De control nada, más bien caos mortal

De control nada, más bien caos mortal
Uno de los cayucos que ha llegado al puerto de La Restinga, a 23 de octubre de 2023, en El Hierro, Santa Cruz de Tenerife, Tenerife, Canarias (España). Europa Press / Europa Press

Se llama control migratorio pero tiene poco de orden. Es un sistema creado de forma reactiva, que consiste en simples parches temporales que no llevan consigo una reflexión o un estudio sobre los efectos de estas soluciones que tres listos se van sacando de la manga. En los 2000, Rubalcaba puso en marcha algunas medidas que a priori funcionaron en el momento. Entre las más exitosas, soltar dinero a Marruecos y maletines a las policías de otros países fronterizos. Está quedando claro estos días con las llegadas a Canarias que esto no es sostenible en el tiempo.

Hay algunas realidades que las personas que trabajamos con temas migratorios tenemos clarísimas. Una es que los flujos migratorios no desaparecen sino que se ajustan. Si cierras un paso, el flujo se desplaza hacia otro punto. Si cierras los pasos por Marruecos pues la gente cruzará por Senegal o Mauritania. La ruta es muchísimo más peligrosa pero quienes cruzan no lo saben hasta que no sobreviven o mueren en el intento.

Otra certeza es que no se puede parar la migración. Esto no solo lo sabemos quienes llevamos años estudiando los datos de movimientos, sino que lo saben quienes están pagando a gobiernos de muy baja calidad democrática, con corrupción policial y sin respeto a los derechos humanos para que paren los flujos por ellos. Si llegan menos personas no es porque la idea de la muerte resulte disuasoria, sino porque se están muriendo más, no nos engañemos.

Nadie duda de que el sistema de gestión migratoria actual no funciona y no va a funcionar nunca. Sin embargo el gasto sigue creciendo amparado por una falsa sensación de control. De hecho la opacidad del gobierno relativa a este tema tiene que ver con mantener esta especie de falso status quo. Rodear de misterio y desinformación todo el proceso ayuda a mantener esa sensación de control.

Nos preguntan cómo explicamos que cada vez lleguen cayucos más llenos a las costas de las islas. Solo hace falta seguir la actualidad de la región para entender que se trata de análisis simple de coste-beneficio. El mismo viaje más gente, prueba y error hasta que un día se hundan 400 personas frente a El Hierro. El actor y activista senegalés Thimbo Saab, una figura imprescindible para entender cómo funciona parte del sistema, lo deja claro: "nos lo quitan todo y luego se extrañan de que nos vayamos". Los cayucos que se usaron para pescar y alimentar a pueblos enteros ahora sirven para transportar a cientos de personas dignas de un futuro mejor.

Hay que entender que las personas que se mueven no son "pobre gente". Thimbo habla de su viaje como aventura. Es una decisión llena de riesgos que se asumen en muchos casos con enorme ilusión. Es el ejercicio del derecho a la ilusión y a prosperar. Y todo para llegar a un sitio que muchas veces es enormemente desilusionante. Thimbo dice que él desconocía lo que era la pobreza hasta que llegó a España. Tuvo que dormir en la calle con "yonkis" y así descubrió la miseria de la tierra prometida. La pobreza de "África", como si todo un continente fuera un país,  la vio en la televisión. "No había de eso en mi pueblo".

El modelo actual no funciona, en esto estamos todas de acuerdo. El tema es que nos han convencido de que no existen alternativas. Si eso fuera así, ¿de verdad preferimos seguir adelante con un sistema que es responsable de la muerte de cientos de miles de personas al año? No tiene sentido, de verdad. Las buenas noticias son que sí existen alternativas. Lo único que necesitamos es que se visibilice que todo esto no es control, sólo caos mortal, y que se empiece a trabajar en otro sentido. En este sentido ayudaría mucho que los temas migratorios empezaran a ser gestionados por otros ministerios que no fueran el de Interior.