Vox no aporta. Su discurso del odio tiene las patas muy cortas y mientras en los pocos días que llevamos de gobierno de izquierdas ya disfrutamos de mejores pensiones y salarios mínimos más dignos, la formación de Santiago Abascal continúa arremetiendo contra colectivos como el LGTBI, con un Iván Espinosa de los Monteros cada vez más nervioso, pareciendo anhelar tiempos muy oscuros en los que, según él, "hemos pasado de un extremo a otro. De pegar palizas a los homosexuales a que ahora esos colectivos impongan su ley".
Desde que arrancó la legislatura, la oposición conservadora no ha lanzado ni una sola propuesta de calado que mejore la vida de la ciudadanía. Continúa instalada en la confrontación, inventando conflictos o acentuando los existentes en lugar de proponer soluciones. En el caso concreto de Vox, la formación de extrema-derecha cada vez se encuentra más arrinconada, más desnuda y mostrando su verdadera naturaleza.
Mientras Rocío Monasterio está en el punto de mira por las irregularidades -sino ilegalidades- cometidas como arquitecta, ya está siendo investigada nada menos que por la fiscalía del Tribunal Supremo por supuestos delitos de odio contra menores. ¿Puede haber algo más ruin que criminalizar a jóvenes menores de edad indefensos?
Hoy mismo, El País revela cómo Abascal y Espinosa de los Monteros cobraron unos 65.000 euros del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán, la misma formación que llegó a tener un brazo armado incluido entre las organizaciones terroristas y que, según este diario, propició la creación de Vox en 2013 pagando un millón de euros.
No hay que rascar mucho para darse cuenta de lo que en realidad hay bajo los trajes ajustados de Abascal y el discurso neofascista de corta y pega de Ortega Smith. Tras acusar al PSOE de promover la pederastia con dinero público -y no se refería al dinero que se da a la Iglesia católica- Twitter suspendió la cuenta de Vox... y Vox patalea y se plantea llevar a los tribunales a Twitter, como si ésta no fuera una empresa privada que pudiera hacer y deshacer a su antojo. Lo digo con conocimiento de causa: puede molestar más o menos, pero Twitter es un negocio y puede vetar o no a discreción.
Y, cuando hablamos de Vox, no faltan motivos para suspender sus cuentas en cualquier red social, puesto que si con la cuenta nacional dicen estas barbaridades, imaginen lo que hacen sus representantes electos en Administraciones Autonómicas o Locales... o no se lo imaginen, se lo diré yo: El concejal de Vox en Rincón de la Victoria, no dudó en acusar a PSOE de haber "robado, secuestrado, violado y asesinado a lo largo de su historia".
Ese es el modo de hacer política de Vox. Es es el modo en que protagoniza el cuento de El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen, en el que ya va desnudo por la calle mientras se cree vestido. Eso es Vox al desnudo, eso es la extrema-derecha.