Los medios de comunicación nacionales continúan padeciendo un centralismo exacerbado que, entre otras dolencias, se evidencia en que tras el paso del temporal Filomena pareciera que únicamente hubiera nevado en Madrid. Por este motivo, es más que probable que la noticia que hoy traigo aquí no salte al conjunto de la opinión pública, pese a su extrema gravedad: el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre (PP), secuestrará hoy la democracia, con la complicidad de Ciudadanos (Cs) y el que fuera líder de los naranjas y hoy concejal no adscrito, Juan Cassá.
Hace tres años ya que escribí acerca del proyecto conocido como la Torre del Puerto, un mamotrero de hotel de lujo en pleno puerto de Málaga contra el que buena parte de la ciudadanía, grupos ecologistas, incluso, la UNESCO han puesto el grito en el cielo. Recientemente, el proyecto volvió a ser noticia porque esa ciudadanía consiguió reunir la firma de más de 300 personalidades en un manifiesto que expresaba su oposición frontal contra esta nueva atrocidad urbanística.
Dado el más que evidente malestar ciudadano, Podemos, IU y el PSOE han presentado una moción para convocar una consulta ciudadana para que el pueblo, del que emana la soberanía popular, sea quien decida cómo quiere su ciudad. Parece lógico pensar que un proyecto de este calado, entre cuyos opositores se encuentra la misma UNESCO, merece contar con el beneplácito ciudadano para salir adelante. Pues no será así.
La derecha niega a la ciudadanía el derecho a decidir y lo hace, además, indicando que hacerlo sería negativo. Así lo ha expresado De la Torre, indicando que convocar una consulta ciudadana generaría "inseguridad jurídica". La desfachatez del alcalde malagueño es tan grande como el rascacielos que quiere imponer a la ciudad de Málaga.
La única inseguridad que se generaría afectaría a las promesas que él y sus socios de gobierno hayan hecho a los inversores, a quienes no debe nada porque, no lo olvidemos, es un servidor público y como tal se debe a la ciudadanía y no a las élites económicas ante las que se postra y quién sabe si algo más. Esta es, en realidad, una medida continuista respecto a la gestión que ha venido realizado durante todos estos años, en los cuales ha vendido el alma de Málaga al diablo, demoliendo más de 300 edificios históricos para favorecer el urbanismo depredador.
Si tan convencido está De la Torre del apoyo popular a su mastodóntico proyecto, ¿no sería lógico convocar la consulta para reforzar sus argumentos? Sin embargo, no está convencido de ello y prefiere aferrarse al cheque en blanco que, erróneamente, cree que le da el resultado electoral cada cuatro años. Mientras, la ciudadanía está harta de ver cómo Málaga se ha plegado a la urbanismo voraz de multinacionales que no revierten ninguna riqueza en los habitantes, cada vez más empobrecidos y emprobecidas, con ingresos medios muy por debajo de la media española.
No puedo cerrar el artículo que expone este secuestro de la democracia sin recordar al portavoz socialista, Daniel Pérez, que si este proyecto está saliendo adelante es porque en el pasado, cuando se fraguaba, contó con la bendición del PSOE, tanto a nivel autonómico con Susana Díaz como presidenta, como municipal. Bien está que ahora, con un PSOE andaluz en horas bajas, rectifique su postura por aquello de que es de sabios, pero que no olvide que la sabiduría no riñe con la responsabilidad y, si el proyecto finalmente prospera, estará cimentado también con las siglas socialistas.