Quien cree estar de vuelta de todo es que nunca ha ido a ninguna parte

La Ansiedad de Sofía (1/3): La (muy) sospechosa insistencia de Vida

LA PIZARRA DE YURI.- Si la vida es una carambola casi imposible... ¿cómo surgió tan pronto en la Tierra? Y si la vida compleja es más difícil todavía, ¿por qué evolucionó decenas de veces distintas? ¿Acaso alguna fuerza cósmica sopla misteriosamente a su favor?


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el martes, 7 de marzo de 2023.


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La Ansiedad de Sofía, temporada I: «¿Estoy sola?» / Episodio 3: La (muy) sospechosa insistencia de Vida.

LA PIZARRA DE YURI.- La Ansiedad de Sofía (1/3): «¿Estoy sola? / La (muy) sospechosa insistencia de Vida» © Dixo 2023
© Dixo 2023. Todos los derechos reservados pero lo publicamos bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND 4.0 Internacional.

¡Hola! Soy Sofía, la sapiens; esa que se hace preguntas y ansía respuestas en busca de la verdad y el sentido... igual que tú, vamos... yyy –no, nada, estaba aquí escuchando a las estrellas. ¿Oyes cómo suenan:?

(Entre 30’15" y 31’15", aunque si entiendes inglés, toda la charla es muy interesante; Cabe mencionar que la longitud de onda de esas señales ya está ultracomprimida arbitrariamente para que caiga dentro del rango de frecuencias audibles por el ser humano.)

...porque sí, a las estrellas se las puede escuchar desde distancias... inmensas; ya lo oyes. No sólo eso: con estas emisiones se puede deducir de qué tipo son, cómo son por dentro, qué hacen... Hay toda una rama de la ciencia que se dedica a eso: se llama astrosismología.

Y es que si alguien dijera que ya lo sabemos todo y como mucho tan solo quedan algunos detalles y misterios pendientes, este mismo podcast demuestra que eso sería una tontería de una soberbia infinita. Pero a esa gente que dice que "no sabemos nada"... bueno, pues igual ellos o ellas no, puede ser, pero eso también es de una ignorancia bastante, bastante honda. Gracias a la ciencia, a ciencias como esta, hemos aprendido muchísimo y estamos llegando muy lejos y muy profundo.

Lo que pasa es que no lo suficiente.

Aún.

Justamente, como ya sabes, en esta primera temporada vamos con un tema súper-fascinante del que sabemos muy poco pero que nos ayuda a aprender un montón de ciencia, de todas las ciencias: las posibilidades de vida inteligente más allá de esta Tierra.

En los dos episodios anteriores te conté algunos fundamentos básicos de la ciencia que estudia esto: la exobiología, una especialidad de la astrobiología. Aunque dejé mucho... eh... más bien muchísimo en el tintero —que iremos viendo más adelante—, al menos yo opino que la vida extraterrestre es bastante probable.

Pero espera: no nos excitemos aún, que eso de vida es muy amplio. Podrían ser biosferas mínimas primitivas o, como mucho, seres tipo bacterias, arqueas y bichitos así. Como te conté en el primer episodio: de cualquier cosa con alguna clase de homeostasis que pueda contener algún tipo de metabolismo que de lugar a algún mecanismo reproductivo. Lo mismo pecamos de ridícula falta de imaginación, ¿eh?, pero esa es la definición mínima de vida que usamos en este podcast para mantenernos bien dentro de la ciencia, a salvo de supercherías, [magufadas] y demás.

Para pasar de ahí... si perdemos la perspectiva, nos meteremos demasiado en el terreno de la especulación. Ojo, que las especulaciones más fantásticas podrían ser perfectamente ciertas siempre que se basen en el método científico, ¿eh? La propia vida terrestre lo ha demostrado una y otra vez, y además ya dijimos que juegan a su favor la ley de los grandes números y la ley de los números verdaderamente grandes: un cuatrillón de planetas y lunas orbitando un cuatrillón de soles en cientos de miles de millones de galaxias, y eso sólo en el universo observable...

Supercúmulo de Laniakea. Imagen: Wikimedia Commons.
Sabíamos desde hace tiempo que nuestra galaxia formaba parte del gigantesco Supercúmulo de Virgo, que en sus 107 millones de años-luz contiene aproximadamente un centenar de agrupaciones galácticas. Pero en torno a 2014 nos percatamos de que en realidad éste no es más que un lóbulo del Supercúmulo de Laniakea, que a su vez forma parte del filamento de Piscis-Cetus, una de las grandes estructuras cósmicas. Vivimos  en un puntito de luz dentro de un puntito de luz dentro de uno de los puntitos de luz que distingue el ojo ahí arriba, por donde pone "Virgo Cluster". Imagen: Wikimedia Commons.

...pero en este podcast vamos a lo seguro, dentro de lo que permite este tema. Y "lo seguro" aquí es esa "vida tal y como la conocemos" con todos sus chovinismos contra los que nos previno Carl Sagan. O sea, lo que sabemos de la vida terrestre y su ya larguísima historia.

Porque vamos a ver eso primero: en el episodio anterior te dije que la vida llevamos aquí 3.500 millones de años como mínimo, o sea tres cuartas partes de la edad de la Tierra y una cuarta parte de la edad del universo.

Atención a ese "como mínimo".

"Como mínimo" es la estimación más conservadora de todas, todavía dentro de lo científico, con pruebas directas fehacientes e indiscutibles. Pero hay indicios fuertes de que la vida terrestre es aún muy anterior: 4.100 millones de años al menos. Y pistas (cuanto más antiguas, más débiles, pero ahí están) de que formas muy primitivas pudieron ya medrar por aquí hace 4.300 millones de años. Esa es la estimación de los expertos en genética para la edad de LUCA (Last Universal Common Ancestor), o sea el último ancestro común de todo lo que está vivo en este planeta hoy, calculado mediante relojes moleculares.

Por ahí mismo anda la antigüedad de las piedritas terrestres más viejas que se conocen... donde, por cierto, se han encontrado también tenues indicios de vida en forma de carbono con las proporciones isotópicas que dejamos las cosas vivas a nuestro paso.

OK, no nos iremos tan al extremo hasta que no tengamos pruebas más sólidas. Quedémonos con ese numerito redondo de 4.000 millones de años o un poco más.

Eso significa que ya había vida aquí hacia finales del eón Hádico, o sea cuando la Tierra y el sistema solar aún estaban acabando de formarse.

Se dice que fueron protobiontes: bolitas microscópicas de lípidos con una sola membrana, compuestas mayormente de ARN y proteínas a pelo. O sea, lo estrictísimamente básico y necesario para generar una homeostasis que separe un "interior" del "exterior", permitiendo el intercambio de energía entre ambos lados y un metabolismo interno con capacidad reproductiva... y que, además, puede evolucionar a una célula primitiva de manera bastante evidente.

OK: no vamos a discutir por una nadería de doscientos millones de años arriba o abajo. El hecho simple es que la vida terrestre, esa "vida tal y como la conocemos", es muy, muy, muy antigua.

Sospechosamente antigua.

Aquí entre tú y yo, y aprovechando que ahora no nos oye nadie más, esto empieza a sugerir la idea de que la vida no es realmente esa "carambola casi-imposible" que muchos piensan.

Una vida tan temprana, surgida conforme el planeta terminaba de surgir como quien dice, sin mucho tiempo para todos esos billones y trillones y cuatrillones de combinaciones que finalmente la dieran a luz a golpe de prueba y error no me deja mucho sitio fuera de estas tres opciones:

Una: o fue una carambola verdaderamente extraordinaria, en los límites de la probabilidad;

Dos: o, como creen ciertos creyentes, la creó un Creador a propósito para dar tiempo a que se desarrollara el larguísimo proceso de la evolución antes de que el planeta se vuelva inhabitable;

O tres: la vida no es ninguna "carambola casi-imposible" sino una fuerza de la naturaleza: una forma común de autoorganización de la materia que "acecha" a la espera de que se den las condiciones mínimas de las que ya hablamos.

Quédate con la que más te guste, o con una combinación de las que más te gusten... pero una vida que surge muy pronto —obvio— da mucho más tiempo para que la evolución haga toda clase de cosas divertidas y complicadas con ella mientras el planeta aún sea habitable.

Por ejemplo, a que en su constante errar acabe dando los tumbos que llevan a la pluricelularidad, a la vida compleja... ¿y, finalmente, a la inteligencia?

Vamos a ver; un segundo: Antes de meternos con esto de la complejidad, que tiene su complejidad, déjame que te cuente otra cosa importante sobre la vida primitiva:

¿Qué me dirías si te dijera que la vida terrestre podría ser más antigua que la propia Tierra?

¿Me dirías... "Cómo... cómo podría ser eso posible"?

Bien, antes de ingresarme en el manicomio, deja que te presente a un coleguita: el meteorito Murchison.

Lo bautizaron así porque cayó en 1969 cerca de un pueblito australiano que se llama... bueno, pues eso: Murchison, en el estado de Victoria. Debería haber sido un meteorito normalito, bien portado, nada rebelde: una condrita como el 86% de los objetos celestes que caen a la Tierra. Bueno, un poquito menos vulgar, porque es una condrita carbonatada, que son algo menos del 5%... algo así como tener sangre del tipo AB o eso. Nada muy digno de mencionar.

Pero nos salió revolucionario el nene.

Ya desde el principio, cuando lo rompieron para estudiarlo por dentro, resultó que estaba lleno de moléculas orgánicas. O pre-bióticas, o sea de esas que nos parece que son "inmediatamente anteriores a la vida" porque luego te las encuentras en la base de todas las cosas vivas.

Le encontraron purinas y pirimidinas más quince aminoácidos distintos. Además, en proporciones muy parecidas a las de aquel experimento en el que unos científicos hicieron pasar una descarga eléctrica, en plan rayo, por una mezcla de gases como los de la atmósfera primitiva para ver si daban lugar a "la sopa de la vida".

Estudios posteriores aumentaron esto a 15.000 compuestos orgánicos distintos, incluyendo 70 aminoácidos... mas una xantina que se deriva de la guanina, una de las bases nitrogenadas que forman el ADN y el ARN...

...y uracilo.

Estructura química de uracilo. Imagen: Wikimedia Commons.
Sí, uracilo (C4H4N2O2, o sea puro CHON otra vez más y un derivado natural de la pirimidina). Imagen: Wikimedia Commons.

OK, no sé si me has entendido bien: digo que el meteorito Murchison cargaba uracilo.

Ah, ¿que no sabes lo que es el uracilo?

Pues te lo explico muy facilito: el uracilo es ya directamente una de las cuatro bases nitrogenadas que constituyen el ARN.

ARN como el que puede que sustentara a toda la vida primitiva y que sigue siendo esencial para la vida moderna, como tú y como yo. Sin uracilo no hay ARN y sin ARN no hay "vida tal y como la conocemos".

En un meteorito que llegó en 1969 del espacio exterior.

Esto es tan asombroso y revolucionario que desde el principio se dijo que no podía ser. Que, con toda seguridad, el meteorito Murchison se contaminó con moléculas orgánicas terrestres en algún momento desde su caída hasta el momento en que empezaron a analizarlo... pese a que las partes más interesantes estaban prístinas y hubo que romperlas para acceder a ellas. Pese a que las proporciones isotópicas de la xantina y el uracilo que contiene no son como las terrestres.

Desde entonces se han encontrado al menos otros dos meteoritos con estos mismos y otros compuestos bioquímicos en su interior: el Murray que cayó en Estados Unidos en 1950 y el del Lago Tagish canadiense del año 2000. Ahora ya queda poca duda de que todas esas moléculas inmediatamente anteriores a la vida no son el resultado de ninguna contaminación terrestre, sino que se formaron como parte del sistema solar antes de que la Tierra existiera como tal, hace más de 4.500 millones de años. Y todos los sistemas solares se forman de manera parecida...

...tanto, que el meteorito Murchison se reservaba una sorpresa aún más revolucionaria. Al final salió rebelde de veras, el nene.

Hace poco, en 2020, un nuevo estudio con técnicas que ni podían soñarse cuando cayó en 1969, publicado en Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, revisada por pares y todas esas cosas súper-seriotas...

...afirmó que Murchison no tiene 4.500 millones de años, sino 7.000.

Fragmento del artículo científico afirmando que los granos de carburo de silicio del meteorito Murchison podrían tener 7.000 millones de años. Imagen: Proc Natl Acad Sci U S A. 2020 Jan 28; 117(4): 1884–1889; fragmento con propósitos educativos e ilustrativos acorde a la doctrina de fair use contemplada por la legislación de los EE.UU.
Que no lo digo yo, ¿eh? Que dicen estos señores y señoras aquí que los granos de carburo de silicio contenidos en el meteorito Murchison podrían tener 7.000 millones de años. Imagen: Proc Natl Acad Sci U S A. 2020 Jan 28; 117(4): 1884–1889; fragmento reproducido con propósitos educativos e ilustrativos acorde a la doctrina de fair use contemplada por la legislación de los EE.UU.

Hace 7.000 millones de años no existían esta Tierra ni este Sol ni este sistema solar.

OK, OK, no nos volvamos locas aún: esto está aún por confirmar. Y el cálculo se realizó por una vía indirecta, basada en su exposición a los rayos cósmicos interestelares. Y–

–pero de momento, nadie ha encontrado ningún error obvio en ese estudio.

Si Murchison tiene 7.000 millones de años, entonces no es de aquí. No nació junto con la luz de Sol, porque Sol no existía aún. No nació junto con la Tierra, ni viene de Marte, ni nada de todo eso.

Si Murchison tiene 7.000 millones de años, entonces viene de otro sol. O sea: de otra estrella. De otro sistema solar, y de algún modo acabó por aquí tras un larguísimo viaje interestelar antes de terminar cayendo en Australia en 1969.

Si Murchison tiene 7.000 millones de años, entonces surgió con la luz de otra estrella y vino de otro sistema solar cargado con todas sus moléculas inmediatamente antecesoras de la vida.

Espera, que hay más: ¿recuerdas que te dije que Murchison es una condrita carbonácea?

Pues resulta que las condritas carbonáceas se originan en lugares con agua abundante.

Te dejo a ti las conclusiones, que si no a mí me riñen luego por fantasiosa y tal.

Fragmento del meteorito Murchison. Imagen: Wikimedia Commons.
Un fragmento del meteorito Murchison es analizado en el Laboratorio Nacional Argonne de los Estados Unidos. Imagen: Wikimedia Commons.

Vale. Ya volveremos a hablar de todo esto, porque ya ves que hay muchísima tela que cortar. Ahora, como te prometí, hagamos una pequeña pausa y hablemos de eso de la complejidad al menos un poquito antes de terminar por hoy. ¿Tiende la vida a la complejidad, abriendo así el camino, quizá, a la inteligencia?

Pues te respondo con la respuesta-mascota de este podcast:

No lo sabemos. Aún.

Pero podemos echarle un vistazo a lo que ocurrió aquí con la "vida tal y como la conocemos". Así funciona esto de la astrobiología porque de momento no nos queda otra.

Hay varias definiciones posibles de eso de la "vida compleja". Bueno, la verdad es que no está muy bien definida. Pero, en general, se refiere a la vida compuesta por algo más que seres de una sola célula tipo bacterias, arqueas, protozoos y algunas algas y hongos. Se refiere a vida pluricelular organizada en sistemas... eso, complejos, con múltiples órganos e interacciones sofisticadas consigo mismo y con el medio ambiente.

En la Tierra, la pluricelularidad evolucionó al menos 25 veces y posiblemente cientos o más. Unas "agarraron", otras no, pero las que "agarraron" dieron lugar a toda esta vida compleja que conocemos.

Por ejemplo, la biota francevillense, también conocida como los gaboniontes porque evolucionó hace 2.100 millones de años en lo que ahora es Gabón (África Central). Los gaboniontes fueron seres pluricelulares, seguramente del tipo de los mohos del fango; aunque muy lejanos, eso son eucariotas como tú y como yo.

Y siguieron evolucionando hasta dar lugar a 250 especies distintas por lo menos, ahí en el delta de un paleo-río de un paleo-continente muy, muy anterior a Pangea, Rodinia y todos esos lugares de ayercito mismo. Seguramente, en una columna oxigenada de agua, aprovechando la primera fase de la Gran Oxidación, la peor catástrofe ecológica y extinción masiva de todos los tiempos... gracias a la que luego la vida creció, se diversificó y se hizo posible gran parte de la actual vida tal y como la conocemos. Ya te comenté que eso de las extinciones súpermasivas no es necesariamente malo y puede llegar a ser muy bueno... al menos, para quienes las sobreviven.

Algunos de estos gaboniontes pluricelulares llegaron a apuntar maneras de querer ser algo más que un moho del fango: es posible que algunos evolucionaran a aeróbicos o parcialmente aeróbicos aprovechando la nueva presencia de todo ese oxígeno, puede que–

Entonces, se extinguieron. No, no sabemos por qué. El caso es que ahí estaban y dejaron de estar, dejándonos un tesoro de fósiles detrás pero nada más. Así la vida pluricelular, la vida compleja esa, desapareció del planeta y volvió a ser un sueño imposible durante unas cuantas eras más. No hemos encontrado ningún vínculo, ningún parentesco específico entre aquella biota francevillense compleja y la vida compleja actual.

Fósiles de biota francevillense o "gaboniontes": vida pluricelular hace 2.100 millones de años. Imagen: Wikimedia Commons.
Fósiles de biota francevillense o "gaboniontes": vida pluricelular con diversos grados de complejidad hace 2.100 millones de años. Surgieron, evolucionaron, radiaron... y se extinguieron. Fue una de tantas ocasiones en que "no agarró." Sin embargo, en los hongos modernos, por ejemplo, la pluricelularidad compleja "agarró" entre 8 y 11 veces distintas. Imagen: Wikimedia Commons. Las barritas blancas representan una longitud de 1 cm.

Deja que te ponga otro ejemplo de cosas que evolucionan muchas veces por separado. En este caso se trata de un órgano: el ojo. Los ojos han evolucionado por lo menos 40 veces distintas en múltiples filos del reino animal a lo largo de cientos de millones de años. Los ojos de un pulpo y los tuyos sirven exactamente para lo mismo, y se parecen un montón... pese a que evolucionaron independientemente mucho después de que la estirpe de los moluscos y la nuestra se separaran para siempre jamás.

Y aquí te voy a dejar con algo para pensar hasta el próximo episodio.

No sabemos si la pluricelularidad y la vida compleja supone una ventaja evolutiva o es simplemente "algo que ocurre", un "extra" que adquiere la naturaleza ciega a fuerza de error tras error.

Pero yo diría que el ojo supone una evidente ventaja evolutiva. A menos que residas habitualmente en lugares oscuros como cuevas, galerías subterráneas o las profundidades marinas muy por debajo de la zona fótica. O sea, donde ya no penetra la luz ambiental.

Fuera de ahí, tener un órgano que aprovecha esa luz ambiental para componer una imagen mental sofisticada del entorno que nos rodea... bueno, pues es estupendo. Entre otras muchas cosas, te pone fácil comerte al bicho que no lo tenga y por tanto ni siquiera te ve venir. Bajo presión evolutiva, los ojos contribuyen claramente a que sobrevivas y puedas reproducirte. Eso tiende a perpetuar tu estirpe, tu genoma que ve, que así puede seguir evolucionando.

Mientras tanto, quienes no tienen ojos bajo la luz del sol, la luna o las estrellas... pues no tienen mucho futuro y tienden a extinguirse. Deprisa. Al menos, hasta que llegó la inteligencia a compensar eso.

¿Cuántas complicaciones están ahí porque la evolución, metiendo la pata una vez tras otra y tras otra y tras otra y así millones de veces, al final acaba topándose con algún error que va y resulta que supone una ventaja evolutiva pequeña o grande... como el ojo?

¿O como otros sensores importantes, digamos... el olfato, el oído, el tacto...?

¿Qué tal un sistema nervioso primitivo, tipo una red neural, que coordine todo eso?

Y los bichos en los que surja una red neural más flexible y adaptativa... ¿no tendrán ventaja sobre los que no la tienen a la hora de sobrevivir? ¿Qué tal un sistema nervioso más complejo que permita adaptarse mejor al medio y sus desafíos?

¿Y si esas complicaciones de la vida compleja van acumulándose hasta un punto en que ya casi no necesitas adaptarte al medio... sino que puedes permitirte el lujazo de adaptar el medio a tus necesidades...

...como, por ejemplo, hacemos la gente sapiens?

Te dejo con eso para que vayas pensándolo hasta la semana que viene. Y... ¿cómo será que es posible la complejidad en un universo que tiende hacia la máxima entropía... hacia el máximo equilibrio, tanto que seguramente acabará en la muerte térmica casi-total? Ya te conté que la vida nace en los extremos y el caos y muere en el equilibrio, cuando se rompe eso de la homeostasis, etcétera. Entonces, ¿cómo es posible siquiera que pueda surgir?

De hecho... ¿cómo es posible que algo pueda siquiera llegar a existir?


Dirección: Dany Saadia.
Documentación y guiones: Toni E. Cantó, "Yuri".
Locución: Shey Márquez.
Producción: Eduardo Albornoz.
Con música de: artlist.io
© Dixo 2023. Todos los derechos reservados.

Este podcast La Ansiedad de Sofía es una obra original de Dixo y, excepto donde se indique específicamente lo contrario, lo difundimos bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND 4.0 Internacional.

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