Jefferson Díaz (@Jefferson_Diaz)
- ¿A qué debemos enfrentarnos los periodistas para que el tema migratorio no muera en las redacciones? ¿Para que las audiencias no queden sobresaturadas? ¿Para que siga en la palestra de lo público y lo privado?
Son las dos caras de una misma moneda. Trabajar el tema migratorio -en especial desde el periodismo- en ambos lados del Atlántico se enfoca en elementos fundamentales que van desde el respeto y la lucha por los Derechos Humanos hasta elevar la voz de los migrantes y refugiados. Así se evita que estas poblaciones se conviertan en carne de cañón o chivos expiatorios de artimañas político partidistas que tratan de obtener beneficios en su nombre, o de desinformación esparcida como gasolina por las redes sociales, donde la migración es una especie de "ente maligno" que surge de las más perversas ficciones.
Pero no vine a hablar de nuestras coincidencias. Es necesario que hablemos de nuestros desaciertos, de lo que nos falta por hacer, de lo que no hemos comprendido y de esforzarnos por entender cómo desde nuestro oficio podemos mantener una línea informativa coherente, a nivel global, acerca de la migración.
Los periodistas solemos caer en reminiscencias y palmaditas en los hombros sobre el buen trabajo que hacemos y los premios que ganamos, para encerrarnos en pozos profundos de egolatría. Dejamos de lado lo realmente importante: hacer una radiografía del poder, interpelar y que nuestras audiencias sepan que pueden contar con plataformas de difusión donde, basados en los elementos más básicos de la humanidad, podamos narrar la realidad de las personas que cruzan el Mediterráneo en precarias embarcaciones o de los que caminan días por los páramos andinos para llegar a los países de acogida, por ejemplo.
No todo es color rosa. Pero me llena de esperanza -una palabra cliché, pero que no debemos dejar de repetir y darle su justo valor- iniciativas como el Congreso Internacional de Periodismo de Migraciones y Desarrollo de Mérida que llevan a cabo la Fundación porCausa y la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional. Espacios donde podemos sentarnos a debatir sobre el ejercicio periodístico de un tema que para la periodista mexicana, Eileen Truax, se ha convertido en uno de los tres grandes tópicos de la primera mitad del siglo XXI, junto con el feminismo y el cambio climático: la migración.
¿A qué debemos enfrentarnos los periodistas para que este tema no muera en las redacciones? ¿Para que las audiencias no queden sobresaturadas? ¿Para que siga en la palestra de lo público y lo privado? Lo primero es la falta de entusiasmo que desde los propios medios de comunicación se impulsa por la potencia de buscar dentro del diarismo nuevos escándalos. Vivimos por las nuevas avalanchas de viralización y de mecanismos que nos permitan obtener más suscriptores -con sus preciosos dólares y euros- para que el periodismo sobreviva. Sí, somos víctimas de una crisis económica que nos hace escarbar por las vetas de oro informativas, dejando de lado los temas que requieren y necesitan largos alientos porque definen lo que somos como seres humanos.
También está la percepción y la variedad sobre un tema del que se ha escrito y visualizado hasta el cansancio. Sí, quizás nos cueste entender que desde nuestros bisabuelos el tema de la migración se viene discutiendo. ¡Es más!, desde que el primer ser humano decidió cruzar el Estrecho de Bering (una de las tantas soluciones sobre cómo se pobló América desde Rusia aunque en esos tiempos, no sabíamos de nombres de países o continentes), la migración ha sido un derecho fundamental de nuestra humanidad. Y partiendo desde esto, podemos darle nuevas perspectivas a un tema que está enmarcado en nuestro ADN.
Gonzalo Fanjul, director del área de investigación de la Fundación Por Causa, nos habla de consolidar una comunidad de profesionales (no sólo de periodistas) para que el alcance sobre este tema sea mayor. Estoy de acuerdo.
No es lo mismo reportar acerca de los migrantes que caminan hasta la frontera sur de México para cruzar hacia los Estados Unidos que sobre los miles de venezolanos y haitianos que se someten al tapón del Darién en Panamá, para también llegar a México y los Estados Unidos. Las necesidades y herramientas narrativas y económicas para los periodistas que estamos en América y los que están en Europa, especializándose en estos temas son diferentes. Sí, estoy puntualizando lo obvio, pero podemos coincidir en que todos apuntamos a que la migración deje de ser un mecanismo de discriminación y represión en mano de los gobiernos para consolidarse en lo que siempre ha sido: un derecho humano.
La migración debe dejar de ser un mecanismo de discriminación y represión en mano de los gobiernos para consolidarse en lo que siempre ha sido: un derecho humano.
Trabajemos para grandes medios de comunicación o seamos independientes, nuestro trabajo nunca debe apuntar para complicar más los recorridos y desarrollos de las personas que migran en búsqueda de un futuro mejor.
Lo que me recuerda algo: los periodistas no somos superhéroes. El único periodista superhéroe es Supermán. Y él forma parte de esas ficciones que no queremos potenciar como realidades. Es así que nosotros debemos trabajar desde nuestros prejuicios, buscar en nuestra historia familiar los episodios de migración y fomentar aquella acción y palabra que algunos tratan de satanizar: la empatía.
Durante el Congreso, María Martín, periodista que cubre migraciones para el diario El País, respondió una pregunta que pretendía ser un dardo de llamado de atención sobre lo que estamos haciendo para tener redacciones periodísticas más inclusivas: ¿se contrata a periodistas migrantes? ¿Son ellos los que tratan este tema al tener una mayor experiencia, no solo de vida sino profesional?
"Nos faltan voces y experiencias, no españolas, en los medios de comunicación", fue parte de la respuesta de Martín, pero matizado con un profundo deseo de cambiar esa realidad. Un deseo que bordea lo imposible en la actualidad por las crisis de contratación que sufren los medios tradicionales, no sólo en España, sino en el mundo entero.
Es ahí donde los migrantes toman la posta y saltan al ruedo con iniciativas que buscan hablar con los mismos acentos, las mismas costumbres y experiencias a los migrantes que llegan a sus países de acogida en ambos lados del Atlántico. Tenemos a la revista Baynana (un medio creado por periodistas sirios refugiados) en España y a Cápsula Migrante en Perú, por ejemplo, como iniciativas de periodistas migrantes que no dejaron de hacer periodismo a pesar de haber cruzado fronteras. Y es que esa es la idea: cruzar fronteras para que el mensaje no se quede sólo en un grupo de periodistas o de activistas por los derechos de los migrantes.
Hablemos español, árabe, francés o inglés; los periodistas podemos con el apoyo de los migrantes, crear redes sólidas de comunicación que desmonten narrativas no sólo discriminatorias sino que también re victimizan a la migración. "El discurso humanitario es de los más anti-inmigratorios que hay. Genera un espacio tan amplio que la empatía se disuelve; crea una tercera persona de abajo que necesita tu ayuda, no un igual", dijo Lucila Rodríguez-Alarcón, directora de porCausa, y estoy de acuerdo.
No sólo nos enfrentamos a los nefastos trolls de las redes sociales, y a los no tan trolls también, sino a la narrativas que parten de gobiernos y agencias internacionales que ven a los migrantes como una moneda de cambio para mantener sus estatus de "humanidad" y "apoyo". Humanidades y apoyos que en la mayoría de los casos son de papel, y se queman a la mínima interpelación o crítica que se les hace. Arden tan fuerte que el humo cruza los océanos.
Jefferson Díaz es un periodista venezolano, residenciado en Quito, que se especializa en temas migratorios.
Comentarios
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