La alegría y la rebeldía no son incompatibles. Al revés, se necesitan tanto mutuamente que la una sin la otra no son capaces más que de perpetuar lo que ya existe, de que nada cambie. Y algo distinto hay que hacer en Andalucía para que la cosa cambie, pero que cambie a mejor, no para atrás.
Este 1º de mayo duele ver, otra vez, a Andalucía marcada por el farolillo rojo del desempleo. La brecha con el resto de España se hace un abismo que toma forma de incertidumbre, de angustia cargada a hombros de la gente trabajadora. El paro en nuestra tierra se nos presenta como un accidente geográfico. "Ahí siempre ha habido una montaña, y siempre estará". Esto es falso. Pero además es interesado. Les ha interesado a los gobiernos de la Junta para echar la culpa al otro, y le interesa al Gobierno central para que no se cuestione el reparto. Les interesa a los partidos con sede en Madrid porque así no tienen que señalar las causas, y porque son responsables del desempleo, la precariedad y la inseguridad que se sufre en los tajos de Andalucía.
Pero hay una versión aún más rebuscada y cabrona, que es la que nos culpabiliza a nosotras y nosotros mismos. Y en particular a las jóvenes. Cuando se nos dice "es que sois unos flojos". Cuando se nos vende el fake de que cualquiera puede emprender y asumir riesgos, sabiendo que la realidad es que solo alguien que ya tiene un colchón económico suficiente puede permitírselo (sobre todo si lo hereda, claro). La culpa que esconde este cuento, "si no sales de esta es porque no quieres", pesa en nuestras espaldas y en muchas ocasiones la vivimos en soledad. Sin embargo, la solución no es individual, sino colectiva. En Andalucía sabemos lo que es pelear para salir adelante. Pelear por nuestros hijos, por nuestras abuelas, por nuestras amigas y nuestras comadres, por las cosas de comer, por la vida y la felicidad.
Porque ser feliz no es una entelequia. Feliz se es con futuro y sin incertidumbre. Sin estos dos pilares, la vida se hace cuesta arriba. Que se lo digan a los compañeros y compañeras de Airbus en Puerto Real, que ven cómo se desmantela la fábrica que creyeron les ofrecería estabilidad y certidumbre para siempre. Que se lo digan a los compañeros de Zumosol en Palma del Río y a sus familias, que se han visto abandonados de forma rastrera por parte de la empresa, pero también por parte de los gobiernos y administraciones, cómplices del desmantelamiento de nuestro tejido productivo. Y a poner rebujitos, dice el señorito.
Esta es la Andalucía que nos han dejado entre unos y otros. La del 36% de paro juvenil. Varios puntos más si además de joven eres mujer.
Pero los partidos con sede en Madrid echan balones fuera. "Ahí siempre ha habido una montaña, y siempre estará". De hecho, casi al contrario. Algunos hasta se atreven a sacar pecho. Juanma Moreno intenta colarnos la moto de un supuesto milagro económico del PP desde la Junta. Y el Gobierno de coalición guarda sus compromisos y reivindicaciones en un cajón. Las migajas no le sirven a Andalucía. Porque, nada más rascar mínimamente en los datos, vemos que se han destruido 32.000 empleos y que 78.000 andaluces y andaluzas han abandonado el mercado laboral. Porque cuando baja el paro (si baja, que casi siempre sube) es porque muchas vecinas y vecinos de nuestra tierra directamente dejan de buscar empleo.
Porque detrás de la propaganda institucional (pagada con el dinero de nuestro bolsillo) hay una realidad que no se maquilla. Esa realidad se llama Andalucía. Y esa Andalucía, que ve que la sanidad está peor, a la que se le va el dinero en pagar la luz y el alquiler, que quiere formar una familia y no puede, que no sabe cómo arreglárselas para cuidar a sus mayores, que vive con el temor a que le despidan. Esa Andalucía que ve como la poca industria que tenía se la llevan fuera, este 1º de mayo se levanta.
Se levanta contra la precariedad, se levanta contra el desempleo, se levanta contra la explotación. Se levanta contra la siniestralidad laboral, por Eduardo y tantos otros. Se levanta contra la represión a los trabajadores y trabajadoras, desde los currelas del metal en Cádiz hasta las limpiadoras en Córdoba. Se levanta contra las tanquetas. Se levanta por una industrialización ecosocial para nuestra tierra y por la que ninguno de los 61 diputados en el Congreso ha sido capaz de pelear. Es el pueblo andaluz el que se levanta y pelea por un futuro. Por un futuro digno para nuestra gente. Por un futuro digno para todas las personas que viven en Andalucía. Se levanta por el empleo estable, de calidad, por la carga de trabajo, por la dignidad del empleo para las y los jóvenes. Para que no tengan que elegir entre el exilio y la precariedad.
Y se levanta sin resignación, sin tristeza. Con alegría rebelde. Con poderío. Se levanta frente a los señoritos, desde Andalucía, sin miedo y sin permiso. Y se levanta para defender la vida, la felicidad. Este 1º de mayo, Andalucía se levanta, en defensa propia.
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