Tras volver de unas cortas vacaciones metiéndome España en vena para combatir los rigores que trae consigo la vida en Londres, me sorprendo absolutamente hastiado -por no decir asqueado- de la interminable lista de análisis del conflicto en Siria que se hacen en los medios. Huelga decir que no todo el monte es orégano y algunos de ellos son dignos de quitarse el sombrero, pero hay que ver la cantidad de textos banales, diría incluso tóxicos, que circulan por ahí.
¿Cómo se permiten el lujo algunos de escribir de algo y tratar de influir en la opinión pública sobre un tema tan extraordinariamente complejo como la guerra de Siria? Ya sólo el hecho de generalizar con el término "rebeldes", metiendo en el mismo saco a todas las fuerzas opositoras de Al-Assad es una absoluta majadería. La misma que cometen Obama y el resto de su rebaño con Patriots entre los dientes a la hora de montar su conflicto a medida.
Yo no quiero caer en ese error y prefiero dejar ese espacio de opinión a los verdaderos maestros, esos que sí saben de lo que hablan, como Alberto Sicilia o Yassin Swehat, por ejemplo. Pero tampoco quiero ser menos y, puestos a opinar desde la más profunda ignorancia como hacen esos otros pseudoanalistas, cometeré esa desfachatez con un tema sobre el que no tengo la más remota idea: las comadrejas. Con un par.
Sí, amigos, las comadrejas, esos pequeños animales de actitud nerviosa que han inspirado a los creadores de dibujos animados permitiendo que muchos urbanitas vean, al menos una vez en su vida y en la pequeña pantalla, a este mustélido. ¡Ay, la comadreja! Ese pobre animalillo que nunca pudo superar su mala reputación a pesar de ser de la misma familia que sus primos, las nutrias o los visones, que tantos cuerpos ricachones han abrigado en invierno.
La comadreja es carnívora, experta cazadora que, además, siente una especial predilección por la sangre de sus víctimas y es lo primero que chupa hasta dejarlas secas. Este animalillo, con una caja de 34 dientes, tiene un metabolismo tan acelerado que sus ansias por la caza son constantes, no dejando presa viva. Además, está protegida por la ley y, como dato anecdótico dentro este despropósito de análisis, cuando se ve en peligro, acorralada, emite un hedor putrefacto... vamos, que apesta.
¡Y no roba discos duros! Para los que la imaginación, por los datos aportados, haya jugado una mala pasada... Que es de las comadrejas de lo que hablo... o no.
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>