La feminización de la política ha venido para quedarse en las formaciones políticas de izquierdas. Muchas de las mujeres que ahora están al frente de partidos políticos en nuestro país o de sus delegaciones en comunidades autónomas son mujeres reconocidas también por su activismo feminista. Entre las que tienen cargos de representación son Yolanda Díaz, Ada Colau, Teresa Rodríguez, Mónica García, Mónica Oltra, Ana Pontón, Ione Belarra, Isa Serra, entre otras.
Esa pelea de gallos que ha sido la política institucional en nuestro país durante años es un síntoma de la lógica patriarcal, quien más grita, más razón tiene. Sin embargo, nuestras políticas mujeres han venido para aportar un tono más dialogante y conciliador, que es lo que parece que la ciudadanía está pidiendo a gritos, lejos de la masculinidad tradicional del enfrentamiento hostil.
Decían que los nuevos partidos no sobrevivirían liderazgos de sus hombres al mando, y tanto Yolanda Díaz como Mónica García están ahora mismo en mejor posición que sus antecesores varones. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, goza de gran simpatía en la opinión pública. Su primer éxito nada más llegar al Gobierno fue el pacto con las centrales sindicales y la CEOE para una subida sin precedentes del Salario Mínimo Interprofesional. Su siguiente acuerdo con los agentes sociales fue la derogación del artículo que permitía el despido de trabajadores en baja médica. Y luego estalló la pandemia. Desde el primer día de estado de alarma, la militante del PCE puso a su equipo a trabajar en ajustar el mecanismo de los ERTE para que pudiera servir para responder a un eventual parón de la actividad. Su talante negociador, simpatía y tono conciliador, hacen que la ministra cada vez gane más adeptos y que se posicione como una de las candidatas a presidir el país en las próximas elecciones generales.
Por otro lado, encontramos en Madrid el efecto Mónica García. La candidata en las elecciones autonómicas por parte de Más Madrid, conocida médica anestesista y madre -como ella se ha presentado en la campaña- ha dado la batalla durante este duro año de pandemia en la Asamblea de Madrid. En más de una ocasión ha sacado los colores a Isabel Díaz Ayuso, aportando datos sobre la pésima gestión del PP en la crisis de la covid-19 en los hospitales y residencias. Ello, unido a una exitosa campaña al frente de Más Madrid, le ha permitido ser la segunda fuerza política en la Comunidad de Madrid empatando con el PSOE en escaños y superándolo en votos.
En este análisis, llama también la atención el auge de las autonómicas o nacionalistas con liderazgos femeninos. El BNG es un buen ejemplo. Obtuvo en 2020 los mejores resultados de su historia de la mano de su líder, una declarada feminista, Ana Pontón. El éxito de la política gallega pasó por situar al frente de las candidaturas a jóvenes mujeres como lo son Olalla Rodil y Noa Presas y apelar a una base más amplia de votantes. Tras una campaña centrada en su figura, Pontón llegó a estas elecciones siendo madre de una niña y blandiendo la bandera del feminismo y poniendo sobre la mesa medidas de conciliación.
También está Teresa Rodríguez, que lleva años plantando cara a la política neoliberal de Susana Díaz y ahora a las políticas más conservadoras aún de PP, VOX y Ciudadanos en el parlamento andaluz. Al frente de Adelante Andalucía se espera que consiga su refundación y volver a presentarse con estas siglas en los próximos comicios, pero ya sin los socios cofundadores: Podemos e IU. La diputada anticapitalista ha hecho bandera de la sanidad y educación públicas, la lucha de los trabajadores andaluces, el feminismo y los derechos LGTBI, entre otros. Los cuidados, la maternidad, el poner la vida en el centro, unidos a una vida muy personal austera y humilde, han hecho de esta política una de las mejores de los últimos tiempos.
Lo mismo podemos decir de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, con su oda al amor y los cuidados, una nueva forma de hacer política más cercana al quincemayismo, la horizontalidad y el asamblearismo, así como su procedencia del activismo de la PAH. "A la política le sobra ruido, testosterona y proclamas de tuit fácil, y necesita más empatía, complejidad, escucha, pedagogía y matices", decía la alcaldesa tras cerrar su cuenta de twitter. Entre otras cosas, ha mediado en más de 10.000 desahucios a través de la Unidad contra la Exclusión Residencial (UCER) y ha conseguido la cesión voluntaria de viviendas vacías de bancos y entidades financieras.
Otras mujeres políticas procedentes del 15M también se encuentran al frente de partidos de izquierdas en distintas comunidades autónomas o de instituciones en el Gobierno de Unidas Podemos como son Irene Montero, Isa Serra, Beatriz Gimeno, Ione Belarra, y tantas otras que me dejo en el tintero, pero que son ejemplo del cambio que estamos viviendo en la política de partidos en nuestro país, fruto de años intensos de movimiento feminista y diez años después de que tuviera lugar el 15M.
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