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De Ouroboros a Borromeo

EL ELECTRÓN LIBRE // MANUEL LOZANO LEYVA

* Catedrático de Física atómica, molecular y nuclear en la Universidad de Sevilla 

Dos instrumentos científicos fueron ampliando nuestra visión del mundo de manera espectacular: el microscopio y el telescopio. A ritmo análogo al que adquirían nitidez los detalles de los microorganismos, el universo se nos mostraba como un sistema físico portentoso por más finito y limitado que se manifestara en dimensiones y edad. Nada hacía intuir que lo infinitesimalmente pequeño y lo descomunalmente grande pudieran estar relacionados. Cuando los telescopios alcanzaron los confines del universo, o lo que es lo mismo en el tiempo, su infancia, y los microscopios adquirieron la categoría de aceleradores de partículas, se descubrió la espléndida relación entre el microcosmos y el macrocosmos. Los átomos, los núcleos y las partículas explicaban la razón de ser más íntima de los planetas, las estrellas y las galaxias. Los instrumentos que coronarán esa fusión serán por un extremo el LHC, reproduciendo las condiciones energéticas del Big Bang y el futuro telescopio espacial James Webb, detectando los objetos más lejanos, y por tanto antiguos, del universo. El símbolo que los físicos asociaron a esa unión fue la mítica Ouroboros, la serpiente que se muerde la cola. Una variación de esa imagen es el signo del infinito. Un buen número de civilizaciones, desde la egipcia hasta la griega clásica y misteriosamente la maya, se vieron fascinadas por Ouroboros como también lo hicieron actividades más o menos esotéricas, como la alquimia, la mitología nórdica o la masonería. Ouroboros representa que todo es uno, la naturaleza cíclica, el retorno eterno y todo lo que comienza de nuevo en cuanto concluye.

La exploración del mundo en sus dos direcciones, de lo minúsculo a lo inmenso, no se podría llevar a cabo sin un tercer instrumento que acompañe al telescopio y el acelerador: el ordenador. Así pues, a lo grande y lo pequeño se les ha de asociar indisolublemente lo complejo. Por ello propondría que el símbolo de Ouroboros se viera desplazado por el nudo Borromeo, los tres aros enlazados de manera que si uno se separa se sueltan los otros dos. Aunque su nombre proviene de la familia italiana que lo adoptó como emblema heráldico, el enlace Borromeo es un símbolo casi tan mítico y antiguo como Ouroboros.

El objetivo de la ciencia es rasgar los velos de los mitos y las supersticiones acercándonos, modesta pero inexorablemente, a la realidad natural, es decir, al mundo externo a nosotros mismos. Asociar símbolos míticos a su quehacer puede ser una muestra de respeto o atracción por la magia. Es un sinsentido, pero no exento de belleza.

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