Antes sabía más del diablo por viejo

Antes sabía más del diablo por viejo
Ramón Tamames durante la segunda sesión de la moción de censura, en el Congreso de los Diputados, a 22 de marzo de 2023, en Madrid. Eduardo Parra / Europa Press

Los ancianos siempre han sido respetados en prácticamente todas las culturas. En las sociedades humanas, la vejez implicaba, y así se celebraba públicamente, conocimiento, experiencia, ponderación, claridad, una mirada larga precisamente por el recorrido hecho y por la cercanía del final. En un mundo con 8000 millones de seres humanos, inmerso en la sociedad de la información, donde casi todo el mundo tiene un teléfono móvil inteligente al que le puedes preguntar casi cualquier cosa, la sabiduría de la edad ¿ha declinado?

Sin embargo, vemos en muchos lugares cómo las presidencias recaen en personas muy mayores. Ahí está Joe Biden con 80 años, Putin con 70, el egipcio Abdelfatah el Sisi con 68, aunque es verdad, en contraste, que ahí están también  los 39 que tenía Macron cuando accedió a la presidencia (no son los mejores días para esta reflexión), los 36 de Boric en Chile, los 34 de la primera ministra socialdemócrata de Finlandia, Sanna Marín o los 37 de Nayib Bukele, el presidente de El Salvador. No sé qué saldría de la comparación...

Algún día habrá que aplicarle a las televisiones, a muchas radios y periódicos el delito de corrupción de mayores.

Durante la crisis de 2009, la pensión de los ancianos salvó del hambre a muchas familias cuando los hijos y los nietos perdieron el empleo. En democracia, es verdad que ningún gobierno se atreve a golpear mucho a los ancianos porque son muchos millones de votos (por ejemplo en España, casi diez) pero no deja de ser verdad que son los que todavía ven televisión. Por eso la Comunidad de Madrid impuso durante el COVID un protocolo, conocido como el Protocolo de la vergüenza, que asesinó a 7291 ancianos (5.795 con covid) al prohibir que se les llevara a los hospitales y, sin embargo, los ancianos, porque ven la televisión, votan a Isabel Díaz Ayuso, que era la responsable de las residencias. Algún día habrá que aplicarle a las televisiones, a muchas radios y periódicos el delito de corrupción de mayores.

Los viejos tienen que cuidarse a sí mismos desde el amor propio. Y respetarse. Esta semana he estado con Pepe Mujica, el ex Presidente de Uruguay. Tiene la rotundidad de sus 87 años y los 15 pasados en prisión. Los medios le acosaban y no perdía la calma. Decía lo que pensaba, que era siempre sentencioso (por ejemplo, un ateo convencido en un continente tan religioso). No me imagino al Pepe mintiendo.  (¿Quizá alguna mentira piadosa?). Porque un viejo que miente puede producir ternura pero se juega el respeto. Hay que irse con dignidad.

Con la vejez puedes ser ese anciano que planta olivos en el atardecer del mediterráneo pese a que nunca lo verá crecidos  o ser un catedrático de 90 años al que su soberbia, su egoísmo, su ensimismamiento miope y sus malas compañías le llevan a cerrar su vida desvelando que su biografía es probable que tuviera más de montaje teatral que de convicciones profundas.

La moción de censura de VOX, personificada en la mirada triste y momificada de Ramón Tamames, es la penúltima luz que se apaga de la Transición con el tono que merece esa etapa sepia. La otra mirada la recordaron los señoros de VOX gritando desde la platea del público un ¡Viva el Rey! que sonaba al ¡Arriba España! con que los falangistas fusilaban buenos españoles. Y que recordaba también al reciente ¡Matadlos! de Isabel Díaz Ayuso. Cómo les gustan las cunetas a las derechas españolas. Los ultracatólicos llevan a descerebrados a cantar por la noche sobre las tumbas republicanas del Valle de Cuelgamuros. Ay si alguien hiciera una rave en Paracuellos...

Tamames vendió muchos libros de su estructura económica. Durante el franquismo y durante la Inmaculada Transición los catedráticos a menudo obligaban en las universidades a comprar su libro. Soy de los que creen que cualquier profesor titular que imparta una asignatura debiera ser capaz de escribir un manual de la asignatura y me parece sensato que trabajes con tu propio libro. Pero hasta ahí. Hemos heredado impunidades de todas las instituciones públicas, que con frecuencia les sale el tufo a franquismo. Tamames ha puesto a la venta en internet las hojas de su discurso. Menos mal que ya no tiene alumnos. Bueno, salvo los dirigente de VOX y Sánchez Dragó.

Durante la dictadura, en el Partido Comunista no estaban solo los comunistas sino también los antifranquistas. Ahí Tamames sobrevivió por su enorme capacidad camaleónica como catedrático en oportunismo. Luego fue el que ayudó a perpetuar como tránsfuga a la derecha en el ayuntamiento de Madrid. Como muchos de esos antiguos izquierdistas dogmáticos del franquismo y de la Transición terminaron en la derecha dogmática, demostrando que lo que han sido toda su vida es dogmáticos.

La inclemencia de VOX ha sido proverbial. La extrema derecha española, como hicieron los nazis en el sitio de Berlín, mandan a morir a niños y a ancianos al frente porque nunca han tenido escrúpulos.

La inclemencia de VOX ha sido proverbial. La extrema derecha española, como hicieron los nazis en el sitio de Berlín, mandan a morir a niños y a ancianos al frente porque nunca han tenido escrúpulos. Por eso, estos que gritan ¡Viva el Rey! y ¡Viva España! con voz de locutor franquista convierten el Parlamento en un circo que presenta a España como un país ridículo solo porque Abascal entendió que les convenía en su pelea por la hegemonía en la derecha española.

La derecha española siempre ha sido muy de obligar a respetar las formas. Por lo general a golpes. La letra con sangre entra, como la conciencia del espíritu nacional. No les gusta la indumentaria de andrajosos con los que tienen que convivir en el Parlamento. Retazos de cuando daban palizas a los del pelo largo y, antes, a los sans-culotts, a los pobres sin calzoncillos de la Revolución Francesa. En cambio, no les preocupa mancillar la institución de la moción de censura ni de escribir en la historia del parlamento español estas manera de truhan presentando una moción de censura saltándose los ropajes democráticos de la institución. Tampoco les preocupó entrar con una pistola en el Parlamento con uniforme de guardia civil o fusilar los presidentes, parlamentarios o alcaldes de la II República.

El PP, que es el alma mater de VOX, también ha hecho el ridículo porque el discurso de Tamames es el mismo que el de Feijóo y sin embargo ha querido acercarse como uno se acerca a un pariente heroinómano y alejarse absteniéndose como hace del agua caliente el gato escaldado.

La izquierda, sobria, le ha dado un repaso al catedrático cuya dialéctica se ha demostrado que sólo era eficaz en tertulias de iguales donde el eco rebota las mismas oquedades o en clases cautivas donde los estudiantes asentían por aquello de la nota. No sé qué sería de la derecha española sin los medios de comunicación.

Quizá lo único a rescatar de la moción de censura ha sido constatar que el nivel del parlamento es mayor que el de una taberna, que VOX sigue siendo el PP con tres cubatas, que el PP cada vez se parece más a la extrema derecha con la que sabe que quiere gobernar y que hay una izquierda que si convierte sus discursos en hecho puede hasta volver a ganar las elecciones.