Sobre la revolución siria sin tener ni idea

Niños en la reunión de la celebración de la revolución siria el sábado pasado en Madrid. Foto: Okba Mouhammed
Niños en la reunión de la celebración de la revolución siria el sábado pasado en Madrid. Foto: Okba Mouhammed

Recuerdo perfectamente cuándo tuvo lugar la primavera árabe. Nosotras estábamos en las plazas, yo concretamente en la de Sol, y de repente parecía que el Mundo se hacía eco de lo que estaba pasando en nuestro espacio local. En realidad fue un despertar mundial resultado de la mezcla explosiva de redes sociales, teléfonos móviles y crisis económica global. 

A partir de ahí perdí la pista clara de lo que estaba sucediendo. Lo que en principio pareció una ilusionante revolución social, con pueblos que solicitaban democracia a líderes absolutistas, se volvió una cosa complicadísima para las personas profanas como yo. 

Sin embargo ahora, años más tarde, sí tengo algunas certezas. Todo gracias a mis compañeros y amigos de Baynana, cuatro periodistas sirios que tuvieron que ser extraídos de su país para salvar sus vidas y acabaron llegando a la fundación en la que trabajo. A través de ellos he entendido que, pese a la complejidad que aparentemente tenga el conflicto sirio, el tema es bastante sencillo. En Siria, una familia lleva decenas de años, unos cincuenta, ejerciendo una dictadura. Controlan los medios del Estado y son corruptos. Es la familia Al-Assad. Cuando en 2011 el pueblo sirio, cansado de tanta autocracia y tanta corrupción se alzó para pedir democracia, el gobierno arrasó con los manifestantes. 

Mis compañeros de Baynana tienen unas sesiones informativas sobre este tema en las que cuentan cómo vivieron ellos todo eso que sucedió. Moussa cuenta como en una manifestación vio por primera vez morir a gente a balazos. Él nunca imaginó que algo así podía pasarles. 

El sábado pasado me uní a la celebración de los doce años de revolución. Doce años de guerra de David contra Goliath y todo bajo la indiferencia internacional. ¿Cómo es posible que la historia de Siria esté tan mal contada cuando en realidad es tan sencilla? Recuerdo la confusión informativa de los primeros años en España. Viéndolo con perspectiva ahora no tengo dudas de que Rusia hizo un gran trabajo de desinformación. Lo mismo que ha intentado hacer con Ucrania, pero en el caso de Siria todavía no éramos conscientes que Rusia tenía la capacidad de manipular nuestro espacio mediático y dimos crédito a muchos bulos. Luego cuando Rusia entró abiertamente en el conflicto, la opinión pública estaba ya agotada, de modo que Putin pudo arrasar y controlar la zona sin problemas.

El sábado, rodeada de mis amigos y sus familias, viéndolos cantar y bailar y ondear las banderas, se me llenaron los ojos de lágrimas. Que injusto todo. Cuánto sufrimiento y cuánto dolor que el reciente terremoto removió de nuevo. Y cuánta soledad de un pueblo maravilloso y generoso que lleva años viendo como la ayuda internacional les es negada una y otra vez. 

Abrazada a Elías, el hijo menor de mis amigos, nacido en España hace unos meses y todavía sin papeles, pensaba el sábado que qué suerte tenemos de no haber vivido la guerra y que rápido se olvida el pasado. España que sufrió una guerra civil brutal y luego una dictadura debería de ser una país de acogida por defecto. Pero en realidad no hace falta ni siquiera el recuerdo de lo que fuimos, basta con el anhelo de lo que queremos ser, una sociedad acogedora, diversa e inclusiva, para caber todas dentro, porque, los derechos, o son de todas o no son de nadie. 

Hoy es el día de la madre en Siria. No tienen día del padre. Siria tiene una cultura fascinante. Amén.