Estamos ya en pleno verano y con la prensa en modo vacaciones me extraña no haberme encontrado aún con el típico artículo sobre alguna nueva tendencia que romantiza la pobreza con su correspondiente terminación en inglés.
Porque todo queda mejor con su correspondiente traducción anglosajona, incluso la precariedad, Precariousness ¿Lo veis? Mucho mejor, donde va a parar; si incluso el nombre se da un aire al Mindfullnes, esa tendencia que triunfó y que consistía en cobrar una pasta a gente que no tenía nada en la cabeza para vaciar su cabeza de pensamientos. Un win win.
Cada poco tiempo aparecen en algunos medios de comunicación deseosos de vestir este ultra capitalismo salvaje de falso glamour, nuevos términos que intentan normalizar y blanquear situaciones que hace un tiempo, y llamadas por su nombre, nos habrían parecido inaceptables y aberrantes.
Una forma terrible de colaboracionismo periodístico con las grandes empresas que financian estos medios para ir preparando a sus lectores, para ir creando un estado de opinión.
Para conseguirlo utilizan la misma técnica que tan buen resultado da en la cocción de cangrejos y mariscos, para que no salten de la impresión tan fuerte que sería meterlos directamente en el agua hirviendo se les introduce en agua templada y se va subiendo la temperatura paulatinamente para que se vayan acostumbrando poco a poco, y así acaban hervidos sin darse cuenta.
Porque ahora tener que compartir casa por no poder pagar un alquiler abusivo con tu sueldo precario o tener que compartir oficina, porque te han obligado a ser falso autónomo y a ir a trabajar con tu propio ordenador portátil, se ha transformado por arte de magia y del idioma en coliving o coworking.
No poder salir de casa porque no puedes permitirte salir a disfrutar del ocio durante una época se denominó nesting, un concepto nórdico, vendido como algo positivo; una forma de desconectar de las largas jornadas de trabajo y el desenfreno de la vida en las grandes ciudades quedándote en casa sin gastar un dinero, que claro, no tienes.
n concepto que nos vendían como novedoso pero que ya era una frase hecha para nuestros mayores: "Hacer de la necesidad, virtud".
Una de las últimas novedades en incorporarse a esta moda blanqueante y que directamente ya se encuentra a medio camino entre el reciclaje y la miseria es el stooping, buscar muebles en la basura para poder decorar tu casa.
Claro, no hay como volver de tu trabajo con contrato basura en la oficina de coworking a tu casa de coliving, cenar algo de comida basura mientras ves tele basura en tus muebles de stooping rescatados de la basura.
Nuevas tendencias que aúnan modernidad y miserabilidad y que, curiosamente, van siempre acompañadas de una serie de palabras usadas hasta la náusea en entornos ultraliberales como emprendedor, oportunidad o flexibilidad.
Incluso un directivo de una empresa hinchada como un globo gracias a que explotaba como falsos autónomos a sus trabajadores llegó a decir que "la flexibilidad era una tendencia en la sociedad...no queremos jefes...los jóvenes demandan tener dos o tres trabajos a la vez". Incluso alababa las ventajas de poder cambiar de ciudad, de pasar en unos meses de vivir en Milán a Barcelona o Lisboa y vivir distintas experiencias "sin hacer grandes esfuerzos" gracias a no tener ni un contrato de trabajo.
Unas declaraciones que demuestran que el "Huevoscomomeloning" también es una tendencia al alza entre los nuevos ejecutivos cayetanos con un master ADE pagado por papá que también son entrevistados en esos mismos medios como empresarios exitosos.
Meritocracia, creo que lo llaman.
Con este panorama, una tendencia está arrasando entre los jóvenes en España, el país con la tasa de desempleo juvenil más alta de toda la Unión Europea, casi un 40% de paro, más del doble que la media de nuestros vecinos europeos.
Cuatro de cada diez menores de 25 años en España no tienen trabajo, una generación entera que no está teniendo más remedio que abrazar el lema punki de "No future" cantado por los Sex Pistols. Lo que era pura ironía y transgresión en los años 70, medio siglo después, y ultraliberalismo mediante, se ha convertido en pura supervivencia. No hay futuro.
Una generación que acumula crisis tras crisis, sin apenas poder haberse incorporado al mercado laboral, está viviendo este final de la pandemia y este verano como si fuera el último, como si no hubiera un mañana, porque en su caso no se trata de una frase hecha.
Como titularían algunos medios y con su correspondiente nombre con final en inglés, que es mucho más atractivo:
"Llega la tendencia que está arrasando entre los jóvenes, el "Sobreviving".
Comentarios
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