Dominio público

Ganan los gritos del vecino del primero

Sato Díaz

Jefe de Política en 'Público'

Ganan los gritos del vecino del primero
El presidente del PP de la Comunitat Valenciana, Carlos Mazón, interviene en un mitin en la Plaza de Toros, a 21 de mayo de 2023, en Valencia, Comunidad de Valencia (España). Jorge Gil / Europa Press
21/5/2023

A través del patio de luces se escucha, cada vez que sale Pedro Sánchez por la tele, un grito desgarrado: "¡Hijo de puta!". Es la voz hiriente y herida, insana, de un vecino de algunos pisos más abajo, en un grandísimo bloque de viviendas en el madrileño barrio de Carabanchel. El eco resuena en el interior de la manzana, sobre todo en verano, cuando las ventanas están abiertas: "¡Ojalá te mueras ya!". Una voz que vertebra las emociones, el odio; una voz que es imposible que salga desde lo racional. El fascismo no se sustenta ni se esparce en sesudas reflexiones.

Ya en enero del 2022, la socióloga Belén Barreiro publicaba en El País el artículo Hacerlo bien cayendo mal, que acompañaba al barómetro que el instituto demoscópico 40dB había ejecutado para la Cadena Ser y el periódico de Prisa. El análisis de Barreiro venía a decir que, mientras que la sociedad valoraba positivamente la gestión del Gobierno de coalición, su forma de enfrentarse a la pandemia de covid-19 y el escudo social desplegado para proteger a la población más vulnerable, la coalición gubernamental no lograba apuntarse el tanto, no generaba simpatías.

Contrastaba con esta percepción la mala evaluación que hacían las personas encuestadas acerca de la imagen del Gobierno. "El Gobierno cae mal", sentenciaba hace más de un año la directora de 40dB. Ciertamente, buena parte de la sociedad ha generado un rechazo visceral contra el Gobierno de coalición entre socialistas y Unidas Podemos. Cuando alguien cae mal, en muchas ocasiones está motivada por alguna característica o actitud de esa persona, pero también por algo irracional hacia ella. Cuando la gestión es buena y la percepción del gestor mala, la irracionalidad y las emociones operan por encima de la razón.

El rechazo al Gobierno progresista ha sido azuzado por la propia oposición política sin miramientos, incluso desde la misma sesión de investidura de Pedro Sánchez ya tildaron al Ejecutivo de "ilegítimo", pero también por la mayoría de los grandes medios de comunicación. Un rechazo que, como ya se analizaba a principios del año pasado por Berreiro, está más relacionado por las sensaciones y emociones que genera el Gobierno que por los hechos que este ha llevado a cabo. Es un hecho, por ejemplo, la buena valoración en el extranjero de las políticas del Gobierno de coalición para hacer frente a la pandemia y las consecuencias de la guerra en Ucrania.

Se volvió a evidenciar la noche electoral del 28M, tras una campaña en la que las derechas políticas y mediáticas hicieron todo lo posible para que no se hablara del asunto sobre el que se votaba, la gestión de los ayuntamientos y las comunidades autónomas, y sí sobre ETA o la legitimidad o no de las votaciones tras los aislados escándalos que afectaban al voto por correo. La democracia se sustenta cada vez más en emociones basadas en hechos no contrastables; el componente irracional toma cada vez más protagonismo en el debate público. Esta tendencia no es nueva.

Este jueves se conocía el acuerdo de gobierno entre PP y Vox para la Generalitat Valenciana. Bien arriba, en el documento, el segundo punto del pacto programático habla de memoria. "Reivindicaremos la historia de España y de la Comunitat Valenciana y garantizaremos la libertad de memoria y el absoluto y pleno respeto a los derechos y libertades de todos. Por ello, se derogarán las normas que atacan la reconciliación en los asuntos históricos", reza la alianza valenciana entre PP y Vox, que ya apunta a la derogación de la ley de memoria democrática que llevará a cabo la derecha si gobierna en el Estado.

‘Libertad de memoria’ es un concepto que puede volverse muy peligroso en estos tiempos en los que la realidad no influye tanto como la percepción de la misma, influenciada por los instintos más bajos y emociones. ‘Libertad de memoria’ está a un paso de llevarse a la práctica como una ‘libertad para reescribir la historia’. Para dejar de entender la Historia como una disciplina que, mediante el trabajo serio y contrastable de sus estudiosos y profesionales, logra clarificar el pasado.

Se complica comprender el presente, se ponen en duda los consensos sobre el pasado, se encapota el futuro. Cada vez se hace más necesaria una reflexión colectiva sobre cómo afrontar este huracán que modula la realidad y abona el terreno para gobiernos ultras, que dejan la razón a un lado para que gobiernen los peores sentimientos.

Ya oscurece por levante, Vox llega al Govern del País Valencià a lomos del PP. Y amenazan nubes negras generalizadas que no dejen salir el sol. Hace falta esa reflexión colectiva para que el diálogo y el debate cuenten más que los gritos e insultos del vecino del primero.

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