Memento

El PP, Vox y la política de tierra quemada

Mazón presenta las medidas fiscales contempladas en los Presupuestos de la Generalitat para 2024. -ROBERTO SOLSONA / Europa Press
Mazón presenta las medidas fiscales contempladas en los Presupuestos de la Generalitat para 2024. -ROBERTO SOLSONA / Europa Press

Han pasado apenas 4 meses desde las últimas elecciones autonómicas y municipales y algunas coaliciones de Gobierno han decidido no perder el tiempo. Es lógico tomar decisiones desde el primer momento, ya que se te vota para ello, pero, mientras las antiguas coaliciones de izquierda buscaban consensos y daban vueltas y vueltas sobre un mismo tema antes de ejecutar su plan previsto, las nuevas coaliciones reaccionarias han decidido eliminar cualquier vestigio de los anteriores gobiernos desde el primer día y dejar claro que aquí no se dialoga, se impone y sin esperas.

Por ejemplo (y por cercanía), el gobierno valenciano, tanto en la comunidad como en el ayuntamiento de la capital, ha tardado muy poco tiempo (con vacaciones de por medio y todo) en demostrar quién manda. Ya han eliminado el impuesto de sucesiones y donaciones que beneficia a muy pocas personas con rentas altas y perjudica al conjunto de la sociedad al dejar de recaudar casi 400 millones para gasto público. Una vez más venden el humo de que van a bajar los impuestos, pero la realidad es que para los valencianos más pobres son migajas y las grandes fortunas se benefician de esas medidas. Pero de cara al conjunto de los valencianos y valencianas queda genial decir "vamos a recudir en 400 millones los impuestos que paga la población". Ale a aplaudir con las orejas sin saber a quién se le reduce. El relato, Juan, el relato. Una vez más.

Mientras, en la ciudad, en la capital del Turia, en el cap i casal, en poco más de 100 días ha vuelto el toro embolado a las pedanías, se han devuelto carriles para el vehículo privado en las principales calles del centro de la ciudad, también han favorecido que puedan aparcar sin coste alguno. Ya han eliminado el carril bici de alguna zona, alegando que era conflictivo o peligroso. Han nombrado alcaldesa honorífica a Rita Barberá y han puesto su nombre a unos de los puentes más transitados de la ciudad, obviando que todavía tiene dos cuentas pendientes con la justicia por corrupción. También se quiere cambiar la denominación de València y cambiarle el acento de abierto a cerrado en contra de la Académia Valenciana de la Llengua, que es quien tiene potestad en este asunto según el Estatut. También van a retirar un monolito que recuerda el 15M, quieren dar mayores ventajas al turismo en contra del vecino... En definitiva, borrar cualquier rastro de los avances de los últimos 8 años y dejar clara su postura desde el minuto cero.

La ciudad no es un caso aislado. En Elx, donde gobiernan PP y Vox, también han eliminado carriles bici. En otros municipios han retirado libros de bibliotecas por tratar temas LGTBI o de educación sexual. También quieren reducir el peso del valenciano, tanto en el aula como en los requisitos para funcionarios públicos. El vicepresidente de la Generalitat (y torero) ha anunciado que subvencionarán los festejos taurinos y están presionando para que vuelvan a la televisión pública. Se fomenta la caza, se discute la Agenda 2030 y se da luz verde a las plantas fotovoltaicas sin importar ni un poquito dónde vayan y lo que puede afectar a las zonas agrícolas donde se coloquen. Todo esto sin pestañear, sin dudar, sin debatir, sin tiempos de reflexión. Cuatro intensos meses donde la dichosa batalla cultural la están ganando y por goleada.


Mientras Núñez Feijoo aboga por que España necesita grandes consensos, la realidad es que donde gobierna su partido, tanto en solitario como con la extrema derecha, la imposición y el sectarismo más reaccionario es la realidad. No dudan en llevar a cabo cualquier medida por mucho que vaya en contra de una mayoría social, de la crisis climática que vivimos o de los progresos sociales que se han logrado en los últimos años. Tampoco vamos a hacernos los sorprendidos, siempre han actuado igual, pero da pena ver que cuando la izquierda a la izquierda del PSOE toca cotas de poder (aunque sea en minoría en una coalición) les cuesta llevar a cabo casi cualquier política progresista y se terminan mandatos sin realizar las reformas necesarias muchas veces.

No sé si es por miedo al qué dirán los medios, si es porque el PSOE realmente no quiere hacer determinadas cosas por muy pactadas que estén o por la búsqueda del maldito consenso que tan al pairo se le trae a la derecha. Porque mientras malgastan parte de legislaturas y titubean, la extrema derecha y la tradicional llegan y arrasan con todo. Aplican su política de tierra quemada y no dejarán restos de nada.

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