La Iglesia católica no puede recibir ni un solo euro público, ni muchísimo menos en materia de Educación. No lo digo yo. Lo dice la Ley. Más exactamente, en la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
Se prohíbe a la Administración pública apoyar a cualquier institución que discrimine a las mujeres, entre otras "minorías", que ya viene siendo broma lo de minoría. Ni económica ni de ninguna otra manera.
La Administración pública, como su nombre indica, administra el dinero que todos y todas aportamos a un fondo común que construye la sociedad que habitamos.
En un artículo que escribí hace algún tiempo, detallo dato a dato las afirmaciones que siguen. Espero, sin embargo, que dichos detalles resulten innecesarios por la evidencia de la que parten mi extrañeza y mi dolor.
La igualdad entre hombre y mujeres debe ser la base que guíe la Educación en nuestra sociedad. Ahí radica todo, en garantizar que así sea.
La Iglesia católica recibe en concepto de "Educación" más de 4.000 millones de euros cada año de nuestro dinero, de aquel que nos arrancamos del riñón todas y todos con cada compra, con cada trimestral, con cada impuesto directo o lo contrario. ¡4.000 euros cada año!
Bien, ¿adónde va toda todo ese dineral? A los colegios católicos que vienen a llamarse "concertados", o sea que no son otra cosa que instituciones privadas engordadas con el dinero de las gentes que trabajan.
Vuelvo: ¿adónde va toda todo ese dineral? A unos "centros educativos" cuyo eje es la discriminación de la mujer.
Más allá de la tortura y asesinato como vía de transcendencia y de la idea de otro mundo como forma de sumisión, la Iglesia católica se levanta sobre dos bases siniestras, aterradoras:
Base 1: EVA. La cuestión suele usarse en que la tipa saliera o no de una maldita costilla masculina. ¡No! La cuestión es que Eva, de puro puta, engañó a Adán, macho inocente, tentándole (manzana mediante) para que la follara, a raíz de lo cual Dios expulsó a la especie humana del Paraíso y la condenó al dolor eterno y todo eso. Toda culpa procede de ella. Todo castigo merece. Mereces.
Base 2: LA VIRGEN. Tan puta eres, mujer, que necesitas la coyunda con macho para concebir, gestar y parir. Más, más, más: tan puta que aún eres capaz de gozar de ello y, si no gozas, reclamarlo. Ojo, mujer, porque la Virgen es el modelo y tú no eres virgen, de puro guarra. Toda culpa procede de ti. Todo castigo mereces.
Podría explayarme en estos dos relatos de represión, pero será otro día.
A lo que voy: A esta gente, a los hombres siniestros que se construyen sobre estos asuntos y los cimentan y los difunden, a estos hombres (porque solo son hombres quienes forman su jerarquía) el Estado español destina miles de millones de euros cada año para que eduquen a nuestras hijas, a nuestros hijos.
Más allá de la atrocidad, incluso del delito, emerge una pregunta que echo tanto de menos que me duelen las junturas de Sagrado Corazón, las junturas de Jesuitas que me participan.
Esta es la pregunta:
¿Por qué a la hora de elaborar una Ley educativa no se tiene en cuenta a las niñas, a las mujeres?
Se discute sobre las lenguas, sobre los territorios, sobre las circunscripciones, sobre las partidas presupuestarias, sobre los conciertos, sobre las mierditas residuales... Pero nadie grita que el Gobierno de España destina más de 4.000 millones de euros al año a instituciones educativas construidas, regidas, engordadas sobre el sometimiento de las mujeres.
En España, hoy, el Gobierno destina ¡más de 4.000 millones de euros al año! a instituciones educativas ilegales. Las subvenciones a dichos colegios católicos, llamados concertados, son ilegales.
Se trata de una construcción contra las niñas, contra las mujeres. Hay una Ley que lo prohíbe. Es como si destináramos miles de millones ¡en concepto de Educación! a instituciones construidas sobre y para el racismo, sobre y para la homofobia. ¿Qué carajo pasa? ¿Por qué nadie está hablando al respecto?
Los asuntos de las mujeres, y siento decirlo, vuelven a importar un pimiento.
Páguenle un concierto a Eva y a la Virgen. Y luego súmense a una manifestación.
Comentarios
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