Diana Moreno (@_diana_moreno_)
- El proyecto del músico Adry Fernández muestra que la música ha viajado intercontinentalmente y que toda cultura está enriquecida por la migración
El flamenco, el estilo musical más emblemático de la cultura española, tiene origen árabe. Uno de los instrumentos más característicos de la capoeira brasileña, el caxixi, es oriundo de África Occidental. Una cadencia andaluza se ha convertido en la introducción más famosa de varios tangos rioplatenses. El tan representativo blues norteamericano hunde sus raíces en África.
¿Cómo son posibles todas estas mezclas?
La respuesta es muy sencilla: la música, igual que las personas, también migra. Intérpretes, instrumentos y melodías han viajado por todo el planeta desde nuestros orígenes, adaptándose a los lugares de acogida, a las formas de expresión de sus gentes, mezclando culturas musicales, idiomas, instrumentos y ritmos. Como resultado, en los cinco continentes encontramos casos de estos fascinantes "saltos" culturales:
Guitarra española: de orígenes europeos, fue importada por la colonización y se convirtió en un referente popular de la música folclórica americana, como la guajira cubana
Tambores candombe: fueron introducidos en Uruguay por los esclavos traídos de África en el siglo XVII
Coro de gospel: forma de expresión de los esclavos africanos, se desarrolló en las iglesias de Estados Unidos como fusión de sus cantos de trabajo y los himnos religiosos protestantes
Estos tres ejemplos son algunos de los que muestra el proyecto social SLAVE, un vídeo musical en el que músicos profesionales y amateurs de varias partes del mundo se unen para interpretar instrumentos típicos de sus regiones.
Creado por el músico Adry Fernández, el vídeo muestra mediante visualizaciones cómo la música ha viajado intercontinentalmente, saltando barreras físicas e ideológicas, y cómo la cultura de la que disfrutamos hoy está indudablemente enriquecida por la migración.
Culturas que dialogan
Adry Fernández ha recorrido el mundo con una guitarra en la maleta. De su Uruguay natal viajó al suroeste de Brasil, de ahí a la isla de Cuba y más tarde a varios países europeos, empapándose por el camino de sus culturas musicales y de la forma en que estas se mezclan.
"Pude observar las culturas que dialogaban en el viejo continente, como la balcánica, la hindú o la africana", dice el músico
SLAVE surgió durante su paso por la isla de Cerdeña (Italia) donde en 2018 llevó a cabo el proyecto social Jaliyah con Casa Emmaus: unos talleres musicales dirigidos a menores no acompañados en centros de acogida. La mayoría de esos chicos habían llegado en patera de diferentes partes de África; muchos pensaban que estaban llegando a Europa, cuenta el músico, pero realmente llegaban a otra isla. "Justamente Cerdeña, una isla que tiene una pobreza enorme, un índice de jóvenes bajísimo, qué mejor idea que llenarla de gente", comenta.
Esos talleres permitieron a los chicos libertad para expresarse a través de la música. Ellos compartieron con Fernández la música folclórica de sus regiones y él hizo lo mismo con la música de Latinoamérica. Muchos de aquellos ritmos latinoamericanos tienen sus orígenes en África, y por eso la unión al tocarlos, explica, era perfecta.
Un lenguaje común
La música ha servido siempre para expresar las experiencias migratorias. Pero además tiene un lenguaje propio que es capaz de derribar barreras y unir a personas diferentes como si fuera un idioma común.
"Había unos puntos de unión para mí increíbles", recuerda Fernández. "Yo ya sé, como latinoamericano, que la música afro viene de África. Yo tocaba ritmos que para mí eran super lationamericanos, y los chicos se ponían a tocar como si los conocieran en seguida". Él les preguntaba de dónde eran esos ritmos; ellos no lo sabían ni explicar: lo sabían hacer.
"Había unos puntos de unión increíbles. Yo tocaba ritmos lationamericanos, y los chicos se ponían a tocar como si los conocieran en seguida"
Del proyecto se grabó un disco que presentaron por toda la isla. "El impacto para ellos era muy bueno: ya no eran los negritos inmigrantes, eran los chicos que venían a tocar. Era su disco", cuenta.
Algo que le llamó la atención fue que muchos jóvenes, a pesar de venir de países de África, no conocían bien el episodio causante de la dispersión de la diáspora negra en América: el comercio de esclavos africanos entre los siglos XVI y XIX. "Sabían lo que es la esclavitud, pero no tenían el concepto que la raza afro salió de África y la llevaron forzada para allá", recuerda. "Yo les mostraba vídeos del carnaval de Brasil, o Uruguay con el candombe, y ellos no entendían, decían, pero ¿por qué copian?".
A partir de ahí surgió la idea del vídeo, que terminó de realizar instalado en Barcelona. Allí, Fernández buscó un coro de música amateur ("no quería un coro de profesionales") formado por chicas de origen migrante. "Era la primera vez que pisaban un estudio de grabación. Fue muy bonito", recuerda.
Música contra la xenofobia
Las migraciones son algo natural que "siempre ha sido, es y será", como recuerda el informe Nuevas narrativas migratorias de la Fundación porCausa. De hecho, la cultura es fruto de ese movimiento de las comunidades humanas. Sin embargo, la idea de que la cultura es estática está muy extendida y alimenta las posiciones nacionalistas y xenófobas cada día más habituales, como denuncia el informe.
"Esta perspectiva esencialista de la cultura es la que configura en el plano migratorio el marco narrativo hegemónico: aquel en el que las comunidades están separadas unas de otras de forma natural, y cualquier intercambio de personas puede suponer una especie de injerencia o contaminación", destaca el informe.
La migración está en cada elemento que compone nuestro día a día y nuestra sociedad, como la lengua, la gastronomía, el cine o la música
Pero nada más alejado de la realidad. Como demuestran los ejemplos elegidos para el vídeo de SLAVE, la migración está en cada elemento que compone nuestro día a día y nuestra sociedad: la lengua que hablamos, la gastronomía, el cine, las herramientas de trabajo, las ciencias... y la música.
Adry Fernández tiene claro que todos los países tienen un pasado migrante, y el discurso xenófobo, que existe tanto en su lugar de origen como en el de acogida, le preocupa y le sorprende. "Qué confusión que hay. Eso es lo preocupante, cuando te estás olvidando de lo que hay atrás, de dónde tú vienes", dice. Probablemente, muchos de quienes reniegan de esa mezcla cultural disfrutan del blues, de la capoeira o del flamenco.
Comentarios
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