Daniel Lacalle se cae del PP. Renuncia a su acta de diputado. Se pueden adivinir dos motivos para que esto suceda: por un lado, el oficial: Mari Mar Blanco, sin oficio ni beneficio más allá de ser 'hermana de', no puede quedarse sin trabajo. Por otro, el oficioso: no es lo mismo el sueldo de un ministro de Economía que de diputado en la oposición y a Lacalle le gusta más el dinero que a un tonto un lápiz.
Asistimos al segundo gatillazo de Lacalle con el PP, cuyos seguidores cada vez que aparece en listas tienen sueños húmedos con otro milagro como el del presidiario Rato. El primero fue en 2015, cuando Esperanza Aguirre presumió de haberlo fichado para su lista en Madrid; después, matizó que sólo como asesor y, finalmente, quedó en nada.
Ahora vemos la calaña del tipo, cuyo cinismo alcanza cotas tan altas como su neoliberalismo salvaje, afirmando en redes sociales que "mi compromiso sigue intacto, así como mis responsabilidades en el área económica. Creo que la mejor manera de servir al proyecto del Partido Popular y su labor en el congreso es ceder mi acta y seguir trabajando y aportando en él área económica apoyando al Comité Ejecutivo y la Fundación Concordia y Libertad". Claro, todo el mundo sabe que se hace mejor oposición fuera del Congreso que dentro.
Su salida, junto con la de Andrea Levy, es un fraude para el electorado popular, que el pasado 28 de abril votaron -al menos los pocos que lo hicieron, especialmente en Madrid- con ellos dos como candidatos... y no como cualquier candidato. Los fichajes estrella, y Lacalle se presentó como tal, son un cebo para l@s votantes, que en esta ocasión han picado para descubrir para su desconsuelo que lo que parecía una sabrosa lombriz no es más que un trozo de caucho.
Sea como fuere, el otro fondo de la cuestión es la entrada de Mari Mar Blanco en el Congreso. Estando en la oposición, Casado no quiere perder la baza de ETA y ahí entra la hermanísima, experta en instrumentalizar a las víctimas en campaña, algo lamentable precisamente por la tragedia que sufrió en primera persona. Mientras ella ha dejado de pasar frío y vuelve al ascua parlamentaria -ya pensaba dónde ganarse el cocido fuera de la política-, Casado no suelta su baza del terrorismo... que después de las municipales ya no podrá aferrarse a los ayusazos.