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Euskadi no es Madrid (y menos mal)

Ana Pardo de Vera

Euskadi no es Madrid (y menos mal)
El candidato a lehendakari del PNV, Imanol Pradales, ofrece una rueda de prensa este domingo en Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao. EFE/Luis Tejido

El cambio sociológico y político en Euskadi se ha confirmado en las elecciones de este domingo: el PNV ha dejado de ser la fuerza hegemónica del territorio desde las autonómicas de 1980 y ha sido superada por un partido igualmente nacionalista, pero de izquierdas. El eje izquierda-derecha en Euskadi, no obstante, está a años luz del estatal: mientras en España el PSOE lidera un Gobierno de izquierdas, en el Ejecutivo vasco el PSE forma parte minoritaria de una coalición con el PNV, una derecha al nivel de las liberales europeas desde que dejó atrás el pasado fundacional carlista y católico de su fundador, Sabino Arana. El PNV ha apoyado en Madrid leyes como las del matrimonio homosexual o la eutanasia, pero ha rechazado la reforma laboral de 2022 en el sentido contrario de Bildu o ERC, esto es, por ser demasiado progresista.

Si el PSE-PSOE estuviera en línea con el estatal, con el gallego o con el catalán, debería haber un Gobierno de izquierdas en Euskadi, con Bildu, los socialistas y Sumar, que supongo que en este momento y tras el descalabro en Galicia, celebra los resultados del 21-A como si fuera Bildu: en sus primeras autonómicas en Euskadi, la formación de Yolanda Díaz logra entrar en el Parlamento vasco mientras Elkarrekin Podemos -con quien la líder de Sumar Euskadi, Alba García, fue candidata por Bilbao para las municipales- se queda fuera. La pésima noticia es que Vox mantiene su escaño democráticamente, pese a que el de la ultraderecha es un partido antidemocrático. Paradojas de la grandeza de la democracia.

El PNV pierde cuatro escaños y Bildu gana seis; ambos empatan a 27, o sea, suman 54 escaños de 75. El PSE, PP, Sumar y Vox juntan 21, mucho menos de la mitad del Parlamento. ¿Es Euskadi más independentista? Las encuestas dicen que no, que al revés: son muchísimo menos independentistas (13%), pero porque les interesa muchísimo su territorio, apuestan por la cercanía de su poder político, según el último Deustobarómetro. Esto no es coyuntural, sino estructural. El PNV envejece naturalmente tras más de cuatro décadas ganando y la alternancia ya es posible en el Gobierno de Euskadi con un perfil político diferente pero igualmente nacionalista; desde luego, las formaciones estatales con franquicia vasca lo tienen cada vez más difícil en este territorio y solo pueden aspirar a ser llave de Gobierno vasco, escaño arriba, escaño abajo.

Para el PP no es una buena noche, aunque hayan ganado un escaño con Javier de Andrés: esperaban ser la llave de la llave de un Ejecutivo de PNV y PSE -que se quedan en 39 escaños, uno por encima de la mayoría absoluta- y absorber a la ultraderecha, pero Vox se aferra a su escaño como a los ataques contra los derechos humanos de su ideario; 21.172 votos son muchos votos. El PSOE respira aliviado con sus dos escaños más y la gobernabilidad asegurada con el PNV; además, Pedro Sánchez sabe que seguirá contando en Madrid con el partido del lehendakari Imanol Pradales, pero también con el Bildu de Pello Otxandiano, pese al paroxismo fuera de lugar de los socialistas con la tibieza de Otxandiano con ETA durante la campaña.


La conquista democrática de Bildu en Euskadi incluye también su estrategia en España y les está funcionando perfectamente: ETA es pasado (que no la memoria) y Bildu es presente y futuro. Y es una buena noticia para la democracia, insistimos, con la que los gobiernos tienen aún muchas cuentas pendientes en España y no son oficialmente terrorismo (de momento).

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