Una señora que estudió Derecho ha condenado a Teresa Rodríguez y a Alfredo Díaz Cardiel a pagar 5.000 euros cada uno a los hijos del franquista José Utrera Molina. Según la señora del mazo, el franquista no era más que un servidor de la ley cuando, entre otras acciones, ratificó la muerte por garrote vil de Salvador Puig Antich en 1974, tal y como acusó la jueza argentina María Servini dictando su detención preventiva.
Rodríguez y Díaz Cardiel quisieron poner de manifiesto la complicidad activa de Utrera Molina con la dictadura asesina de Franco, pero para la señora que ha dictado sentencia, era la ley de la época y no se puede reprochar nada. Los hijos del servidor de la ley franquista consideraron que las palabras de laos representantes de Podemos buscaban "dañar la imagen y el nombre" de su padre. Qué ingenuos: de eso ya se ocupó él mismo y la Historia así lo reconoce.
Un padre siempre es un padre, dicen. Son tremendos los testimonios de l@s hij@s de los torturadores de la dictadura argentina, de cómo después de haber arrojado desde un avión a decenas de inocentes al océano, llegaban a casa y les daban un beso de buenas noches. Más tremendos son aún los testimonios de personas como Bibiana Reibaldi, una de estas hijas, que relata cómo reconoció a su padre como un genocida y hasta el día de su muerte trató de convencerlo para que confesar ante la fiscalía.
Ese ejercicio les falta a los hijos de Utrera Molina, que deberían reconocer a su progenitor como un partícipe activo de uno de los períodos más negros de la Historia de España, como defensor de una dictadura asesina que acabó con la vida de muchas personas inocentes, sencillamente, por reclamar la libertad que les era negada.
Jamás tendrán la admiración que provoca Bibiana Reibaldi porque nunca reconocerán a su padre como lo que fue. Con su muerte, no sólo han heredado bienes, también una ideología que es incompatible con la democracia. Lo demostraron en el entierro de su padre, Cara al sol incluido, y en su encendida defensa de Franco. Quien condena al pago de 10.000 euros a Rodríguez y Díaz Cardiel hace un flaco favor a la justicia y blanquea lo que realmente fue Utrera Molina, cuya muerte estoy seguro que celebramos muchas personas que consideramos que el mundo pasaba a ser un poquito mejor.