Corazón de Olivetti

Franco sin Franco: del 20-N al 20-D

Cuarenta años después de la muerte del dictador Francisco Franco Bahamonde, parece claro que en España tardaremos en asociar la fecha del 20 dde noviembre al Día de los Derechos del Niño o al inicio de la revolución mexicana. La efeméride sigue estando marcada por la conmemoración de la muerte de Francisco Franco, tal día como ese de 1975, y de José Antonio Primo de Rivera, que fuera ejecutado en Alicante un 20-N de 1936, pocos meses después de que su minoritario partido, Falange Española, respaldara el alzamiento faccioso de varios generales africanistas. Palabrería, entorchados, blanco y negro a perpetuidad. A pesar de sus uniformes paramilitares y de toda su pompa, los franquistas y los falangistas –que no siempre coinciden en una doble militancia-- tan sólo parecen aflorar cada 12 de octubre o cada 20 de noviembre en un largo rosario de misas, cuchipandas y concentraciones al aire libre, en el centro de Madrid o en el Monjuic barcelonés.

Este año han vuelto a hacerlo. Durante la última semana, han prosperado los eventos destinados a exaltar la figura del viejo Caudillo –duce sería quizá su traducción al italiano y führer al alemán--, en el cuadragésimo aniversario de su muerte más o menos plácida en un hospital de Madrid. El año que viene, seguro que José Antonio le robará más de un plano póstumo porque se cumplirá una cifra redonda, la del octogésimo aniversario de su resquiacat in pacem.

La Iglesia sigue siendo franquista.-

La vieja jerarquía eclesiástica de los brazos alzados ante Franco sigue prestando indudable servicios a los seguidores del viejo déspota, al abrir para ellos las puertas de medio centenar de templos, entre los que figuran catedrales españolas, como las de Jaén, Alicante, Baeza, Almería, Granada o Valladolid, En Madrid, la cita tuvo lugar el mismo viernes 20 de noviembre en la Iglesia de San Fermín de los Navarros, aunque la liturgia la ofició el capellán de Paracuellos del Jarama: no mucho más de 200 personas, entre las que figuraba la hija del tirano, Carmen Franco Polo.

"Debemos aprender la lección que nos dan estas grandes figuras de la Historia", afirmó el sacerdote oficiante, mientras los responsables de la Iglesia se lavaban las manos como Pilatos. ¿Imaginan algo parecido en Berlín o en Roma? Las preces se dirigían a "la obra que ellos hicieron", en aras de que "seamos dignos sucesores y continuemos con el ejemplo que el sacrificio de cada uno nos dejó". ¿Apología del fascismo? ¿Y qué? Si todos sabemos qué le ocurrió a Baltasar Garzón por, entre otras cuestiones, intentar sentar a lo que quedara de la dictadura franquista en el banquillo de los acusados.

Mientras el Papa Francisco intenta virar la política del Vaticano, en esa iglesia de Madrid tan ligada a un cierto nacionalismo navarro de raigambre conservadora, el oficiante citaba a Ratzinger y elogiaba a la guerra civil que, a juicio del cura, habría comenzado porque "la nación no podía vaciarse de contenido". Y si Franco apeló a sus valores cristianos para dar el golpe, el mártir José Antonio moría a los 33, la misma edad de Cristo, célibes ambos y entregando su vida por el resto de la humanidad, según subrayó para hilaridad de todos quienes no aguardaran a la salida con el Cara al Sol en los labios yen los brazos alzados como un saludo romano.

Ese es el retrato robot del fascismo hispano. En el altar, protestas por la cristanofobia; en la calle Eduardo Dato, banderas con aguiluchos. En el sermón, el "preciosísimo" testamento de Franco, entre el griterío callejero, militantes airados de Acción Juvenil Española, ejemplares de "Volvemos", gritos de Viva el Fascio y similares. Adentro, escarnio de los hijos del relativismo, a los que Franco expulsó del templo como si fueran los mercaderes del evangelio, mientras que alababa a los siervos de la verdad.

El año pasado, en Los Jerónimos, no fue distinto: «Un 18 de julio de 1936, las emisoras de radio anunciaban un levantamiento en África –clamaba el cura entonces--. Al frente de este alzamiento estaba un joven general, Francisco Franco Bahamonde. El alzamiento fue necesario, España estaba en peligro, una ideología procedente del infierno quería estrangular a la patria: el comunismo».

La iglesia elegida esta vez pertene a la junta de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, cuya historia se remonta al siglo XVII, y entre cuyas filas figuran carlistas o destacados militantes de UPN, mientras que una placa exterior recuerda a los mártires del 36. Claro que en sus filas tampoco falta Pedro María Tanco, que figuró en el puesto 21 de la lista del PP por Madrid o Amelio de Marichalar, el hermano de Jaime, el ex de Elena de Borbón. Su prefeccto, por cierto, es el Rey. En este caso, Felipe VI. Un retruécano si se tiene en cuenta la educación de su padre, Juan Carlos de Borbón, bajo la ferula del señor de El Pardo.

El Valle de los Caídos.-

La congregación de la iglesia de San Fermín de los Navarros se ha encogido de hombros y alguno de sus representantes ha dicho que no le parecía bien la celebración litúrgica del fascismo patrio pero no podía hacer nada para evitarlo. ¿Por qué? "Tienen derecho a celebrar". Que esperaban que todo se limitara a celebrar la resurrección de Cristo y no derivara en un acto político. Asi se expresaba, con una ecuménica dosis de cinismo, el Arzobispado de Madrid, que no ha respaldado explícitamente la búsqueda de los cadáveres de los demócratas ejecutados a mansalva por el fascismo patrio y entre quienes figuraban numerosos cristianos, pero que tutela en cambio el cementerio de Paracuellos con sus 136 mártires a manos del Gobierno republicano en los primeros meses de la conflagración. El problema estriba en que algunos tienen derecho a rezar pero otros no tienen derecho a encontrar a quienes aún duermen en las cunetas. Sin embargo, el Valle de los Caídos –construido por izquierdistas condenados a trabajos forzosos-- mantiene todos los parabienes oficiales y no ha servido de nada ni siquiera la solución light propuesta en su día por el comité de expertos creado bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero.

Hasta allí, hasta el mausoleo con los restos del fundador de Falange y del dictador, partió el viernes una marcha fascista desde la casa natal de José Antonio, en la calle Génova de Madrid. ¿Tiene algo que ver el hecho de que coincida dicha calle con la principal sede española del Partido Popular? Simple casualidad, aunque habrá que recordar que dicha formación política surgió de la refundación de Alianza Popular, el partido creado por el ministro franquista Manuel Fraga Iribarne, en cuyo ideario se recogía la necesidad de evitar "la voladura de la obra gigantesca de los últimos cuarenta años", refiriéndose al largo periodo autoritario que siguió a la victoria franquista en la guerra civil.

La extrema derecha y el PP.-

¿Quiere decir esto que el Partido Popular es de extrema derecha? La izquierda cree que sí y los ultraderechistas, que no. En cualquier caso, durante buena parte de su historia se ha dejado votar por numerosos fascistas que le consideraban como un voto útil, frente a la dispersión de las organizaciones que pudieran representarles. De hecho, en el Congreso, hasta hoy, tan sólo ha figura un representante de dicha tendencia: Blas Piñar, en la legislatura de 1979, al frente de Unidad Nacional. Fue una coalición de formaciones negras, entre las que descollaba Fuerza Nueva, que hoy es tan solo una editorial que organiza para hoy domingo día 22 una cena menos pomposa que la que anuncia la Fundación Francisco Franco. También hoy, en un acto promovido por Democracia Nacional en la Plaza de Oriente, dejaran oír sus voces Manuel Anrino, José Luis Corral "y otros representantes del nacionalismo español". Así se anuncian con la vergonzante ocultación de su perfil fascista o nazi, como constituyen las raíces políticas de Manuel Canduela en Acción Radical, su líder, que ya se vistió de gloria el año pasado cuando auguró tal día como hoy que Cataluña, de no conseguir la independencia por la vía legal, lo haría por la vía de las armas. Algunos ya veían a los Mossos de Escuadra enfrentándose en un combate cuerpo a cuerpo al Tercio de la Legión.

Esta vez, eso sí, han recibido la visita y el respaldo de "delegaciones extranjeras", que guardan relación con la extrema derecha europea, en un mapa político que se extiende desde el movimiento alemán Pegida al griego Amanecer Dorado. Hoy por hoy, este tipo de actos tiene más que ver con el pasado que con el futuro. De cara al electorado ninguna formación ultraderechista en la Unión Europea alardea de sus viejos líderes, como Adolf Hitler o Benito Mussolini. Más bien, los ocultan. Aquí, la Fundación Francisco Franco –a la que el Gobierno dejó de subvencionar y a la que Izquierda Unida pide que se ilegalice como Falange--, parece dormida en la creencia de que Franco Vive, "a tenor de lo que se escribe y se habla en los medios de comunicación comprobamos que Franco ocupa muchos espacios intentando desmitificarlo como el hombre que liberó a España del comunismo; que le salvó de entrar en la Segunda Guerra Mundial; que realizó la reconstrucción después de haber quedado asolada; que la impulsó económicamente a partir de los años 60; que llevó a cabo una labor social desde el Fuero del Trabajo por la puesta en marcha de la Seguridad Social y de innumerables ayudas a los trabajadores, a las familias y a los desfavorecidos. Que realizó el gran desarrollo de la agricultura, con la inauguración de cientos de pantanos, planes de colonización y de concentración parcelaria, entre otros. En general, consiguió para el pueblo español prosperidad, una gran clase media y la reconciliación con lo que, por ello, se pudo instaurar la monarquía y transitar hacia la democracia". Ni una palabra, claro, de la represión, de las ejecuciones sumarísimas o no, de la Ley de Vagos y Maleantes, la censura y la indefensión obrera: "La mediocridad de los gobernantes actuales y de los enemigos de siempre, incapaces de mejorar tales cotas de bienestar y prosperidad han vuelto a remover el fango del odio y del enfrentamiento y, cada día, para justificar su ineptitud, lanzan sus improperios, mentiras y falacias para desacreditarlo --prosigue--. ¿Qué están consiguiendo? Pues que sea recordado una y otra vez, cosa que no sucede con Churchill en Inglaterra, ni con Oliveira Salazar en Portugal, ni con De Gaulle en Francia, ni con otros estadistas de su tiempo, por lo que aún 40 años después de su fallecimiento, podemos afirmar que Franco Vive".

¡Arriba España!

Debe ser cierto, quizá porque el estigma cainita de nuestro pueblo sigue latente. Muchos de sus seguidores abrazaron a la derecha convencional, pero otros, los menos, terminaron en las filas del PSOE o incluso de IU. Franco sin Franco es una actitud, una estética del poder, una cerrazón ante cualquier suerte de crítica o disidencia. El franquismo no sólo fue un régimen sino una costumbre que deja extraños ramalazos como cuando Dolores López, secretaria general del Partido Popular en Andalucía, hizo suyo el grito de "¡Arriba España!"; que siempre fue el de Falange y el del autodenominado Movimiento Nacional. "En la intensidad de un mitin pude utilizar una expresión desafortunada que no va conmigo", apuntó en su twitter, al corregir su expresión y afirmar que lo que quiso decir fue "¡Viva España!", dirigido hacia el soberanismo catalán.

En esta última comunidad, el Partido Popular de García-Albiol si ha asumido algunos de los postulados claramente xenófobos del nuevo huevo de la serpiente. Quizá derivado de todo ello, los decepcionantes resultados de Plataforma per Catalunya (PxC), de Josep Anglada, que pasó en mayo de 67 concejales a 8, en los últimos comicios municipales. O los de España2000, principalmente en Valencia, mientras que tampoco parece que Vox vaya a remontar como escisión del PP a las órdenes de Alejo Vidal-Quadras y Santiago Abascal, y que más allá del radicalismo de su mensaje, no ha incidido de manera especial en el pasado franquista sino en cuestiones muy del gusto de su electorado de hoy: contra el matrimonio homosexual, el aborto o el terrorismo. ¿Acabará en sus filas Jaime Mayor Oreja?

En La Moncloa también hay nostalgia por el 20-N. Tal día como ese, de 2011, el PP recibió el mayor respaldo electoral que cualquier partido ha disfrutado desde el inicio de la democracia en este país. De la mayoría absoluta de cuatro años, el PP ahora atraviesa por el tenguerengue de las encuestas, en las que Mariano Rajoy no termina de parecer clara una nueva victoria suya, a pesar de que la extrema derecha patria debe estar encantada con su cerrazón frente a la memoria histórica o la promulgación de la Ley Mordaza, que haría las delicias del propio Luis Carrero Blanco o Carlos Arias Navarro. O de los denominados, ahora,Demócratas Suecos, Jobbik o la FPÖ, que tanto pintan desde los países nórdicos a Hungría.

Quizá le sigamos dando aliento al general Patas Cortas  aquellos que lamentamos que no muriese en el exilio. Franco vive aunque no se le mencione. El problema estriba en intentar averiguar a quien va a votar, realmente, dentro de un mes ese fantasma  viviente. En la Unión Europea, cada día que pasa, le esperan nuevos aliados. Y, por supuesto, también un enorme escalofrío.

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