima, cuando saben perfectamente que las bajas no las pagarán las empresas sino la Seguridad Social desde el primer día de baja. 

Pero, bueno, un poco lo de siempre: que la realidad no te estropee una buena performance donde dejas claro qué opinas de tus propios votantes y de su nivel de entendimiento. Y, de camino, lo que opinas de las necesidades de la mitad de la población.

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