Posos de anarquía

Fichados por no vacunarse

Fichados por no vacunarse
Vista de un envase de la vacuna de los laboratorios Pfizer/BioNTech contra la covid-19. — EFE

El próximo domingo comienzan las vacunaciones de COVID-19 en España y el porcentaje de población que se niega o aún tiene dudas acerca de vacunarse o no todavía es muy elevado. Ante esta situación, Sanidad anuncia que registrará a quien no lo haga y este hecho, lejos de tranquilizar, inquieta aún más a las personas indecisas que se sienten fichadas y sumidas en una campaña absoluta de desinformación.

Entre las personas reacias a vacunarse no sólo se encuentran los movimientos antivacunas que en el pasado cargaron contra vacunas como la triple vírica, sin ir más lejos; también se encuentran personas que han seguido de cerca la carrera frenética llevada por las compañías farmacéuticas y los gobiernos, en una suerte de la conquista de la Luna en el ámbito sanitario.

Se trata de un grupo de población nada despreciable que asiste estupefacto a cómo en el seno mismo de los profesionales sanitarios hay un porcentaje de reacios, que pese a constituir un grupo de riesgo que encabeza la lista de vacunaciones avanzan que no se la pondrán. Esa es una realidad de la que no podemos abstraernos y Sanidad, en lugar de analizar por qué se genera este desconcierto, opta por 'fichar' a quien no se vacune.

El gobierno habla de "estudio cualitativo", con el fin de "analizar las causas de determinados grupos de población y poder insistir en ellos en campañas de información y de divulgación para explicar el beneficio de las vacunas". La justificación, sencillamente, chirría.

Según los datos del Instituto de Salud Carlos III, la gripe provocó en las dos últimas temporadas cerca de 15.000 muertes y alrededor de 3.000 ingresos en la UCI, unas cifras que, siendo inferiores a las del coronavirus, ponen los pelos de punta. En esas circunstancias, Sanidad nunca ha puesto encima de la mesa la posibilidad de registrar a quien se niegue a poner la vacuna de la gripe y ahora, en cambio, sí. Más desconcierto.

A diferencia de lo que sucede con la gripe, la población susceptible de ser vacunada de COVID-19 es el cien por cien. Dicho de otro modo, descontando del total a quienes sí se han vacunado, Sanidad tendría su estudio cualitativo para articular cuantas campañas informativas sean necesarias -acción, por otro lado, que sería de agradecer que se iniciara previamente-; no es necesario registrar expresamente a quienes se nieguen.

El anuncio de 'fichar' a quienes rechacen la vacuna es contraproducente y genera más dudas. Si vacunarse es una opción libre no debería ser preciso el control específico de quienes ejerzan su derecho a no vacunarse, porque resta libertad, se entromete en la intimidad personal de cada persona y es contradictorio con el discurso oficial. Es una incoherencia más de las vividas a nivel mundial en la gestión de la pandemia.

¿Alguien de verdad cree que una persona en su sano juicio rechazaría vacunarse contra una enfermedad que se ha llevado por delante más de 1,7 millones de vidas en todo el mundo? Pero lo que no quiere es vacunarse porque sí, entregándose a una fe ciega y sin que se arroje luz sobre su mar de dudas... y mucho menos, que su nombre engrose una lista en contra de su voluntad.

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