Memento

La patata caliente de la gordofobia

Ramón García pregunta a un concursante por su peso en el 'Grand Prix' / Captura RTVE
Ramón García pregunta a un concursante por su peso en el 'Grand Prix' / Captura RTVE

Desde hace unos años vivimos inmersos en un reguero de nostalgia. Han salido muchas series o películas que nos recuerdan los 80 como aquellos años donde (se supone) fuimos felices. Emuladores con juegos de las primeras videoconsolas, merchandising de la Ruta, refritos de canciones antiguas... Una industria dispuesta a vendernos que antes éramos más libres y teníamos menos preocupaciones y menos necesidades. Una nostalgia que, por desgracia, también atrae votantes a partidos con ideas políticas reaccionarias.

Dentro de esta ola de añoranza, la televisión también quiere su parte del pastel. Si en HBO MAX ha vuelto 'Humor amarillo' (rebautizado con el nombre original y menos racista de 'Castillo de Takeshi') y con doblaje de varios de los humoristas más reconocidos de la actualidad, TVE no se ha quedado atrás y pensó que era buena idea resucitar el Grand Prix del verano. La audiencia de los dos primeros programas respalda su decisión y confirma que la morriña sigue vendiendo y atrayendo a la gente.

En este caso, han renovado en parte el formato.  Han eliminado las pruebas donde utilizaban una vaquilla, una decisión generalmente aplaudida, aunque cada fin de semana en verano se celebren festejos taurinos sin control ni atisbo de que vayan a acabarse pronto. También han incorporado para el público más joven a una presentadora famosa por ser streamer y presentadora de esports. El resto del formato mantiene la esencia y se sustenta, principalmente, en su presentador de siempre Ramón García, a quien mucha gente atribuye el éxito de audiencia por su supuesta frescura y simpatía.

Además de la decisión de eliminar las pruebas con animales, esta semana también fue ovacionada en redes sociales una de las conversaciones que suele tener el presentador vizcaíno con los concursantes. A uno de ellos le preguntó si estaba casado, si tenía novia y, finalmente, le preguntó si tenía novio. Fue recibido por los espectadores con gran algarabía y destacaban que esto hubiera sido impensable en la década de los 90 cuando se hizo originalmente el programa. ¿Por una vez la nostalgia no trae consigo toda la caspa? ¿Es posible reflotar un formato antiguo y darle una capa de pintura del siglo XXI con toda su diversidad? Parecía que sí, pero, lamentablemente, hay conductas que todavía nos retrotraen a años atrás, aunque, tristemente, siga ampliamente aceptado.

En el mismo programa donde preguntó a un chico si tenía novio, Ramón García habló con otros dos concursantes de los distintos pueblos participantes. A ambos, dos personas gordas, les pregunta por su peso, algo que no preguntaría nunca a una persona delgada. Como es lógico, los dos se quedan perplejos ante la cuestión y no entendían a qué venía el chascarrillo, sobre todo sabiendo que se hace en forma de mofa entre la risita del público. Ellos, en un primer momento, no querían decir su peso o dijeron una cifra irreal ante lo incómodo de la situación, pero él insiste, como si fuera otra prueba del programa. Al final les saca a ambos que pesan 120 kilos y los cataloga como "gemelos" solo por su peso.

Cuando todo parecía ir bien, cuando parecía que se estaba avanzando en materia de igualdad y diversidad, al menos en la televisión pública, aparecieron los viejos fantasmas. Los chistes de gordos que siempre son graciosos, ¿no? Qué importa que esas personas puedan sentirse humilladas en horario de máxima audiencia. Qué más da que alguna persona gorda desde casa viendo el programa se sienta menos válida, que gente delgada crea que eso le capacita para poder burlarse de la gente por su peso. La diversidad existe en muchas formas, también en los cuerpos, y si no aceptamos eso no estaremos avanzando.

Muchos dirán que tenemos la piel muy fina, que los señalamientos se hacen por la salud de la persona, como si les importase lo más mínimo o tuviesen el derecho de opinar sobre la salud de los demás. Pero no, es la gordofobia de siempre que sigue siendo aceptada mayoritariamente e impide vivir a muchas personas con tranquilidad y sintiéndose válidas para la sociedad.

Curiosamente, al día siguiente, en los informativos de la misma cadena, alertaban de un aumento del 30% de los trastornos de la conducta alimentaria en los últimos años y el mayor riesgo que existe en verano de caer en ello. Pues la gordofobia es uno de los motivos principales que conducen a esta enfermedad mental. Si no aceptamos que hay cuerpos distintos y que las personas gordas también pueden estar sanas y ser activas y ágiles y lo que les plazca, la nostalgia más reaccionaria seguirá estando ahí. Ojalá de una vez por todas aceptemos que todos los cuerpos son válidos. Bueno, menos el cuerpo policial.

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