Recuerdo cuando era niño cómo se podía contar aquel chiste en el que uno le pregunta a otro "Oye, ¿quién es Dios?", a lo que responden, "¿el de me cagüen?". Hoy habría que tener mucho cuidadito, no fuera que ofendiera los sentimientos religiosos y terminaras en el calabozo una noche antes de una vista judicial. Esa es la España que tenemos, en la que cagarse en Dios para criticar la sinrazón de una organización como los Abogados Cristianos, que busca amedrentar y cercenar la libertad de expresión, importa más a la Justicia que investigar a un adúltero empedernido cuya catadura moral se viene calando desde que se codeaba con el dictador y sobre el que una de sus amantes ha puesto en la picota más alta de la corrupción.
La Democracia en España es como "el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María", ese que mis queridas del Coño Insumiso ofendieron según los picapleitos cristianos: es un mero acto de fe. Cuando alguien nos dice que España es un país democrático no se puede demostrar, sencillamente, nos lo tenemos que creer. La libertad de expresión es uno de los pilares más esenciales en cualquier democracia y el caso de Willy Toledo vuelve a demostrar que en nuestro país no existe. No, desde luego, sin hacer pasar antes por un calvario judicial que para lo único que sirve es para consumir recursos de una Justicia esclerótica.
Willy no ha sido detenido por cagarse en Dios, sino por no personarse ante un juez por considerar que la denuncia es una patraña. A pesar de que la orden de detención se emitió el pasado 4 de septiembre para que de ese modo se personara en los juzgados hoy, día 13, que ayer Willy durmiera en un calabozo solo tiene un propósito: amedrentar, mandar un recado de escarmiento.
La Justicia ha vuelto a hacer el ridículo. Incluso siendo necesaria la detención de Willy para que hoy acudiera al juzgado -de otro modo, como es lógico, él no habría ido-, ésta se podría haber producido esta mañana, evitando así que pasara una noche en el calabozo. La Justicia ha querido dar un golpe en la mesa y lucir un acto de fuerza; lo único que ha logrado es darnos más fortaleza a quienes apoyamos a Willy.
Su detención no hace más que darnos la razón cuando alertamos de la amenaza que se cierne sobre la libertad de expresión. Especialmente cuando se utiliza, como lo ha hecho Willy, para denunciar las atrocidades de quienes dicen defender una religión que, históricamente, tanto daño ha hecho -y hace- a la Humanidad. Pero así son las religiones, con su doble rasero, poniendo encima de la mesa sus 'bondades' y obviando sus miserias, su mezquindad, su complicidad activa con actos violentos. Ante todo eso, nuestro rechazo, nuestra denuncia, nuestro humor, un humor, por otro lado, que en estos casos es una cosa muy seria:
- Padre, me confieso.
- Dime, hijo mío.
- El otro día, le hice una felación al cura del pueblo de al lado.
- Pues muy mal, hijo, sabes que ésta es tu parroquia.