¿Estamos acaso mejor que hace cinco días? 

¿Estamos acaso mejor que hace cinco días? 
Un hombre durante una manifestación en apoyo a Pedro Sánchez, a 28 de abril de 2024, en Madrid.- EP
  1. Leo una nota de Iván Redondo elogiando a Pedro Sánchez. Imagino en mi imaginación que ha sido este consultor estrella el que le ha propuesto a Sánchez estos cinco días vacíos del juego del ratón socialista y el gato reaccionario (imaginaciones mías). El problema de la política-espectáculo es que, como le ocurre al baloncesto (recuerda María Álvarez que Sánchez no juega al ajedrez, juega al baloncesto-, es todo muy rápido, muy espectacular, muy de posesión del balón por la posesión del balón y muy efímero.

Dice Maquiavelo en El príncipe que los grandes dirigentes hacen cosas con grandeza. Las artes menestrales que entrenan en cursos rápidos para ganar en el corto plazo al adversario valen para este estilo político que está llevando a la extrema derecha a mandar otra vez en Europa (Meloni se presenta al Parlamento Europeo, que va a terminar convirtiéndose en algo que remede, con las maneras del siglo XXI, al Parlamento fascista que asesinó a Giacomo Matteotti en 1924). Me temo que estos gestos audaces tan propios de la generación de Sánchez no sirven para cambiar el rumbo de un modelo que tiene más que ver con los desahucios, el desastre medioambiental, la guerra en Ucrania, el genocidio en Gaza o el poder incuestionado de las grandes fortunas. Felipe VI heredó, con el fajín de su padre, ser el que defiende los intereses conjuntos de la burguesía, las élites y los parásitos. Ojalá me equivoque, pero para que la democracia española no se hunda hace falta mucho empuje popular, y solo lo ha habido en Madrid y muy modesto.

2. Que Pedro Sánchez se diera cuenta "de pronto" de que existe el lawfare y que las parejas de los políticos sufren ¿es creíble? Ayuda a una respuesta negativa pensar que sabía perfectamente lo que hacía cuando se subió a ese carro y empujó cada vez que iba contra los independentistas vascos o catalanes, contra todos y cada uno de los dirigentes de Podemos -algunos en su gobierno-, contra las víctimas de la ley mordaza o cuantas víctimas de estos modos fascistas blandos ha habido estos años en nuestra demediada democracia. Y también porque una parte del lawfare, la mediática, ya la sufrió –y se quejó de ella con Évole– cuando le echaron de la Secretaría General del PSOE. Es un profesional de la política y sabe de qué va el percal. Algunos, enamorados del amor, piensan que la izquierda tiene una oportunidad de recuperar la agenda social y política olvidada desde que salió Podemos del Gobierno. Pero yo lo que veo en las encuestas es que a la izquierda del PSOE hay un barco a punto de naufragar.

3. Yo estaba convencido de que Sánchez iba a dimitir este lunes. Quizá ingenuamente, pensando que la izquierda no puede conquistar el corazón del pueblo con tretas. No montas este show para que no pase luego nada. Para decir que te quedas y no decir nada más. Para no repetir, con el cuchillo entre los dientes, esa cara de enfado que ensayaste en el Parlamento el día antes y que Ferreras te ayudó a convertir en un acontecimiento ("la cara del Presidente es, te lo estamos contando, de enorme enfado"). La sacudida que necesita la "democracia" española reclamaba un shock. La capacidad disruptiva estaba en la dimisión, no en la continuidad. Poner a España en vigilia cinco días, amenazar con dimitir, desaparecer del mundanal ruido como si fuera un opositor en el último examen, no se zanja sin más con una insulsa rueda de prensa donde no se anuncia absolutamente nada. Ni siquiera que se va a echar a los jueces corruptos e incostitucionales a los tiburones. La rueda de prensa y el ánimo de las entrevistas ha convertido el lawfare, sobre todo, en un tema personal (y eso no es verdad), y así no va a ayudar a esa convulsión democrática pendiente. Ya me jode, pero los que se olían un teatro están más cerca de la verdad que los que queríamos pensar que ahora sí había entendido. Cuando piensas como analista y no como político, te vence la bondad y te come el león.

4. Los socios de Sumar, igual que Podemos, están reclamando a Sánchez, a la desesperada, medidas urgentes, que sean la conclusión lógica de la permanencia del presidente: renovación –vía Parlamento– del Consejo General del Poder Judicial, derogación de la ley mordaza, nuevas reglas de acceso a la judicatura, control de las mentiras y bulos en los medios, reconocimiento de Palestina, enfrentar con contundencia los problemas de vivienda, reforma laboral...

Todas las leyes que celebró el mundo de la cultura en la sede de CCOO este domingo pasado, eran exigencias de Unidas Podemos, a las cuales, invariablemente, dijo que no el PSOE, por lo general en boca de Nadia Calviño. La "cabezonería" de Podemos sacó adelante esas medidas. Pero Pedro Sánchez ya no necesita a su izquierda para gobernar. Ahora que son contingentes como los mortales de Amanece que no es poco ¿va la izquierda, después de este drama griego de cinco días y propina, a hacer descarrillar el gobierno allí donde ha fracasado la derecha? Izquierda Unida está repitiendo el error que cometió Gaspar Llamazares de subordinarse al PSOE (y lo sé de primera mano porque fue imposible convencerle de que no lo hiciera. La capacidad del PSOE de disciplinar a la izquierda española es proverbial). Sumar, para que no quedaran dudas, fue el domingo a una manifestación que era, principalmente, a mayor gloria del PSOE, y las declaraciones de los líderes rosados eran de ensimismamiento con Sánchez, siguiendo la estela de Yolanda Díaz y Sira Rego. Si tan gran político es Sánchez ¿para qué hacéis falta vosotras? No me extraña nada el dato demoledor del CIS de estos cinco días del cóndor: Sumar pierde el 36% de sus votos y más de la mitad de esos apoyos se van al PSOE. Podemos también recibe su zarpazo y pierde medio punto. La estrategia de Sánchez ha conseguido el Santo Grial del bipartidismo.

5. Pedro Sánchez ha hecho una apuesta eminentemente personal, que sólo sirve para que él siga en posesión del balón. Ha disciplinado a su partido –ya nadie vuelve a toserle y hasta Page, católico, apostólico y sentimental, le ha regalado el rosario de su madre–; ha segado la hierba bajo los pies a Sumar y ha convertido en mueca la alegría levitante de Yolanda Díaz; además, dificulta enormemente el crecimiento de Podemos porque se ha comprado todos las papeletas de la épica. Por ahí, misión cumplida. Por el respeto a su dolor expresado –comprensible, aunque ahora es momento de crear una oficina independiente que deje claro a qué pueden dedicarse y a qué no los familiares de los miembros del Gobierno– y por el miedo ante un gobierno del PP y Vox, muchas personas hemos actuado como si le creyéramos. En esa confrontación con el poder, la hazaña de la dimisión le daba fuerzas para luchar contra los gigantes. ¿Lo hará ahora como presidente del Gobierno? Estos giros los hizo Felipe González y en verdad encandiló a media España. También la desindustrializó, la vendió a Alemania y Francia, la convirtió en una enorme taberna y ocupó a los GAL con maneras de puteros y asesinos. ¿Va en verdad a luchar Pedro Sánchez contra el lawfare? ¿Va a enfrenarse a los jueces y, por tanto, a su majestad Felipe VI? ¿Va a dar un giro político en lo nacional y lo internacional dependiendo en el Gobierno de Junts y del PNV? También se lo dijo en su día a Évole y luego hizo todo lo posible para gobernar con Ciudadanos, con el PP o en solitario con tal de no meter a la izquierda en el Ejecutivo. Las entrevistas que le hemos visto nos han dejado de piedra: después de este despliegue, la probabilidad de que no pase nada es muy alta.

6. Si todo este teatro –en el mejor sentido de la palabra– que ha protagonizado Sánchez, se le vuelve en contra -y no es muy complicado que le pase, visto el pasado y el presente–, la política española habrá dado una vuelta de tuerca más en su cinismo. La derecha y la extrema derecha lo tendrán mucho más fácil. Volverán banderas victoriosas....

Sumar se disolverá -a ver cómo le explica IU a sus bases todo lo que está pasando-, Los Verdes y Errejón harán algún tipo de alianza subordinada al PSOE, Compromís y Más Madrid irán desgastándose jugando a ser eternos segundones en sus territorios y Podemos tendrá que atravesar una travesía del desierto que le hará madurar, mutar o desaparecer. Por lo menos, tendrá razones para pelear. Mientras, el BNG, Bildu y ERC disfrutarán de la ausencia de competidores. Para volverse a hablar de unidad en la izquierda y que las bases, que son las que se tienen que unir, estén dispuestas, tendrán que irse casi todos los actuales líderes.

Si lo que ha hecho Pedro Sánchez es una pantomima, nunca la derecha va a encontrar más razones para intentar su marcha sobre Roma. Los jueces reaccionarios almidonarán sus puñetas, los digitales fascistas recuperarán adjetivos y volverán a estar subvencionados los gin tonic en el Parlamento. Entonces sí, el ciclo del 15M estará acabado políticamente y España entrará en una noche dolorosa. Poco a poco volverá, desde las calles y como siempre, a acumular fuerzas y, con toda seguridad, volveremos a encontrar cómo defender los derechos de las mayorías. Pero serán años de plomo, fealdad y sombras. Y todos tendremos que pensar cómo es que perdimos la oportunidad de nuestra vida para recuperar para la democracia el medio siglo que nos robó en España el siglo XX.