Rita Bosaho: “Los partidos progresistas no tienen un proyecto claro para combatir el racismo y la xenofobia”

La ex diputada Rita Bosaho. Foto: Jorge Moreno.
La ex diputada Rita Bosaho. Foto: Jorge Moreno.

Por Víctor Pool  / Poder Migrante

Entrevista con Rita Bosaho, ex diputada en el Congreso por Alicante de Podemos. Bosaho, nacida en Guinea Ecuatorial, es historiadora, sanitaria y activista española. Se convirtió en la primera Diputada afroespañola de la historia, marcando un hito en la representatividad de la diversidad étnico racial de España.

Su trayectoria política se entreteje con su constante activismo feminista, antirracista y de defensa de la salud y del trabajo digno. Durante su legislatura trabajó en enmiendas a Ley de Igualdad y Trato no Discriminatorio sobre grupos vulnerables. También llevó al Pleno del Congreso una interpelación sobre la persecución de los controles policiales basados en perfiles raciales exigiendo el cese de los mismos. En esta entrevista nos comparte sus reflexiones y análisis postelectorales a las elecciones del 10N

En su opinión, ¿cuáles cree que han sido las principales dificultades de la participación de las personas migrantes en los últimos procesos electorales?

Partimos de la idea general que existe una relación compleja –jurídicamente hablando– sobre la participación de las personas migrantes en los procesos electorales en España, porque dicha participación depende de su situación jurídica y las dificultades para acceder a la nacionalidad y adquirir el derecho al voto, siendo este uno de los puntos más débiles dentro de los procesos de integración.

Luego hay varios obstáculos a la hora de analizar cuantitativamente la participación de población de origen inmigrante en el ejercicio del voto, porque los datos entre la población española no discriminan por país de nacimiento del elector, perdiéndose la oportunidad de conocer los comportamientos las personas de origen extranjero que han adquirido la nacionalidad.

A la vez hay varios motivos que generan que no haya esta participación, pero señalaría que el más importante que impide que las personas migrantes puedan ejercer el derecho más básico de una democracia, el derecho al voto, es la falta de voluntad política para hacerlo posible.

 

En los diferentes encuentros que ha mantenido con colectivos migrantes antirracistas últimamente, ¿cuáles han sido las principales preocupaciones que le trasladan?

Una de las mayores preocupaciones actuales para las organizaciones migrantes en España es el ascenso político de la ultraderecha en las instituciones del Estado, una situación genera una anomalía dentro del escenario de crisis sistémico que afecta a Europa desde hace años. Por esa razón desde diferentes colectivos se organizaron campañas de movilización del voto migrante para evitar la abstención.

Los programas políticos electorales de la ultraderecha atentan directamente contra los derechos humanos de las minorías y de las mujeres. Andalucía fue el escenario de este ensayo con resultados inesperados en las elecciones autonómicas y generales anteriores, de hecho, la sorpresa nos la llevamos al minimizarse su impacto. 

Pero ahora la ultraderecha ha alcanzado 52 escaños en las últimas elecciones convirtiéndose en la tercera fuerza más votada del parlamento: son tres millones y medio de razones para generar alarma y preocupación en los colectivos racializados y migrantes. Para la población migrante y los colectivos vulnerables es una verdadera amenaza.

Por otra parte yo no podría decir que a Vox le han votado tres millones de fascistas, porque creo que muchos de esos votantes son en parte un síntoma de la desideologización de la sociedad y el desapego a la clase política. Esa despolitización es una anomalía social que fue aprovechada por la derecha o la ultraderecha, y en este caso les ha funcionado, pero estas semillas llevan ya tiempo abonándose en toda Europa.

Defender la democracia en nuestro país necesariamente requiere de índices altos de participación de la ciudadanía en los procesos políticos y sociales. En ese sentido, no podemos admitir que, a pesar de las cifras que demuestran que el peso medio de personas migrantes con derecho a voto es medianamente considerable, a la hora de hacer balance las expectativas se queden bastante bajas en cuanto a su participación en los comicios electorales. Pero es que el mismo Estado supone una barrera que impide la verdadera inclusión de las personas migrantes en estos procesos.

 

Respecto a los partidos de izquierdas ¿cree que prestan atención a las reivindicaciones y necesidades de las personas migrantes y que les representan?

En los partidos progresistas más allá de incluir unas cuantas medidas en base a los derechos humanos de la población migrante en sus programas, no existe actualmente una preocupación profunda en estas organizaciones políticas para motivar una masiva participación de este electorado en las campañas, porque piensan que el voto migrante es minoritario y que hablar de migración o racismo no mueve masivamente el voto. Más bien ocurre al revés: las medidas que criminalizan o expulsan a los migrantes son las más frecuentes, o el endurecimiento de la Ley de Extranjería, CIEs, la expulsión del Sistema Nacional de Salud o las retenciones por perfil racial.

A la hora de valorar la participación de este segmento de la población prevalece la visión utilitarista que considera que las personas migrantes y racializadas sólo servimos al país para pagar las pensiones o equilibrar demográficamente los índices de natalidad y el imaginario colectivo de la sociedad permea en ese sentido a la hora de pensar en derechos del colectivo migrante. No votamos, por tanto no existimos.

Es terrible que la izquierda esté fracasando estrepitosamente en su estrategia al minimizar los daños colaterales que puede asestar la ultraderecha a la sociedad a la hora de poner en peligro el Estado de derecho. Si no se propone un programa acorde a las necesidades de estos colectivos, el peligro de penetración y de permeabilidad en la sociedad de los colectivos xenófobos aumentará cada vez más. Es evidente que los partidos progresistas no tienen un proyecto claro y específico para combatir el racismo, el fascismo, ni la xenofobia. Los discursos de odio campan a sus anchas. No existe de momento un proyecto político sólido pensado para la protección de los derechos de las personas migrantes, porque como he dicho antes, la participación es muy limitada y además por parte de las formaciones políticas tampoco se incentiva la entrada de representantes de las minorías en el seno de los partidos con las cuales las personas migrantes se identifiquen.

La ultraderecha se ha colado masivamente en las instituciones mientras los progresistas tratan de mantener sus relatos buenistas con respecto a la migración. La aparición del fascismo debería alertar especialmente a toda la sociedad porque la entrada de la ultraderecha en el Congreso de los Diputados supone una grave anomalía democrática. 

 

Así las cosas, ¿qué panorama ve a futuro con estos resultados?

Tenemos un panorama más sombrío en este país después del 10N y las personas migrantes no estamos seguras, como tampoco lo están las minorías, las mujeres, los colectivos LGTBI y, de manera general, la diversidad y cohesión social de este país que ahora está en peligro. Tanto esta última cita electoral como las anteriores no garantizan la protección de nuestros derechos de forma plena.

Los procesos migratorios en época contemporánea están interpelando a los Estados a llevar a cabo cambios estructurales a la hora de repensar los mecanismos jurídicos que limitan el estatus de la ciudadanía de los extranjeros y extranjeras a participar plenamente en las sociedades de acogida. En este sentido queda mucho por hacer en nuestro país. 

La ciudadanía asociada a la residencia y a la nacionalidad debe pensarse en términos de ciudadanas con todos los derechos. El panorama del futuro se hace extremadamente complejo en un escenario en el que el antídoto contra la extrema derecha debería ser la política de lo común. Los ataques a personas racializadas han aumentado exponencialmente y no hay día que no se denuncien atropellos a nuestros derechos. 

Finalmente, ¿qué estrategias de resistencia y protección para las personas migrantes cree importante establecer?

Dicho de una forma simple, ante los esfuerzos necesarios para defender nuestra integridad y las de nuestras familias, necesitamos trabajar cohesionadamente, tejiendo estrategias de lucha contra el racismo, la xenofobia y todas las formas de discriminación, porque de ello dependen nuestras vidas.

Debemos responder a los retos que plantea la migración en nuestro país y facilitar las alianzas gubernamentales pensando en toda la ciudadanía. Avanzar promoviendo la apertura de la legislación de manera que favorezcan la participación política de los migrantes no sólo durante los procesos electorales. Esta participación debe ser activa en todos los sentidos, sobre todo para construir una sociedad más inclusiva para todas. Hay que garantizar derechos, porque de lo contrario, las limitaciones perjudican de manera directa a los valores de la democracia que se pretenden defender y extender.

No cabe duda que los procesos migratorios plantean desafíos en cuanto al estatus de la ciudadanía asociada a la nacionalidad y residencia de las personas migrantes; pero al mismo tiempo, esta ciudadanía establece los marcos de disputa política que interpelan directamente al Estado y a sus instituciones, de manera que las personas asociadas a un estatus migratorio, aunque ya no estén migrando en un momento determinado de sus vidas, nunca dejan de ser extranjerizadas por la propia sociedad. La lucha contra el racismo también nos interpela de manera directa a los colectivos migrantes y debemos tejer alianzas comunes en el camino de estas luchas.

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Poder Migrante es una red de personas y colectivos migrantes que buscamos crear conciencia y movilización contra el racismo estructural, los discursos y políticas xenófobas que nos criminalizan.