Este domingo 25 de noviembre es el Día Internacional por la eliminación de las violencias hacia las mujeres y todas las instituciones realizarán un llamamiento para frenar las violencias machistas. Muchos de los señores que nos gobiernan, seguramente muchos de ellos del Partido Popular o Ciudadanos, saldrán a la calle acompañando las manifestaciones o guardando unos minutos de silencio en actos institucionales preparados para este día. Sin embargo, pasados estos minutos, volverán a su realidad, en la cual, la violencia ejercida contra las mujeres poco les importará.
Y es que, si nos fijamos en las políticas públicas encaminadas a erradicar las violencias machistas, a nivel estatal tenemos aún un Pacto contra la Violencia de Género al que le falta dotación presupuestaria, pese a que el Partido Socialista esté gobernando ahora nuestro país. Cierto es que algo hemos mejorado respecto al gobierno del Partido Popular, que en 2012 redujo un 21,1% la partida de actuaciones para la prevención integral contra la violencia de género, en 2015 manipuló los datos sobre violencia de género en un vídeo electoral, y en 2017, negó en el Senado, la asistencia jurídica y psicológica gratuita a las mujeres víctimas de violencia machista, y bloqueó el Pacto de Estado junto a su fiel muleta, Ciudadanos.
Sin embargo, pese a la hipocresía de los minutos de silencio, en las instituciones, afortunadamente para nosotras, han entrado mujeres feministas dispuestas a convertirlos en políticas públicas que mejoren la vida de todas nosotras.
En la pasada defensa de la moción de censura, Irene Montero comenzaba acordándose de la víctima de Granada y espetándole al Partido Popular el grito sordo del movimiento feminista cristalizado en que "no queremos ni una menos, nos queremos vivas porque nos están asesinando día a día" y es que el compromiso de las fuerzas del cambio no es simplemente estético, sino que forma parte de una forma de vida feminista y esto se escenifica en el acuerdo de Presupuestos Generales del Estado de 2018, dotando de mayores competencias a los ayuntamientos en la lucha contra las violencias machistas y en materia de igualdad.
Cada vez son más las mujeres que se suman a la representación pública, carente hasta ahora de voces feministas entre ellas, comprometidas con hacer de esta sociedad, una sociedad igualitaria. Pero la hegemonía del movimiento feminista en las calles y la organización política de las mujeres está dando sus frutos, aunque tímidos. En el Congreso de los Diputados, la Ley de Libertad Sexual permitirá colocar el consentimiento sexual en el centro de las relaciones y evitar que, dentro del ordenamiento jurídico, se vuelva a permitir que violaciones como la de La Manada, pueda dejar a cinco violadores en la calle pese al absoluto rechazo social y la desprotección en que la sentencia nos deja a todas nosotras.
A nivel municipal quizá es donde estamos viendo cómo el feminismo es ya, uno de los ejes irrenunciables de las políticas municipalistas. Esta semana conocíamos cómo el gobierno de Manuela Carmena ha aumentado un 27% el presupuesto destinado a combatir la violencia machista, mientras la Comunidad de Madrid lo ha reducido un 45%: Es la diferencia entre quienes llaman a combatir la "ideología de género" y quienes hacen unos presupuestos feministas. En este sentido, el Ayuntamiento de Madrid ha avanzado hacia la erradicación de las violencias machistas sentando las bases de políticas públicas de sensibilización a través de la cultura, organizando exposiciones para concienciar sobre los mitos de las violencias machistas, para desarticularlos y poner el foco también en la toxicidad del amor romántico que reviste a las relaciones de pareja.
Asimismo, se ha tomado el espacio público e intervenido sobre él con acciones artísticas en la misma dirección que las exposiciones. Este es el caso del callejero libre de violencias machistas, para llamar la atención sobre la inseguridad que suponen, a día de hoy, miles de espacios de nuestras ciudades y cómo se pueden transformar en espacios seguros, libres de acoso, discriminación y miedo para nosotras. Porque como ha demostrado el urbanismo con perspectiva de género "las farolas tienen género, y dónde colocarlas es hacer política".
Y es que la seguridad no es sólo velar por cubrir las necesidades de toda la población teniendo en cuenta su diversidad, sino también velar por la integridad física y porque las relaciones se establezcan en igualdad de condiciones. En este sentido, quizá la campaña más reconocible del Ayuntamiento de Madrid ha sido "Madrid Libre de violencias machistas" como grito para acabar con las agresiones sexuales en las fiestas de barrios y distritos, visibilidad a través de los puntos violetas, que ha servido para sensibilizar a la población madrileña, joven y más adulta, sobre el acoso y las agresiones sexuales que se producen en los entornos de fiestas y noche y cómo muchas de estas conductas están normalizadas por gran parte de la población.
Sin embargo, según el último informe de la ONG Plan Internacional "Inseguras en Madrid", pese a que Madrid es una de las cinco ciudades más seguras del mundo, tres de cada cuatro jóvenes sufren acoso callejero verbal en lugares públicos muy concurridos de nuestra ciudad. Estos datos demuestran que hacen falta aún muchas iniciativas para arrancar la cultura de la violación de nuestra sociedad y para ello necesitamos mujeres feministas dispuestas a llevar las demandas e ideas de los colectivos y del movimiento feminista a las instituciones, en forma de políticas públicas valientes y decididas a situar el feminismo en uno de los primeros ejes políticos municipales.
En 2019, Madrid será la primera ciudad de España en tener un centro de crisis para atender de forma integral a las mujeres víctimas de violencia sexual, pero el cambio y las políticas públicas deben seguir avanzando poniendo las necesidades de las mujeres en el centro hasta lograr un Madrid feminista.
El año que viene tenemos la oportunidad de que el feminismo entre con más fuerza que nunca de manos del cambio político en la Comunidad de Madrid y en los Ayuntamientos. Las mujeres estamos dispuestas a conquistar el futuro. Un futuro violeta donde podamos vivir libres, iguales y seguras y en el que el feminismo no sea sólo una cuota.
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