Cuando alguien tiene que leer por qué da la vida, de qué es de lo que se siente más orgullosa en toda su existencia es que, quizás, ni siquiera ella se lo cree. Es lo que hizo ayer Isabel Díaz-Ayuso durante una intervención cobarde, mentirosa y que mientras se erigía como Estatua de la Libertad de la Puerta del Sol, privaba a la ciudadanía del derecho a la información, cercenando la libertad de prensa al no admitir preguntas en una cuestión de tamaña trascendencia.
Ayuso es pura contradicción, neta esquizofrenia política, absoluto egocentrismo ebrio de frustración. Ayuso es delirio, cinismo kamikaze, musa de los siete pecados capitales disfrazada de La Dolorosa. Ayuso es mentira, un trozo de pizza fría arrojado por la ventana de un ático de lujo.
Es la misma política que al tiempo que dice que "Madrid es de todos. Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España? No es de nadie porque es de todos" nos la dibuja como un paraíso de libertades y derechos que va por libre, como un oasis en mitad del desierto democrático peninsular. Ella, que tanta cogobernanza ha exigido es quien ahora se enfrenta a sus propios homólogos de partido en su negativa a mantener el cierre perimetral durante el puente de San José y Semana Santa. Durante el Consejo Interterritorial de Sanidad de ayer tarde, el consejero de Sanidad de Madrid fue el único de todas las Comunidades Autónomas que votó en contra de la decisión unánime de manter el cierre autonómico en esas fechas. No sólo eso, sino que a pesar de que la decisión es firme y habrá orden ministerial de obligado cumplimiento -fruto de la cogobernanza exigida-, el gobierno de Madrid se jacta de que incumplirá la ley.
Sacar a Ayuso del poder, ya sea por medio de una moción de censura o de unas elecciones, se ha convertido en una cuestión de supervivencia. La presidenta popular afirmó que ha dado la vida por Madrid, pero se equivoca, son decenas de miles de habitantes de Madrid quienes han dado la vida por ella, por culpa de ella, de sus desmanes, de su ligereza a la hora de abordar la pandemia. Madrid es la Comunidad donde más muertes en residencias de mayores se han producido, rozando las 6.200 muertes, de las que 4.709 se produjeron entre el 14 de marzo y el 22 de junio de 2020, fechas en las que por orden de Ayuso las residencias no podían derivar contagiados a centros hospitalarios, pese a no contar con medios para atenderlos en sus centros.
Con una tasa de incidencia de 224 casos en los últimos 14 días, Madrid es la región con los peores datos de toda España y Ayuso quiere abrir las puertas de par en par, como de hecho ya lo están para los jóvenes franceses que contratan desde París viajes organizados de bacanales en la capital, cuya policía va a más de 200 cierres de fiestas ilegales cada día del fin de semana.
Las ayusadas son tantas y de tal calado que esta columna sería interminable si quisiera exponerlas todas, desde la dimisión de sus responsables sanitarios por la irresponsable gestión de la pandemia a los sobrecostes de un hospital de cartón piedra sin personal o la precarización de un sistema sanitario privado de los millones de refuerzo inyectados por el gobierno de la nación.
Ayuso es privilegios, es deseo de astucia anclada en ocurrencias, es típico tópico de una derecha hueca. Ayuso es azote de pobres y bálsamo de ricos, es acusación infundada, es terrorismo institucional. Ayuso es caos, es destrucción, es limosna arrojada con desgana, es caspa pegajosa con gomina. Ayuso es soberbia a la enésima potencia, es un tuit de karaoke, una plancha por el aniversario. Y, definitivamente, lo que NO es Ayuso es Madrid.