Corazón de Olivetti

El divorcio de la FAES

Robert Allen Zimmerman obtiene el Premio Nobel de Literatura, mientras, en España, las prisas presupuestarias de Cristobal Montoro han estado a punto de dejarnos sin premio Cervantes. Los tiempos están cambiando, cantaba Bob Dylan. Pero Mariano Rajoy ya se está haciendo el traje para la investidura.

Tiene que caer una lluvia dura, auguraba el musipoeta de Minnesota, con esa adicción sensitiva suya a la belleza y a la justicia. Tiene que llover a cántaros, nos tradujo Pablo Guerrero, durante la transición. Pero todo parece en calma chicha en torno al Partido Popular, a pesar del chaparrón de casos de corrupción que empiezan a poblar los banquillos.

Sorprende que en el mismo país en que la guerra de las rosas del comité federal del PSOE acaparaba lógicamente la atención mediática y en el mismo universo mediático en que la boda de Kiko Rivera adquiere dimensiones épicas, el divorcio de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) y el Partido Popular ha transcurrido con menos relevancia pública que el de Manuel Benítez El Cordobés y Martina Fraysse.

¿Qué ha tenido que ocurrir para que José María Aznar le pida a su sucesor al frente del PP las llaves de la moto pero quédate con todo lo demás? Su enemistad recíproca ha podido influir, claro es. Pero también la búsqueda de un nuevo modelo de negocio: ante los sucesivos recortes en los ingresos públicos que empezó a sufrir el think tank conservador desde hace un año, quizá le convenga más su plena privatización, al objeto de eludir la fiscalización del Tribunal de Cuentas y poder incrementar sus fondos privados. Otra posibilidad estriba en que quizá el tercio de las Azores quiera poner distancia del partido de la Gurtel, aunque varias pistas de la trama que ahora se juzga conduzcan también hacia su sede.

El grifo cerrado.-

El presidente de honor del Partido Popular que incluyó en su célebre libreta azul el nombre de Rajoy como delfín no ha decidido renunciar a las aportaciones públicas, tal y como pregonan sus voceros. Sencillamente, iba a perderlas y ha puesto en marcha un plan B, esa letra que tanto gusta en la derecha española.
A comienzos de este año, pocas semanas después de las elecciones del 20 de diciembre, responsables del Partido Popular hicieron saber a Javier Zarzalejos, secretario general de FAES, que se cerraba el grifo de las subvenciones públicas. Hasta 2015, más de la mitad de los fondos de dicho organismo procedían de las arcas públicas. Ese año, por ejemplo, la Fundación obtuvo 2.639.824 euros, de los que 1.317.470 euros, prácticamente la mitad, provenían de subvenciones del sector público, fundamentalmente del Gobierno de España a través del ministerio de Cultura y el de Asuntos Exteriores. El resto corresponde a aportaciones privadas, mediante donaciones más faltas de transparencia que lo que públicamente se pregona o aportaciones directas de los distintos grados de amigos que oscila entre 50 y 1.500 euros anuales por persona. Queda otra pequeña suma, 250.373 euros, que procede del importe de ventas o prestaciones de actividades propias de la organización.

Los recortes, hasta hoy, venían siendo paulatinos y crecientes. 200.000 euros por año en Cooperación Internacional, feudo de García Margallo, o de Cultura, hasta reducir al mínimo las publicaciones anuales de la editorial Gota a Gota. Tras esta decisión, FAES renuncia a estas dos ayudas, pero no son las únicas que recibe de las arcas públicas. Las fundaciones de partidos también se presentan, en ocasiones, a subvenciones que no son exclusivas para ellas, como las de revistas culturales o para actividades de divulgación de la Unión Europea, por ejemplo. A estas sí podrá seguir concurriendo.

Desvincularse del PP, eso sí, le permitirá eludir los controles establecidos por el Tribunal de Cuentas y los límites a las donaciones privadas que marca la ley. Así, FAES podrá recibir donaciones anónimas y no tendrá que informar al Tribunal de Cuentas del origen de aquellas que superen los 25.000 euros. Como receptora de subvenciones públicas, si sigue participando, solo tendrá que rendir lo que le exige la Ley de Transparencia: cuentas, presupuestos, organigrama, currículos y retribuciones de altos cargos y contratos, convenios o subvenciones con administraciones públicas.

Ahora, parece haberse acabado lo que se daba. Si la Moncloa elimina sus aportaciones, corre peligro toda la plantilla de la Fundación, a la que se destina la mitad del presupuesto, así como la integridad de la propia sede, situada en la madrileña calle María de Molina. Incluso este año la FAES prescindió de su Campus de verano.

La privatización, en cualquier caso, es relativa y, al menos, le permitirá eludir la limitación de las aportaciones privadas, que habían empezado a resentirse ante la espiral de escándalos que han salpicado a su casa matriz durante los últimos años. Si bien la FAES renuncia a las subvenciones de Cultura y de Exteriores, 600.000 y 460.000 euros respectivamente, como fundación privada podrá seguir concurriendo a otros apoyos públicos; aunque tenga que atenerse a lo establecido por la Ley de Transparencia en cuanto a presupuestos, cuentas bancarias, organigrama, currículos y retribuciones de altos cargos y contratos, convenios o subvenciones que obtenga de las administraciones.

Seguirá incurriendo desde luego en contradicciones: a pesar de su pertinaz dependencia del erario público, la FAES abogaba por el fin de las subvenciones a sindicatos y a partidos. En palabras de Pedro Schwartz, que fue su patrono, "la eliminación total de las subvenciones a sindicatos, organizaciones empresariales y también a partidos, para que pasaran a financiarse con las aportaciones de sus afiliados, llevaría a un saneamiento profundo de nuestra vida social y política".

¿Y tú de quién eres?.-

La FAES fue creada en 2002 y su segregación respecto al PP fue acordada el pasado 3 de octubre, con el cese del patronato anterior y el nombramiento de uno nuevo en el que sólo figura la guardia de corps del expresidente Aznar, entre otros, los exministros Jaime Mayor Oreja, Eduardo Zaplana, Ángel Acebes o Rafael Arias-Salgado. Más Javier Rupérez o Manuel Pizarro y Javier Zarzalejos, que se mantendría como secretario general. La única cuota del actual sanedrín conservador sería María Dolores de Cospedal, que se salva de la quema como un cascarón de huevo.

Tampoco figuraría Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación del PP y uno de los últimos fichajes en la cúpula de FAES, junto con la ex presidenta del PP del País Vasco, María San Gil; la directora del área de Internacional de FAES, Cayetana Álvarez de Toledo; o el ex ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón. De hecho, Casado se había convertido en una suerte de rehén, en el niño que se disputaban en pleno divorcio Aznar y Rajoy.

Entre los patronos salientes, estarían Esperanza Aguirre, Francisco Álvarez-Cascos, Javier Arenas, Miguel Arias Cañete, Ana Mato, Ana Pastor, José Pedro Pérez-Llorca o el propio Mariano Rajoy. Entre los patronos de la primera FAES, que se nutría del nomenclátor del PP, incluyendo a Manuel Fraga Iribarne, llegó a figurar Miguel Boyer, una rara avis, que había pasado de la socialdemocracia y del ministerio que le brindara Felipe González, a su injusta caricatura como perro faldero de Isabel Preysler.

¿Hacia dónde va el nuevo think tank? Es fama que Aznar venía intrigando desde allí contra el inquilino en funciones de La Moncloa, cuando no hace mucho le reclamaba "que no sea simpático, sino que tome decisiones". El hecho probable de su reelección consolidaría su posición dentro del PP y quizá el aznarismo busque otra ruta para derrocarle. La derecha española, además, se ha diversificado y tal vez la FAES quiera explorar otros horizontes, como Ciudadanos o Vox.

La cantata de Correa.-

Francisco Correa cantó La Traviata esta semana en la Audiencia Nacional, aunque la descripción de los pelotazos, las cuentas de doble fondo y los sobres bajo cuerda no parezca interferir en la idea de Javier Fernández, portavoz de la actual gestora del PSOE, en que la abstención de su grupo quizá sea la mejor salida para la gobernabilidad de España y para los intereses de su propio partido.

La sombra de la Gurtel es alargada y a veces ha llegado hasta la FAES, una organización que se ufana de los informes de la "Fundación Compromiso y Transparencia", que suele calificarla como la fundación política más transparente, seguida de la Fundación Alfonso Perales y la Fundación Sabino Arana. Sin embargo, la FAES se beneficiaba de la cuarta parte de las donaciones públicas a escala estatal, todo un trato de privilegio por parte del Estado, si se tiene en cuenta que existen otras cuarenta, una decena de ellas en quiebra técnica, como la Fundación Ideas para el Progreso o la Fundación Pablo Iglesias, ambas vinculadas al PSOE. Tampoco le han ido bien las cosas en algunos ejercicios a Fundescam, otra fundación dependiente del PP en Madrid, que aparece en el sumario de la Gurtel por el pago de campañas electorales, con facturas de hasta un millón de euros. Según consta, Correa facturó a Fundescam y también a FAES, a través de Special Events, correspondientes a la campaña de Esperanza Aguirre.

El Tribunal de Cuentas no descarta que las relaciones entre organizaciones políticas y fundaciones oculten vías de financiación ilegal: "Las relaciones que los partidos tienen con diversas fundaciones están relacionadas –según el informe del Tribunal-- con su constitución, con la concesión de préstamos o subvenciones de funcionamiento, con la adquisición de inmuebles por parte de la fundación y la posterior cesión al uso del partido, y con el ingreso en la fundación de las aportaciones de los cargos públicos".

De las aportaciones privadas a FAES, un noventa por ciento provenía de empresas y un cinco por ciento de personas físicas. La Audiencia Nacional investigó las aportaciones de contratistas del sector público a Faes, en una pieza separada del caso Gürtel, pero los indicios no llegaron a ninguna parte. De hecho, concluyó que no existían evidencias que permitieran confirmar una relación directa entre las donaciones legales a la fundación y la adjudicación de contratos por instituciones en las que gorbernaba el PP.

También en las piezas sumariales de la Gurtel figuran las siglas de la FAES, Como cuando Juan Roig, presidente de Mercadona, reconoció ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz que realizó dos donaciones de 50.000 euros en los años 2005 y 2012 para esa Fundación. Aunque negó que realizara una entrega de 150.000 euros al Partido Popular a pesar de que el ex tesorero del PP Luis Bárcenas anotó dicha cifra a nombre de dicha firma, en su contabilidad B el 27 de febrero de 2008. Más otra indicación de 90.000 euros, con fecha 15 de marzo de 2004. En noviembre de 2015, José Zaragoza, secretario de organización del PSC denunció que tanto el PP como la FAES habían recibido donaciones de Endesa, un supuesto que la eléctrica desmintió taxativamente, amenazando incluso con interponer "todas las acciones legales procedentes contra quienes afirmen o divulguen tales falsedades".

Sin embargo, no existen cortocircuitos entre la FAES y las eléctricas. El Tribunal de Cuentas investigó en su día el hecho de que, en las cuentas de 2012, no incluyera en su relación de donantes a la Fundación Iberdrola, cuando aparecía un desembolso de dicha entidad por importe de 100.000 euros. Se trataba, al parecer, de "una ayuda destinada a la financiación de una actividad determinada" y no al pago de las donaciones establecidas en un convenio.

Otra pista de financiación irregular entre las fundaciones conservadoras conduce al Institut Catalunya Futur, la versión catalana de FAES, que, en los años 2003 y 2004, anotó donaciones anónimas de más de un millón de euros justo cuando el Palau de la Música de Catalunya recibió generosas subvenciones del ministerio de Cultura.

Para qué sirven.-

¿Para qué ha servido la FAES? En catorce años de vida, ha incrementado la presencia de los conservadores españoles a escala internacional y ha creado una cierta red clientelar entre la que se encuentran, curiosamente, algunos de los jueces que estuvieron a punto de entender sobre la Gurtel, como fue el caso del magistrado Enrique López, uno de los oradores frecuentes en los seminarios de la FAES, en donde llegó a coincidir con Juan Cotino, ex presidente de las Corts valencianas, que fuera imputado por los contratos amañados para la cobertura informativa de la visita del Papa.

Ya divorciados, el PP y la FAES se disputarán la custodia compartida de la cúpula de la derecha española. Sus amigos, como suele ocurrir en la vida privada, tendrán que decidir ahora con cuales de las dos siglas se quedan. Si no les uniera el Ibex, todo haría pensar que la separación final será mucho más profunda y que la fidelidad del voto popular tampoco sería eterna, como ya no lo es entre el electorado socialista, unas siglas cuyas fundaciones, por cierto, hasta ahora no le han servido de mucho.

Mientras todo esto ocurre en las altas esferas, flacas movilizaciones recorren España en lucha contra la miseria y los candidatos al refugio siguen en limbos remotos, lejos de Europa. ¿Cuántos caminos debe recorrer un ser humano para que le llaméis ser humano?, sigue cantando el premio Nobel Bob Dylan, lejos de Génova 13 y de la sexta planta de María de Molina, 40.

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