Algo huele mal en toda la comarca del Guadalentin y no solo es por las macrogranjas que hay en el municipio de Lorca, a lo que hay que sumarle las explotaciones ilegales. Lo que también huele mal es el trumpismo instalado en la Región de Murcia que atenta a la paz y la convivencia en este territorio que va camino de convertirse en algo parecido a Alabama con racismo extremo incluido -si no le ponemos remedio-como hemos podido comprobar en el lamentable asalto al Ayuntamiento de Lorca -que nos ha recordado al asalto del capitolio en EEUU- promovido por la gran patronal del sector agroganadero, además de PP y Vox, cuyos principales cargos estuvieron en la concentración que se convocó con motivo del pleno municipal que se celebraba para debatir una modificación del plan general de ordenación urbana que regula la distancia entre las explotaciones porcinas y el casco urbano de Lorca y sus pedanías.
Tal modificación contaba con un consenso previo que se produjo en julio de 2020 por parte de las fuerzas políticas presentes en el Ayuntamiento y los sectores afectados. Ya que era de sentido común garantizar y combinar los intereses de los pequeños ganaderos, con los de la vecindad que sufre diariamente los malos olores que provoca este tipo de actividad. Además de la contaminación del territorio y las filtraciones que producen los desechos y residuos en los acuíferos, muy difíciles de gestionar debido a la concentración de cerdos, cifrada en mas de un millón , en un municipio de 96.000 personas.
Parecía razonable dicho consenso que aumentaba de 1000 a 1500 metros la distancia desde estas instalaciones a los núcleos de la población incluidos colegios y centros de salud, 500 metros a fuentes naturales de agua y a 100 metros a cauces oficiales. Estas medidas afectaban a las nuevas explotaciones, no a las ya existentes, pero el plan de expansión que tiene grandes empresas como Cefusa, filial de El Pozo y otras, hizo que el consenso que había saltara por los aires. Todo ello mezclado con técnicas de comunicación trumpistas sobradamente conocidas, basadas en manipulación extrema y mentiras. Así se llevó a la concentración de ganaderos, que acudieron por una parte ganaderos manejados por "los amos" y por otra, de sectores de la ultraderecha que no tienen relación con el sector. De ahí se pasó a palabras fuertes y amenazas de quemar el edificio o de matar a determinados concejales de izquierdas , como Pedro Sosa de IU-VERDES.
Todo muy lamentable, aunque lo peor es la justificación que tanto Vox como el PP han dado a los incidentes. Con estas palabras se referían respectivamente sus portavoces en Twitter "los progres de la agenda 2030 ya no pueden pisar la calle" o "esto es lo que ocurre cuando tienes a comunistas en el gobierno".
Vivimos malos tiempos vivimos en una Región de Murcia liderado por un gobierno formado por PP-Vox-Cs, que es cómplice de una agroindustria que sobreexplota a sus trabajadores y trabajadoras con unas relaciones basadas en la precariedad extrema –conocidos son los resultados de las inspecciones de trabajo que han dado titulares vergonzosos- y que no respeta el territorio, ni los recursos naturales. Prueba de ello esta el desastre de el Mar Menor. Imposible olvidar las imágenes que hemos visto este verano de miles de peces muertos y ya es la segunda vez que esto sucede. Los vertidos que generan las macrogranjas y la agricultura extensiva son culpables de ello, como sobradamente han demostrado científicos independientes, honestos y rigurosos. En nuestra memoria quedan las enormes movilizaciones ciudadanas que se han sucedido en la Región en los últimos meses por este motivo.
Esta tierra necesita un modelo agroindustrial respetuoso,sostenible y compatible con el medio ambiente, el territorio y las personas. De momento, la agroindustria está en guerra permanente contra estos conceptos que van acordes con los tiempos que vivimos y con un cada vez mas visible e incuestionable cambio climático, que según los estudios sobre escenarios futuros a este respecto, seríamos una de las zonas mas castigas de España. Ese modelo está en expansión no solo en esta tierra murciana, también en nuestra vecinas Andalucía y Castilla la Mancha. Por cierto, en casi todos estos proyectos siempre aparece el nombre de Tomas Fuertes, dueño y señor de El Pozo y Cefusa. Uno de los conflictos vecinales que está habiendo es el pueblo de Yecla, en el que quieren colocar una macrogranja en el Monte Arabi, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Ni siquiera esto respetan.
Hay que decir alto y claro que las conexiones de la ultraderecha neoliberal y los poderes económicos son muy visibles y demostrables. El trumpismo murciano intenta imponer unos marcos y un pensamiento único, que afecta a nuestro presente y futuro como Región. En una tierra que habitamos miles de gentes insumisas y honestas que les hace frente diariamente en diversas formas, pero donde hay una parte de la población que "compra" con excesiva facilidad los discursos de odio y los bulos, con la complicidad clara de determinados medios manejados por los amos. Así nos va. De momento.
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