Tras la ocurrencia de Isabel Díaz Ayuso (PP) de crear la Oficina de Español para colocar al polifacético (por las veces que ha cambiado de partido) Toni Cantó, pasó desapercibida la constatación del fracaso de la estrategia de vacunación en la Comunidad de Madrid, la región con más recursos de España y que, sin embargo, va a la cola de la inmunización de sus habitantes: el acuerdo para que ahora se puedan vacunar también en El Corte Inglés, Acciona o el Banco Santander, algo inédito en España, revela la nefasta gestión sanitaria llevada a cabo.
Comprar ropa de marcas exclusivas, pagar con su tarjeta de fidelización y, además, marcharse con la vacuna COVID puesta. Si vive en Madrid, es una de las muchas personas aún sin vacunar y se puede permitir esas compras para hacerse con todo el lote, es lo que podrá hacer a partir del día 7 de julio en El Corte Inglés. Como apuntaba ayer en Twitter mi colega Miguel Muñoz, el sueño de todo neoliberal. La diferencia es que, al ser gratuita, si no queda satisfecho o satisfecha no le devolverán el dinero.
Díaz Ayuso quiso revestir la noticia de un éxito de la colaboración público-privada, que es el mantra que siempre canturrea la derecha para colarnos la privatización de servicios públicos. Sin embargo, este acuerdo firmado en el marco del Plan Sumamos Salud+Economía de las patronales CEOE y CEIM a quien primeramente beneficia es a las empresas, que vacunarán a su gusto a sus trabajadores para mantener la continuidad de negocio. Ni siquiera este aspecto se ha ejecutado con eficiencia porque, ya que se hace, llega de un modo tan tardío que a estas alturas escalonar las vacunaciones de las personas que trabajan en estas empresas, que era su objetivo principal, ya no tendrá tanto sentido.
Por otro lado, ¿qué se esconde detrás del anuncio de Ayuso? Sencillo: estar a la cola de vacunación de España. Lo peor no es que Madrid apenas tenga al 32% de la población con la pauta de vacunación completa, frente a más del 40% de Galicia, casi el 39% de Extremadura o la media española rozando el 37%, sino que ni siquiera ha sido capaz de administrar el 84% de las vacunas con que cuenta, frente a otras Comunidades como Asturias o Andalucía que superan el 96% y el 94%, respectivamente.
El resumen es que la gestión de Ayuso ha sido incapaz de desplegar una estrategia de vacunación eficaz. Anticipando la semana fantástica de la vacunación, vacunar las 24 horas en el Zendal ya evidenciaba el fiasco, no sólo de la gestión sanitaria, sino global, porque hacer que la población tenga que autoadministrarse sus citas, acudir a unas instalaciones mal comunicadas, de madrugada y sin transporte público a esas horas es una auténtica aberración, que vuelve a dejar al margen a las personas más desfavorecidas.
Mientras, Madrid cuenta con una incidencia acumulada a 14 días de 82,97 por cada 100.000 habitantes, la novena peor Comunidad con, además, 67 zonas básicas de salud por encima de los 100 casos. Estadísticas peores que las de la mayor parte de las capitales europeas con las que difícilmente podrá competir Madrid para atraer turismo. La musa de la hostelería, que continúa sin aportar un solo euro de ayudas al gremio, asesta así otro rejonazo a la economía madrileña que tanto decía preocuparle.
Sus primeras acciones como presidenta se han dirigido más a tomar el control de Telemadrid o colocar a Mister Comas 2021 Cantó que a cumplir promesas electorales como las bajadas de impuestos (misma promesa que hizo en 2019 sin que hasta la fecha haya cumplido). Antes de la campaña electoral barrunté que reemplazar a Ayuso era una cuestión de superviviencia y con el cierre de los centros de atención primaria, los descuidos de vacunación de colectivos sanitarios o la torpe estrategia de vacunación constatan aquella afirmación. Ojalá no hubiera sido así.