Dicen que la Economía no es una ciencia exacta, aunque la verdad es que se le parece mucho. A lo mejor no lo era hace un siglo, cuando allá por 1929 una crisis mundial provocaba que los banqueros y los millonarios perdiesen fortunas de la noche a la mañana y se arrojasen de cabeza de sus despachos de Wall Street. No obstante, hace mucho que los amos del cotarro aprendieron los mecanismos para sortear los electrocardiogramas de los gráficos bursátiles, una vez que descubrieron que es muy fácil que el Estado capee el temporal y preste una ayuda cuando vienen mal dadas. De algo tenía que servir el comunismo. Se trata de socializar las pérdidas y privatizar los beneficios, neoliberalismo puro y duro, de manera que cuando un banquero gana, estupendo para él, y cuando pierde, nos jodemos todos los demás. Es mucho mejor que lluevan pobres a que lluevan millonarios, principalmente porque los pobres no suelen vivir en rascacielos.
Acabamos de enterarnos que, después de una pandemia mundial y en medio de una guerra que mantiene en vilo a occidente, el Banco Santander obtuvo el año pasado el mayor beneficio de su historia: 9.600 millones de euros. Si a esto sumamos las ganancias superlativas que también han disfrutado otras entidades como Bankinter o BBVA, no se entiende muy bien el asco que le tienen estos excelsos usureros al gobierno de coalición de Pedro Sánchez, menos aun el escándalo con que acogen medidas sociales tan urgentes y necesarias como la ayuda mínima vital o la subida de sueldos y pensiones.
En cierto modo, el lógico porque los tiburones de la banca siguen a rajatabla los mandamientos de Gordon Gekko, el engominado corredor de bolsa interpretado por Michael Douglas, un tipo sin escrúpulos que asegura que la codicia es buena. Es un principio repugnante que atenta no sólo contra la ética sino contra la religión, excepto cuando caes en la cuenta de que, del Potala al Vaticano, no hay un solo templo que no esté levantado sobre oro. Y que los pobres ya tienen bastante con el reino de los cielos.
Mientras la inmensa mayoría de los españoles hacemos juegos malabares para llegar a fin de mes, cada vez hay más banqueros que cobran más de un millón de euros anuales. A este curioso cambalache los expertos lo denominan "crear riqueza". Para echar más leña al fuego, el Banco Central Europeo ha decidido subir todavía más los tipos de interés, a ver si la gente empieza a ahorcarse y, en lugar de un mensaje de despedida, deja la letra de la hipoteca. La actual presidenta del BCE, Christine Lagarde, comentó no hace muchos años que la longevidad supone un riesgo para la economía mundial, una frase que algunos alarmistas interpretaron en el sentido de que los ancianos no se mueren a su hora. Estos días se publicó la noticia de que Michele Barco, un trabajador italiano de 59 años, llevaba unos pasteles y una botella de vino para celebrar que era su último día en la empresa cuando cayó fulminado por un infarto. No pudo disfrutar ni de un solo día de pensión: el sueño húmedo de un banquero. A fuerza de trucar la ruleta, la Economía es una ciencia más exacta cada día que pasa.
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