Memento

El Sr. X ha venido a divertirse al Hormiguero

Felipe González en 'El Hormiguero'.
Felipe González en 'El Hormiguero'.

Ayer empezó una nueva campaña electoral, en esta ocasión para las elecciones europeas. Aunque hace ya bastante tiempo que no se distingue apenas la diferencia entre campaña y política parlamentaria, oficialmente se inició en la noche de este jueves. En una política como la actual, donde la mayoría defiende a los suyos como a su equipo de fútbol, más que un acierto o un gran mitin, lo que se espera es un error o un paso en falso del rival que movilice a su electorado y pueda generar dudas en el contrario. Muchos analistas, esos todólogos que copan las tertulias, coincidieron en que el discurso de Javier Milei en el acto de VOX y la reacción tibia del PP ante las injerencias del presidente argentino contra el gobierno español favorecerá al PSOE, quien volverá a usar la técnica de "vótame a mí que viene el lobo". Tal vez por eso, ante este posible traspiés, la derecha ha decidido contratacar con su mejor arma en el inicio de campaña y ayer usó ese comodín: Felipe González fue a divertirse a El Hormiguero 

Ese programa que se viste de entretenimiento y familiar, pero que hace tiempo que desde Atresmedia decidieron que tenía demasiada audiencia como desaprovecharlo ideológicamente, y que no da puntada sin hilo. No es coincidencia. No es que el expresidente del gobierno saque un libro o un disco con sus mejores éxitos, sino que se sabe de la capacidad que (desgraciadamente) sigue teniendo para influir en algunos votantes del PSOE que ya peinan canas. Y que actualmente discrepa mucho más de Pedro Sánchez que de Abascal. Le importa menos sentarse con Aznar a vender humo que asumir que el parlamento que él dejó discrepa, por suerte, muchísimo del actual. Así que allí fue a hacer campaña y, por momento, parecía que a probar sus chascarrillos para su próximo número de stand-up. Porque una cosa hay que reconocerle, es difícil tener más autoestima que la que tiene Felipe González. Solo Pablo Motos parece estar a su altura, ya que parece imposible que esté más de 3 segundos sin mirar a cámara.  

Voy a intentar analizar algunas de las afirmaciones que hizo el antiguo mandatario del PSOE. Tal vez me deje alguna, porque solo he visto cortes del programa. El Hormiguero en grandes dosis puede ser más perjudicial que el fentanilo, pero no quería perder la oportunidad de ver a dos ególatras trasnochados atizando al gobierno ante un público de aplauso y risa fácil.  

Aunque no vaya en orden cronológico, lo primero que vi fue a Felipe González emulando a Pablo Iglesias (el de Podemos) en aquel debate electoral con la Constitución en la mano. Quiso González hablarle a la gente joven y recordarle que la Constitución española "donde más se votó fue en Catalunya", como si eso fuera reflejo de algo. Parece que se le olvida comentar en qué clima se votó, con muchos muertos en las calles durante esa transición que algunos (también él) venden como modélica. Tiene memoria selectiva y no comenta el caos que hubo en la votación donde se votó sin censo y con irregularidades en muchas comarcas. Y ya que habla a la gente joven, que asuma que es algo modificable y que no debe prevalecer de por vida. En las últimas elecciones generales votó más gente que no tenía derecho a voto en el 78 que gente que sí. Tal vez haya que abrir un poco las ventanas para que deje de oler a franquismo.  


Por supuesto, la amnistía fue un tema recurrente. El entrevistador, que es incapaz de preguntar sin dar su opinión, afirmó que "nos la hemos comido por cansancio, pero es una vergüenza y una humillación a la democracia" ante el aplauso y el jolgorio de los que hubieran preferido ver a Will Smith, pero estaban disfrutando del despelleje de Pedro Sánchez. Por su parte, Felipe González añadió que no era "política del perdón, sino el arrodillamiento del Estado ante un señor que se fugó de la justicia". Otra vez vítores de la grada que estaba a punto de hacer la ola. Tal vez lo que debería recordar el señor X es que no hay mayor amnistía que de la que goza una persona que puede presumir en una entrevista de que pudo "volar la cúpula de ETA" sin ningún reparo ni ninguna consecuencia. Que pudo participar en un grupo parapolicial que practicaba terrorismo de Estado y estar hoy dando lecciones en horario de máxima audiencia. Que pudo indultar a Vera y Barrionuevo y recibirlos en la puerta de la cárcel y ahí no sacó la constitución ni se echó las manos a la cabeza. Pero algunos ven más terrorismo en el procés que en el GAL y ahí está gran parte del problema. 

Entre insulto e insulto a Zapatero, a quien parece guardarle bastante rencor y que cada vez que lo mencionaba despertaba grandes risas entre el público, también sacó a relucir sus recuerdos de abuelo cebolleta. Repitió varias veces que él había ganado muchas elecciones y por mayoría absoluta. Que fueron otros dirigentes socialistas los que han bajado al PSOE hasta el número de diputados actual. Porque está claro que él prefiere el bipartidismo y que entre dos partidos decidan toda la política nacional que un parlamento plural que refleja mejor la realidad del Estado. Pero lo de ahora es una política que, según él, levanta muros y no representa a la mitad de los españoles. Cuando se modificó el artículo 135 de la Constitución con nocturnidad y alevosía, sin preguntar siquiera y con el beneplácito de solo dos partidos supongo que representaban a todos y era una política más abierta y plural que ahora, que se decide entre numerosos partidos con diferentes inquietudes y sí, por qué no decirlo, intereses.  

También le dio tiempo a hablar de la carta de Pedro Sánchez y su descanso de cinco días, donde le faltó gritar como aquel diputado del PP "vete al médico". Pudo darse golpes en el pecho diciendo que él creó la sanidad pública y universalizó la educación, que ya parecía lo de Franco y los pantanos y la Seguridad Social. Utilizó el populismo que tan bien conoce y, mirando al público dijo "yo creo que tenemos mejor sociedad que política" lo que ya casi empezó la conga en el programa. Eso sí, dijo que mejor sociedad que política hoy día, en sus tiempos eran unos cracs, unos fenómenos, unos dioses.  


Por último. Se quitó las gafas y miró seriamente a cámara durante unos minutos en su papel de consejero espiritual que nadie le ha pedido que sea y dijo "tienen que arreglar el Consejo del Poder Judicial ya. Hoy mismo". Y dio una gran idea diciendo que se sorteen los puestos, como una eliminatoria de Champions. Ya puestos que se hagan cuadros, que jueguen al Trivial o al Pasapalabra entre ellos y se hagan eliminatorias y a ver quién gana. Porque es más fácil dar consejos vacuos e inservibles que decir a un público que lo tenía en volandas que hay intereses políticos en mandar sobre los jueces, que el PP lo sabe y que si no hay mayoría conservadora jamás apoyará una renovación. Porque de la connivencia con los jueces está la supervivencia de la derecha y su política de tierra quemada.  

Hay jarrones chinos que decoran y hay otros que tienen las flores mustias, pero algunos se empeñan en no renovarlas. En darles voz como si todavía tuvieran opiniones acordes a los avances sociales. Pero de todas las chorradas, exabruptos y bromitas para un público facilón, me quedo con una cosa que dice que le había dicho un amigo suyo: "Yo quiero ser hijo de la democracia y no nieto de la guerra civil". Mira, Felipe: por desgracia, tú eres uno de los padres de esta democracia y así nos va. De los que no solo aceptaron que los franquistas quedaran impunes, sino que hoy los abrazas y sientes más simpatía hacia ellos que hacia una persona trans o un colectivo feminista. Y los nietos de la Guerra Civil, los nietos de los que la perdieron, los que siguen buscando a sus abuelos, tienen más dignidad en una uña del pie que tú en todos tus años de político. Como te dijo aquel al que hoy abrazas y con quien compartes ideología: "Váyase, Señor González".

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