Lo vivido este martes en el Congreso retrata a la perfección a una parte de la derecha mediática, incapaz de asumir sus limitaciones y complejos, recurriendo al insulto y la descalificación para hacerse llamar periodistas. La negativa de la portavoz de EH Bildu Mertxe Aizpurua a contestar las preguntas de Josué Cárdenas (7NN) y Javier Negre (Estado de Alarma TV) se zanjó con un "¡Qué hija de puta!" por parte de este último. Como es lógico, EH Bildu ha pedido el amparo de la Cámara Baja ante esta evidente falta de profesionalidad y respeto a un cargo electo.
A estas alturas del partido, ni Cárdenas ni Negre han entendido en qué consiste el derecho a la información y mucho menos lo que entraña esta profesión, a la que tanto avergüenzan. En lugar de formular sus preguntas en relación a lo tratado en la Junta de Portavoces, que era el motivo de la comparecencia de Aizpurua, se dedican a martillear machaconamente con preguntas irrespetuosas fuera de contexto y cargadas de agravios o, incluso, acusaciones difamatorias.
No sorprende, pues, que la portavoz de EH Bildu se negara educadamente a contestar a las preguntas de estos generadores de contenido para espacios de la derecha más ultra. Algo que, pese a ser legítimo, no terminó de encajar Cárdenas, que en tono mitinero preguntó "¿Usted sabe que el tiempo de vetar a los periodistas, de coartarnos la libertad, de secuestrarnos y pegarnos tiros ya ha pasado y que debería contestarme?".
Lo cierto es que no pudo estar más desacertado este generador de contenido pues, aunque no es práctica de EH Bildu, aún sigue siendo tiempo de veto a periodistas y de coartarnos la libertad... sólo que quienes lo hacen se encuentran más en la órbita ideológica de Cárdenas y Negre que en la de Aizpurua. Ya no solo Vox, incluso desde el Partido Popular (PP) es habitual el apagón informativo a periodistas, la negativa a proporcionar información pública o, incluso, la descalificación cuando sus trapos sucios salen a la luz.
Se equivoca también Cárdenas en que Aizpurua deba responder y mucho más yerra Negre -condenado ya varias veces a rectificar contenido difundido- cuando, tragando su propia bilis, insulta a la portavoz de EH Bildu. Debería trabajarse de otro modo la frustración, tomar antiácidos... quizás, escribir de otro tema que le resulte más asequible a su sesera, como los bordados en las banderas patrióticas, qué sé yo.
Las reacciones de una parte de la derecha mediática, sencillamente, están a la altura de una parte de la bancada conservadora del Congreso. Y en eso también se distinguen de la izquierda, porque ni verán a partidos progresistas negarse a responder a las preguntas de medios como ABC o La Razón ni a periodistas de medios más progresistas insultar a políticos de derechas cuando éstos les vetan o, incluso y como veíamos recientemente con Andrea Ropero (La Sexta), cuando son agredidos como lo fue ella por el escudero de Isabel Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez.
La explicación es muy sencilla: asumido que hay medios de comunicación de izquierda y de derecha, la línea roja está en el respeto y el uso de datos objetivos. Según la tendencia de cada cual, la elección de las informaciones y el enfoque de éstas variará en función de su ideología -despachándose después a placer en los espacios de opinión-, pero no acosarán, no atacarán gratuitamente con agravios y acusaciones, no se creerán impunes y contrastarán las informaciones.
Hay otra parte de la derecha mediática que actúa más como gabinete de prensa de partidos de extrema-derecha que como verdaderos periodistas. Quienes llevamos muchos años en el oficio, repudiamos de ellos, los despreciamos y entendemos perfectamente que no se les dé cancha. Son los partidos a los que insultan -y no a los que sirven- quienes propiciaron las condiciones democráticas necesarias para ellos puedan ejercer con libertad lo que quiera que ejerzan, que periodismo ya les avanzo que no es. Al menos cotizan y aportan a las pensiones... espero.