El mundo se muere de hambre. Hoy 821 millones de personas, según el último informe de la ONU. ¿Y mañana? La Tierra entró en números rojos el pasado 1 de agosto, es decir, a esas alturas del año, la Humanidad ya había consumido lo que produce en un año. ¿De veras creen que con este sistema se rebajará esa cifra de hambruna mundial?
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio se han dado de bruces con la realidad, se han estrellado contra el capitalismo y, con todo, la ONU sigue distinguiendo entre un capitalismo bueno y malo. Este sistema depredador en el que, inevitablemente, para que unas pocas personas amasen fortunas han de hacerlo a costa de otras y del mismo planeta, es incompatible con eses Objetivos del Milenio.
En 2017 aumentó en 7 millones el número de personas afectadas por la subalimentación, es decir, por la carencia crónica de alimentos. Nos estamos moviendo ya en los niveles de hace 8 años; vamos de mal en peor. Mientras el 20% de la población de todo África (256 millones) se muere de hambre, en Europa, Norteamérica... continuamos con un consumismo desmedido. Según WWF, con el ritmo que mantenemos en los países depredadores nos harían falta 1,6 planetas para satisfacer nuestras demandas. Inviable.
En lugar de tomar medidas radicales, esto es, que acudan a la raíz del problema, la ONU parchea y se limita a ir desplazando el límite para cumplir con los Objetivos del Milenio: ya vamos por el 2030. En este punto, no debemos olvidar que la ONU no es un ente etéreo, sino que somos tod@s, que 191 jefes de Estado suscribieron en el año 2000 los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, entre los que se encuentra 'hambre cero'.
El cambio climático, que hemos provocado los 'países desarrollados', tiene mucho que ver en esta situación, pero también la sobreexplotación de recursos naturales en las regiones afectadas, o las guerras, esas que desde países como España alimentamos vendiendo armas a uno de los bandos, como sucede con el conflicto en Yemen y nuestros negocios con Arabia Saudí. Y es que la guerra en Yemen, junto con otras como las de Sudán del Sur, Somalia y el norte de Nigeria son algunas de las causantes de la hambruna.
Como consecuencia de todo ello se producen movimientos migratorios ante los cuales, España y Europa dan la espalda, estableciendo un cordón sanitario y abandonando a nuestras propias víctimas. Quienes llegan a nuestras fronteras son eso, el resultado directo o indirecto de nuestro consumismo: 'primero España y l@s español@s', claman ciertas personas. De nuevo, parches con tintes xenófobos y fascistoides.
A niveles domésticos sucede lo mismo que a escala global. Una parte del España consume de manera desmedida mientras la pobreza avanza a pasos agigantados. La miseria se ceba con buena parte de la población mientras en plena crisis afloran 10.000 nuevas personas millonarias.
Nada cambiará si no acabamos con el capitalismo. No basta con reformularlo, es preciso desterrarlo. De no hacerlo, nada importará la Diada, el tráfico de masters o la goleada de la Selección. Más pronto que tarde, nos habremos ido al carajo.
¿Cuánt@s de ustedes saben que la ONU tiene una campaña en marcha desde hace años llamada 'Acabemos con la defecación al aire libre'? En lo que usted ha tardado en leer este artículo, ha muerto un niño o una niña a consecuencia de enfermedades ligadas con esta práctica. Un tercio de la población mundial (2.500 millones de personas) continúa sin acceso a un saneamiento adecuado, como retretes o letrinas. Más de mil millones de personas en todo el mundo han de literalmente cagar al aire libre mientras el resto del mundo les cagamos encima a ellos. Sigan defendiendo el capitalismo y, quizás, sean ustedes quienes se vayan por el retrete mañana.