Lo que hay tras los tiroteos pero no puede ser nombrado

Imagen de la agencia ATLAS
Imagen de la agencia ATLAS

Washington Post describe al autor del tiroteo en Texas como un chico (acababa de cumplir los 18) que fue víctima de acoso escolar por sus dificultades en el habla y también por ser pobre. En gunviolencearchive.org llevan la cuenta de absolutamente todos los tiroteos en Estados Unidos (que son 213 en lo que va de 2022, y estamos en mayo). Todo menos un dato: el sexo de los verdugos.

Las estadísticas cambian las cifras de tiroteos y víctimas según qué entienda cada estudio por "mass shooting" (tiroteo masivo). El FBI entiende que un tiroteo masivo es aquel donde el tiroteador consigue matar al menos a 4 personas en un espacio público. Si una de las 4 víctimas es el propio homicida, no cuenta como mass shooting. Estos requisitos sobre qué es o no un tiroteo masivo se ponen en tela de juicio cada una de las veces que ocurre una matanza como la última de Texas. ¿Por qué cuatro y no tres, por ejemplo? ¿Por qué solo en espacios públicos? Es obvio que mirado así, se reduce muchísimo la cifra.

Según también el FBI, de 2003 a 2015, 160 tiradores mataron a 1.043 personas y herido a 557 en Estados Unidos. Sólo seis eran mujeres.

Lo cierto es que da igual qué criterio se siga a la hora de analizar y estudiar los tiroteos en Estados Unidos, los resultados siempre volcarán una realidad constante: los victimarios son hombres. La masculinidad está detrás no solo de esto, porque los mass shooters tienen también -más de la mitad de las veces- antecedentes por violencia contra mujeres. El género es una construcción patriarcal basada en el sexo que conlleva violencia. Siempre ha sido así y siempre será así. Y a pesar de las evidencias en miles de ámbitos (no solo este), a pesar de los estudios, los informes, la bibliografía, las estadísticas... no es un tema que esté sobre la mesa para ser analizado. Todavía, a día de hoy, se sigue hablando de cerebros diferentes entre hombres y mujeres para justificar cualquier tipo de deseo o acción masculina, el que sea.

Que el debate se siga centrando en si prohibir o no las armas da una muestra de qué lejos quieren estar los que tienen el poder de cambiar las cosas. Obviamente, Estados Unidos tiene un problema con las armas y en sus cementerios está la prueba. La prohibición no debería ni debatirse, y sin embargo es un debate eterno. El problema es que parece que nadie quiere darse cuenta de que las mujeres en Estados Unidos tienen exactamente el mismo acceso a las armas que los hombres, pero no las usan para matar masivamente a otras personas, ya sea porque tenían dificultad en el habla, porque son pobres, porque son supervivientes de acoso infantil o de cualquier tipo de violencia. La masculinidad, esa construcción del sistema patriarcal, es lo que debería erradicarse de raíz. Pero eso no lo veremos conseguido ni tú ni yo.

Escucha el último programa de Radiojaputa.

Cada lunes un nuevo capítulo en publico.es