Dominio público

Pierde Feijóo, ¿y gana Ayuso?

Ana Pardo de Vera

Pierde Feijóo, ¿y gana Ayuso?Hace poco recordaba en un tuit, con Alberto Núñez Feijóo desafiando a la periodista Silvia Intxaurrondo por corregirle un dato erróneo (o de mala fe) sobre la revalorización de las pensiones en una entrevista en TVE, la frase del expresident de la Generalitat Josep Tarradellas: "En política se puede hacer de todo menos el ridículo", y el candidato del Partido Popular a la Presidencia del Gobierno ha hecho el ridículo y se lo han hecho hacer; probablemente, ha hecho el mayor ridículo de su vida política, y aparte de él mismo, hay varios responsables, al menos, visibles. Los invisibles que esta plumilla intuya me los reservo hasta comprobarlo.

Cuando Feijóo salió de Galicia bajo palio, como él quería, rumbo a la calle Génova y tras haberse limpiado los restos de sangre y vísceras de su antecesor Pablo Casado (mi reino republicano por sus pensamientos...), informamos en Público del chorreo de euros que dejó caer sobre los medios con sede en Madrid. Como ha hecho siempre en Galicia, el expresidente de la Xunta confiaba en la prensa (un decir) y en sus encuestas correspondientes para lograr una mayoría, si no absoluta, suficiente para forzar una negociación con el PSOE no socialista (haberlo, hailo), el PNV y Vox para gobernar en solitario. Feijóo y su equipo estaban convencidos de que el efecto antisanchista (bien publicitado en los medios y sus encuestas) les haría conseguir más escaños que PSOE, Sumar, ERC y Bildu juntos. Ha sido otro error, el peor junto al de hacer el ridículo: la mala gestión de las expectativas en política.

En la madrugada del domingo 23 al lunes 24 de julio, en el balcón de la calle Génova, junto a Isabel Díaz Ayuso (subrayado en rojo), a Jose Luis Martínez Almeida, a Esteban González Pons, Carmen Fúnez y otros/as dirigentes del PP, un Feijóo que leía sus papeles aparecía como el gran perdedor de la noche. Ni los repugnantes gritos del "Que te vote Txapote" ni los humillantes avisos "Ayuso, presidenta" bajo el balcón del ganador-perdedor lograron animar el discurso del presidente del PP, que inmediatamente insistió en que ha ganado las elecciones generales (muy por debajo de lo previsto, pero eso no se dice) y tiene que gobernar, como el resto de presidentes del Gobierno de la historia postfranquista de España: Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.

Otra vez la mentira de patas cortas, especialidad de la casa: España es una democracia parlamentaria y la prueba la tuvo en Ayuso (Madrid), María Guardiola (Extremadura) o Juan Manuel Moreno Bonilla (Andalucía), entre otros, que gobernaron su primera legislatura autonómica sin ser el partido ganador. Lo han hecho legítimamente e, incluso en el caso de Guardiola, con un partido antidemocrático que rechaza los derechos humanos. Feijóo ha ganado la batalla, pero no ha ganado la guerra, empleando la retórica de su enfadado potencial socio, Santiago Abascal, que lo culpa de la caída estrepitosa de Vox este domingo. En eso se equivoca el de ultraderecha: esta ha caído (espero que hasta desaparecer cuanto antes) por la fuerza del feminismo, el ecologismo, el mundo de la cultura, la plurinacionalidad de España y la renuncia al retroceso. Sí, hay líneas rojas y Feijóo se las ha saltado; por eso, si yo fuera Ayuso, tampoco lo tendría claro: el periodismo existe, Madrid no es toda España y Marcial Dorado no era solo un contrabandista, sino el responsable de la peor etapa de muerte y dolor en Galicia. Tomen nota.


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