No se pierdan el artículo de hoy de Cristina Fallarás. Estremecedor, porque ver cómo un sindicato de policías arremete contra una periodista nunca es una buena noticia, especialmente cuando esa profesional de la información no ha hecho absolutamente nada malo, tan sólo informar, ni más ni menos.
Sin embargo, en este país comienza a generalizarse una corriente de mentes cerriles que a tod@s l@s que no pensamos como ellas, a quienes informamos o sacamos a la luz realidades incómodas, nos tachan de terroristas, de etarras... sobra decir que el escenario de las redes sociales es perfecto para personas de esta calaña, que quizás encuentran en internet la atención que jamás han tenido a pie de calle. Y, definitivamente, Fallarás se ha convertido en una persona muy incómoda para ciertos personajes.
Recientemente, yo mismo, que no alcanzo a Fallarás ni a la suela de los zapatos, he sido amenazado en redes sociales. Sucedió cuando expuse que era una barbaridad la aplicación de la ley antiterrorista en el caso de Altsasu. Entonces, un tipo que dijo ser guardia civil y que optó por borrar finalmente su perfil me decía:
"A tí te hubiera encantado estar pistola en mano ejecutando guardias civiles con un tiro en la nuca como las ratas terroristas a las que defiendes".
Más recientemente, defendí que el papel de Otegi, quizás, podría ser beneficioso al proceso de paz vasco. Pues bien, después de que un descerebrado me dijera que ojalá mataran a alguien de mi familia para ver si pensaba igual y otro deseara que me pusieran bombas, se sucedieron los ataques en estos términos, no sin antes haber hecho referencia explícita a mi domicilio:
"Comemierda e hijo de la gran puta, subnormal, a ver si tengo la suerte de verte, hombre".
"Lastima que no estén delante, tío, que te iba a quitar la barba a tortazos limpios".
En el caso concreto de Fallarás, por cuyo trabajo siento admiración y por cuya persona toda mi solidaridad, la situación es especialmente grave, porque quienes arremeten contra ella son policías; son fuerzas de seguridad del Estado y eso, inquieta. Por este motivo, cuando otra colega muy querida me decía esta mañana que tod@s l@s periodistas en piña deberíamos defender a Fallarás, no puedo estar más de acuerdo.
Y añado más, todos los sindicatos policiales y el resto de cuerpos de seguridad del Estado deberían condenar públicamente declaraciones o manifestaciones tan ruines y mezquinas realizadas por miembros de su colectivo. De no hacerlo, ese corporativismo no hace más que despertar inseguridad, desconfianza y rechazo hacia todo el cuerpo, algo que es claramente injusto, pero contra lo que ellos mismos tienen el antídoto. Que lo apliquen.