La ministra del Interior británica, Priti Patel, anunció el pasado martes en su discurso en la conferencia del Partido Conservador, que tiene una misión política: "acabar con la libertad de movimiento de las personas de una vez por todas". Esta ministra de origen indio presentaba un enfoque cuyos standards convierten a su abuelo, que tenía una tienda de ultramarinos en Uganda, y a sus padres, Sushil y Anjana, en personas indeseables. Esta hija de inmigrantes, como ella se autodenomina, no solo acaricia una utopía irrealizable -las migraciones no se pueden parar- si no que además propone romper lo establecido en la Declaración de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que reconoce esa libertad de movimiento como un derecho fundamental en su artículo 13.
"This daughter of immigrants needs no lectures from the north London, metropolitan, liberal elite."
Home Secretary Priti Patel says she will "end the free movement of people once and for all". pic.twitter.com/eL4J63JgWS
— Channel 4 News (@Channel4News) October 1, 2019
En una charla impartida esta semana dentro del ciclo del conferencias de la Fundación porCausa, el economista Gonzalo Fanjul explicaba que, para entender las migraciones, lo primero que había que tener claro eran los 7 "noes" del punto de partida:
- Las migraciones no son un fenómeno reciente, son naturales y están a la base del desarrollo de la humanidad
- Las migraciones no son un fenómeno creciente, puesto que los datos señalan que desde hace más de 30 años sigue migrando entre entre un 3 y 4% de gente sobre la población mundial
- Las migraciones no son un fenómeno Norte-Sur, gran parte de los movimientos migratorios se realizan entre países vecinos
- Las migraciones no son un fenómeno forzoso
- Los migrantes no suponen una carga económica ni social
- Los migrantes no son una amenaza para la seguridad, o no más que los no migrantes
- Las migraciones no se pueden parar, solo se pueden gestionar
Estos "noes", que son el resultado de más de 10 años estudiando los fenómenos migratorios en un marco de trabajo internacional, deberían estar a la base de cualquier propuesta política que pretenda funcionar. La ministra Priti Patel sin duda tiene los datos que maneja Fanjul y sin embargo empuja sin limites sus propuestas de cierre de fronteras, a sabiendas de que no logrará más que dañar a las personas que se mueven ahora, a las personas que se movieron en el pasado y, sobre todo, a las generaciones futuras. Cerrando las fronteras no solo no dejas entrar a gente sino que tampoco permites que salga nadie.
Las políticas adecuadas, según Fanjul, serían aquellas que para empezar no permitan dar un paso atrás en los derechos adquiridos. Los gobiernos actuales no solo están llevando a cabo políticas de gestión migratorias que olvidan que migrar es un fenómeno humano, llevado a cabo por madres, hijos, padres, nietos...sino que además son ilegales. La semana pasada se anunciaba el procesamiento de 16 guardias civiles implicados en los sucesos del Tarajal en los que murieron 15 personas que intentaban cruzar la frontera entre Africa y España a nado. Así se reconocía después de cuatro años que lo que pasó, guardias civiles atacando con pelotas de goma a personas que estaban en el mar, constituyen un delito. Es un gran paso pero por desgracia nadie juzgará a aquellos que les dieron las consignas de trabajo a los policías, empezando por el homólogo de Priti en España en aquel momento, el señor Jorge Fernández Díaz.
Y si la migración no se puede parar, ¿qué hacemos entonces? Pues, además de respetar la ley y los derechos humanos, se pueden poner en marcha planes que gestionen las migraciones del mejor modo posible para todas las partes implicadas, los que se mueven y los que los reciben. Nueva Zelanda, con sus planes de integración laboral paulatina, o Uganda, que reconoce incluso a los refugiados climáticos, son países ejemplares en ese sentido.
Existen opciones interesantes que permiten mejorar la vida de millones de personas y que sí se aplicaran mejorarían la vida de la humanidad y permitirán a personas que han migrado y a sus descendientes vivir mejor. Pero Priti, hija y nieta de migrantes, quiere cargarse el derecho a la libertad de movimiento. La única razón que se me ocurre para que Priti Patel actúe de esta forma es que no quiera a sus progenitores. Ahora, solo necesitamos que un periodista de investigación tome las riendas del asunto y consiga descubrir por qué Priti no quiere a sus padres.
Comentarios
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