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Muerte en el mar

MAR SALADA // ANTONIO FIGUERAS

*Biólogo del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo (CSIC)

Muchos de los lectores se acercarán estos días a los mares que bañan nuestra Península para disfrutar (¿?) de un merecido descanso (¿?). Alguna vez, en esas tardes de verano, hablaremos sobre lo sucia que estaba la playa o nos lamentaremos sobre el poco pescado que había en el mercado. Difícilmente relacionaremos todo esto con nuestro comportamiento que, como especie, deja bastante que desear. La degradación del medio marino puede deberse a una amplia variedad de fuentes. Las terrestres representan el 70% de la contaminación marina, mientras que las actividades del transporte marítimo y el vertimiento en el mar representan un 10% más cada una. Los contaminantes que suponen mayor amenaza, en orden variable de importancia y en situaciones nacionales o regionales, son los siguientes: las aguas residuales, los nutrientes, los compuestos orgánicos sintéticos, los sedimentos, la basura y los materiales plásticos, los metales, los elementos radioactivos y el petróleo.

Toneladas de petróleo

Muchas de las sustancias contaminantes que provienen de fuentes terrestres tienen gran impacto en el medio marino, puesto que se caracterizan por su toxicidad, persistencia y la bioacumulación en la cadena trófica. La contaminación marina es en parte causada por el transporte marítimo y las actividades marinas. Aproximadamente, 600.000 toneladas de petróleo se vierten en los océanos cada año como resultado de operaciones habituales del transporte marítimo, accidentes y descargas ilegales. Las poblaciones litorales han crecido a base del mar, pero viven de espaldas de él. Nuestra ingratitud es enorme. Por desgracia, del dicho al hecho hay un gran trecho y aunque hay normas, su cumplimiento, sobre todo en España, es relativo.

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