Tierra de nadie

Navidad en Podemos

Se esperaba una tregua en Podemos al estilo de la de 1914 entre ingleses y alemanes, y hasta Errejón lo había sugerido en una entrevista: "Necesitamos descansar, y tienen que venir las Navidades, hay que comer bien, hay que dormir bien, hay que pensar bien, hay que serenar las cosas un poco". Pero si en las trincheras del partido hubiera surgido un Willie Loasby con la idea de confraternizar con el otro bando, compartir chocolatinas, cantar villancicos y jugar al fútbol le habrían dejado como un colador en tierra de nadie si antes Echenique no le hubiera pasado con la silla por encima.

Un error muy común respecto a los secretarios de Organización es el de suponerles árbitros de las disputas cuando en realidad son quienes les vigilan la huerta. De ahí que haya sorprendido que Echenique la haya emprendido contra Errejón y se haya sumado a una campaña en las redes sociales en la que se le atiza por criticar el relevo del portavoz en la Asamblea de Madrid, José Manuel López, perpetrado, todo hay que decirlo, con notable nocturnidad y suficiente alevosía.

Errejón, según ha explicado Echenique, es un tipo estupendo y tiene unas ideas brillantísimas, pero él y los suyos estarían poniendo el proyecto en peligro por cuestionar las decisiones de los órganos democráticamente electos. Traducido al castellano, si Ramón Espinar ha ganado en Madrid puede poner de portavoz a quien le venga en gana y si el relevo es mujer, mejor todavía, porque feminiza mucho la organización.

A Echenique le habría bastado con amparar su crítica en el hecho incuestionable de que es el brazo armado de Iglesias pero ha preferido mantener la ficción de que sigue siendo una voz independiente, una especie de juez imparcial que da y quita razones, aunque siempre se la quite a los mismos. Para afianzar este supuesto papel de mediador se ha visto obligado a ofrecer argumentos que no han hecho sino aumentar la confusión, una especie de manual de comportamiento sobre lo que se puede hacer y lo que no. Así, no se puede censurar públicamente cualquier cambio o "restructuración de responsabilidades" porque eso desgasta a Podemos y devalúa la democracia interna; de ahí que se haya tenido que censurar públicamente a Errejón y a su "familia" como "toque de atención".

La idea de que lo decidido por un órgano del partido no es apelable porque eso es poner los intereses de una "familia" por delante de la legitimidad democrática resulta cuando menos curiosa, ya que esa misma lógica inhabilita la esencia misma de la política. Por esa misma regla de tres, habría que comulgar con cualquier ley que saliera adelante en el Parlamento o con cualquier decisión del Gobierno, ya que reprobarlas no haría sino desacreditar la legitimidad de las urnas que han decidido quién tiene la mayoría para hacer de su capa un sayo o toda una colección primavera-verano.

Aceptar deportivamente los resultados de la democracia, "nos gusten más o nos gusten menos", como sostiene Echenique, es una buena recomendación para un partido de fútbol pero resulta infantil cuando se usa como definición para un partido político. Aquí lo aconsejable es usar la mayoría con tino y evitar el rodillo y las goleadas. El ganador de unas elecciones internas no tiene patente de corso para conducir como un loco la apisonadora sobre los callos de los perdedores, a los que además se les pide que no protesten o que lo hagan pero en silencio.

Según Echenique, liderar es dar ejemplo y ayudar a la gente a que no se equivoque, como al parecer está haciendo Errejón. Podemos es "cuidarnos entre nosotros", afirma, como una gran familia sin cuñados. El mensaje es conmovedor y navideño, aunque de tregua ni hablamos.

 

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