Punto de Fisión

Parar la libretita

La ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal. -Carlos Luján / Europa Press
La ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal. -Carlos Luján / Europa Press

Cospedal ha regresado, como en ella es habitual, en diferido y en forma de simulación. Es una vieja costumbre hispánica eso de que la historia se repita como la fabada o el ajo arriero. Lo advirtió el poeta Ángel González en unos versos entre caníbales y gastronómicos:

Nada es lo mismo, nada

permanece.

Menos la Historia y la morcilla de mi tierra:

se hacen las dos con sangre, se repiten.

No se entiende muy bien esta manía de querer involucrar a toda costa a Cospedal en las pesquisas por el caso Kitchen, como si Cospedal, en lugar de orquestar las cloacas estatales y organizar una cacería contra Luis Bárcenas, se hubiese dedicado a algo ilegal. Como si, yo qué sé, como si hubiera levantado un bebé en brazos o se hubiera comprado un chalet en la sierra.

Ante la petición de volver a imputarla, el abogado de Cospedal, Jesús Santos, ha iniciado una línea de defensa tan imaginativa que bien merecería figurar en el repertorio de argumentos de Jimmy McGill, el inefable leguleyo de Better Call Saul. Cuando tiene que explicar cómo llegó una pistola a las manos de su cliente, McGill asegura muy serio: "No lo sé, ni ustedes tampoco. A lo mejor la soltó una paloma que volaba casualmente por allí". Con un desparpajo similar, Santos afirma que la expresión "parar la libretita" (que se escucha perfectamente de boca de la ex secretaria general del PP en uno de los descacharrantes audios de las conversaciones entre Villarejo y Cospedal) venía a referirse no a detener el escándalo de los papeles de Bárcenas, sino a frenar la publicación de las noticias referidas al extesorero en radios, periódicos y televisiones. Es decir, que no se trataba de acojonar a un delincuente sino de silenciar a toda la prensa del país. La mancha de una mora con otra verde se quita. Chúpate ésa, Jimmy McGill.

De todos es sabido la excelente relación que guardaba Villarejo con ciertos medios de comunicación, de Inda a Ferreras y desde Santurce a Bilbao, de manera que por ese lado la explicación no suena tan descabellada. Gracias a otros audios no menos descacharrantes, hoy sabemos que Villarejo y Ferreras eran uña y carne, y que el audaz periodista no daba una noticia que no viniera directamente filtrada desde el pesebre policial. Lo que chirría es el término "libretita" como equivalente de "agenda informativa", un neologismo que quizá no lo sea tanto en el dialecto manchego. Por si esto no fuese suficiente, la defensa alega, en el mejor estilo McGill, que por lo demás tampoco está probado que las grabaciones no estén retocadas ni que los audios sean fiables. A lo mejor la voz que se oye allí no es la de Cospedal, sino la de José Luis Moreno probando tonos para una nueva versión de Doña Rogelia.

Se podrán achacar muchas cosas a los abogados defensores del PP, excepto falta de imaginación, aunque también es verdad que, con los jueces que les tocan, a Cospedal y a Fernández Díaz los podría defender una cotorra argentina sin mucha dificultad. En otro audio que salió a la luz en mayo se oía perfectamente a Villarejo comentar: "A este tío, al cabrón del cabrón, hay que laminarlo, ¿eh?". Y después la voz de Cospedal (o de Doña Rogelia) que corroboraba: "Yo lo tengo más claro que el agua. No tengo la menor duda". Tampoco la tiene el juez Manuel García-Castellón, quien, ante la falta de indicios sólidos, decidió excluir a Cospedal de la instrucción y limitarse al ministro del Monólogo Interior. Coño, es que ni que se hubiera comprado un chalet en Galapagar.

Más Noticias