Otras miradas

Somos negros

Anita Botwin

La española Ana Peleteiro en el podio con su medalla de bronce en triple salto durante los Juegos Olímpicos 2020. REUTERS/Dylan Martinez
La española Ana Peleteiro en el podio con su medalla de bronce en triple salto durante los Juegos Olímpicos 2020. REUTERS/Dylan Martinez

Como si ser negro fuera algo que tuvieras que justificar. Imaginen que vivieran en un país en el que el blanco no fuera el color predominante y tuvieran que ir pidiendo perdón por serlo. Todos estos debates deberían haber sido ya aceptados y pasados. Debates del pasado enquistados en una parte rancia de la sociedad, llena de prejuicios y de miedos, de inseguridades y debilidades. Alguien que teme al otro por su color de piel está proyectando que se siente inferior. ¿De dónde salen esas carencias?  El miedo al otro es una de las características de este sistema capitalista y del fascismo, ambos modelos demasiado extendidos en nuestra sociedad.

Ana Peleteiro, podio olímpico en triple salto, ha saltado y llegado lejos, con su trabajo, su esfuerzo y disciplina, con su equipo, como ella misma decía llena de humildad y de reivindicación de lo colectivo frente al deporte individualista: "Podría decir que es gracias a todo mi esfuerzo... Pero en la vida te puedes esforzar mucho, pero si no estás en el sitio correcto, en el momento correcto y con las personas correctas, no funciona". Nos gusta Ana porque es un canto a los derechos humanos y al avance de esta sociedad; su frescura y desparpajo a la hora de expresarse huelen a aire fresco por fin, después de un largo tiempo de olor a rancio y cerrado. Ana ha dicho, no, perdona, esto también me pertenece, tengo el mismo derecho que tú a ocupar un espacio público y hacerlo con éxito y además soy negra, sí.

Estamos asistiendo a los juegos olímpicos del futuro, de la sororidad, del antiracismo y el feminismo.  Estoy encantada observando cada uno de los logros deportivos de ellas y ellos, pero sobre todo las declaraciones que los acompañan. Son un gesto y un guiño a toda la sociedad, mucha gente les ve y son quienes pueden mandar su mensaje amplificado que ayude a cambiar el mundo y frene los discursos . Simone Biles dejó clara la importancia de la salud mental, se retiró para coger fuerzas y poderse subir al potro para recoger el bronce. Ahora es Ana, nuestra Ana, quien nos manda un mensaje muy claro "Somos negros, qué de color, de color son ellos que cambian más de color que el sol", aclaraba ante las cámaras de TVE. Y añadía, después del triunfo del domingo "que los dos medallistas fuéramos negros le joderá a mucha gente". Y así ha sido. Sin ir más lejos, los líderes de los partidos ultraderechistas VOX y PP, han decidido no felicitar ni a ella ni a Zapata por sus logros.

Como decía nuestra querida Fallarás, en uno de sus textos, este es el relato que necesitamos. Ahora ya hay mujeres que han llegado a la esfera pública y no han pedido permiso para reconocerse en sus "limitaciones" como es el caso de Biles o en sus "diferencias" como es el caso de Peleteiro. Ambas, mujeres negras, medallistas olímpicas, han llegado allí por sus logros y los de quienes les rodean, pese a quienes no las consideran legítimas por su color de piel o sus problemas de salud mental o su género.

"Soy un chico negro de 23 años, no me disculparé por ser quien soy", decía el delantero del Manchester United, Marcus Rashford, en relación a los insultos racistas que tanto él como sus compañeros recibieron en el campo de fútbol, algo demasiado común. Recuerdo desde muy pequeña, asistir a partidos de fútbol en el Vicente Calderón y escuchar a los hinchas de mi equipo gritar auténticas barbaridades contra los futbolistas, haciendo alusión a su raza. Jamás comprendí que eso estuviera permitido, considerándose un delito de odio. Tampoco entendí ver esvásticas o cruces gamadas.

Por suerte, cada vez hay más gente concienciada y son ellas y ellos, deportistas en primera persona reivindicándose y tal y como en su momento hizo Rosa Parks en ese autobús que la rechazaba por su color de piel, se han negado a ceder su asiento al odio y al racismo y han abierto una nueva era en el mundo del deporte y de una sociedad más justa y a favor de los derechos civiles.

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