Posos de anarquía

Albares y la política letal

Albares y la política letal
El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares. - Alberto Ortega / Europa Press

Otros vendrán que buena te harán. El refranero español tiene ese poso de sabiduría que termina siempre por acertar. Las actuaciones del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que ya en la crisis de Ceuta avanzó reconociendo desconocer los términos de los acuerdos con Marruecos, han conseguido que a su lado su predecesora Arancha González Laya sea algo a lo que ni siquiera pueda aspirar el afrancesado -y mira que Laya se lo había puesto fácil-. Lo volvió a demostrar ayer Albares en el Congreso, cuando a preguntas de ERC y PNV -de los pocos dignos que siempre están al lado del pueblo saharaui- se negó a responder sobre las violaciones físicas y de los derechos humanos que la activista saharaui Sultana Jaya lleva más de un año sufriendo en el Sáhara Occidental ocupado ilegalmente por Marruecos.

"Sultana está escribiendo la Historia con mayúsculas". Lo decía el pasado domingo, durante la clausura de FiSahara Madrid, Tiba Chagaf, el director nacional de Cine y Teatro del ministerio de Cultura saharaui. Ojalá Albares hubiera acudido a este festival: dado que su rápida asunción de la histórica sumisión de España con Hassan II y Mohamed VI no le permiten admitir las atrocidades que Sultana sufre a manos de Marruecos, como tantas otras personas saharauis, al menos habría tenido que pasar el mal trago de ver el documental #SultanaLibre producido por Équipe Média:

Para Albares, como le ha sucedido a todos los gobiernos que hemos tenido en democracia, el respeto por los Derechos Humanos (DDHH) parece ser una cuestión de dinero. Ante las torturas, las violaciones, las palizas, el vertido de líquidos tóxicos y la privación de libertad de movimiento con un arresto domiciliario ilegal de más de un año, el titular de Exteriores responde que España envía dinero a cooperación. Dinero, por cierto, que va a parar a Marruecos, que es el torturador.

Albares representa esa política que, con un tono calmo, sosegado, se vuelve letal. Albares merece exposición para que todo el mundo vea cómo el ministro mira para otro lado cuando se le pregunta directamente por una mujer, Sultana, a la que la policía marroquí ha reventado literalmente un ojo, ha violado repetidas veces, ha contagiado de Covid, ha dado palizas en mitad de la noche...Por extensión, un presidente del Gobierno que despliega estas políticas, que ante hechos tan flagrantes como los sufridos por Sultana, ni siquiera es capaz de pronunciar la palabra "Marruecos", no merece ningún respeto. Ninguno. Los hechos son de tal gravedad que nada puede disculpar esta connivencia con Mohamed VI.

Sultana Jaya está poniendo en jaque a Marruecos, resistiendo ante los abusos de Marruecos, rompiendo el silencio por sí misma y con ayuda de medios como Équipe Média y el resto del movimiento solidario. No es la única, como probó el último informe elaborado por la Federación de Asociaciones Catalanas Amigas del Pueblo Saharaui (ACAPS) y NOVACT (Instituto Internacional para la No-violencia Activa) que revelaba que desde la ruptura del alto el fuego por parte de Marruecos en noviembre de 2020, el reino alauita comete una vulneración de derechos civiles cada dos días.Nushatta Foundation es otro de los medios que ha expuesto a Marruecos, probando la represión y los crímenes que comete... pero eso tiene un precio. El pasado 11 de diciembre, el director de esta organización, Lwali Lahmad, fue detenido por la policía marroquí. Según relata, hasta ocho coches y tres motocicletas de policía bloquearon su casa situada en el barrio de LaHashishah en El-Aaiún.

Lahmad, de 27 años, fue detenido sin orden ni motivo, impidiéndole hablar con un abogado. El hecho de que uno de los policías que le llevó preso fuera quien ha estado involucrado en graves violaciones de DDHH contra saharauis en los últimos años no presagiaba nada bueno. Los policías le vendaron los ojos al periodista, le esposaron, y ya dentro del coche le golpearon con una barra de hierro, propinado puñetazos y codazos en la espalda y el rostro. El interrogatorio se centró en cuestiones como su punto de vista de la libertad -claramente opuesto al de estos animales- sobre la democracia, el Frente Polisario y la independencia del Sáhara Occidental. Ya en el sótano del cuartel general de la policía marroquí, continuó sometido a torturas durante al menos otros cuarenta minutos, llegando a perder el conocimiento.

La paliza con bates de béisbol en la cabeza, espalda, cara, piernas, costillas y pecho fue de órdago, aderezadas con amenazas de asesinato y violación. Hasta seis horas permanecería allí torturado, hasta que fue llevado ante otro grupo de policías que le exigieron que cesara su trabajo como periodista. Sería liberado a las dos de la madrugada con lesiones de las que todavía hoy intenta recuperarse.

Pero España envía dinero de cooperación -"somos el primer donante", afirma Albares-... igual lo gasta Marruecos en esos bates de béisbol con los que después apalean a los periodistas y activistas saharauis. Todo eso da igual, porque Albares ya ha marcado la casilla de Cooperación en su hoja de cálculo y a otra cosa mariposa. ¿Es o no es para que se nos revuelvan las entrañas?

 

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