"A los hombres les gustan los hombres. Se quieren entre hombres. Se follan unos a otros a través de las mujeres (...) Se miran a sí mismos en el cine, se dan los mejores papeles, se sienten potentes, fanfarronean, alucinan de ser tan fuertes, tan guapos y de tener tanto valor. Escriben unos para otros, se felicitan mutuamente, se apoyan. (...) ¿A qué esperan para darse por el culo los unos a los otros? Venga."
Virginie Despentes escribe esto en su libro Teoría King Kong, del cual no comparto algunas cosas; pero esta, precisamente, me llama la atención.
Por otro lado, mucha reivindicación organizada ha tenido que darse para que Frida Kahlo y Chavela Vargas dejasen de ser "las amigas" para desvelar que eran "las amantes", porque compartían algo más que profundos conocimientos culturales. Hay muchas más lesbianas de las que crees y esa orientación sexual es un arma poderosa, señoras, porque no hay otra cosa que pueda indignar más al patriarcado que constatar que no necesitamos lo que tienen entre las piernas.
La vida avanza y los datos rompen los límites. Según el CIS, el porcentaje de personas que se sitúan dentro del colectivo LGTBI es cada vez mayor. El porcentaje podría pulverizar la heterosexualidad como orientación mayoritaria si no existieran condicionantes morales, culturales o religiosos.
A lo largo de la historia, hasta nuestros días, la religión y la Iglesia han sido las mayores culpables de toda la represión y la brutalidad ejercida contra la comunidad LGTBI. El yugo de sus dogmas ha empobrecido la diversidad y sigue en el armario mucha más gente de la que crees. La imposición cultural del heteropatriarcado es la llave que mantiene el cierre echado y se hace muy difícil salir del armario con la extrema derecha olisqueando la puerta.
Hoy día, un tercio de los países de la ONU siguen criminalizando la libertad sexual y de género. Países gobernados por la derecha o la extrema derecha en los que se condena, se asesina y se tortura a quienes aman o sienten diferente a lo que es considerado "lo normal". España se sitúa como el tercer país a nivel mundial y el primero europeo con mayor porcentaje de población no heterosexual por tanto aquí, "lo normal" es la diversidad.
El heredero de la Santa Inquisición, Vox, quiere hacer la heterosexualidad grande otra vez para reafirmar su poder como hombres; pero la batalla cultural la tiene ganada la comunidad LGTBI si hay gobiernos que absorben el golpe. En este sentido, esta semana se ha aprobado en el Consejo de Ministras la ley por los derechos de las personas trans y lgtbi impulsada por la ministra de igualdad, Irene Montero. Esta ley va a crear nuevos derechos porque es "lo normal" que puede hacer un gobierno: ampliar los horizontes y abrazar la realidad existente en el país. Con la aprobación de la ley se reconoce el derecho de filiación para mujeres bisexuales y lesbianas sin necesidad de matrimonio, se prohiben las prácticas de reconversión, se protege a las personas trans desde la infancia, y se manifiesta con contundencia que no ser heterosexual también es "lo normal".
Tan normal como que en 2018, el Journal of Personality and Social Psychology publicaba un estudio asegurando que nadie es enteramente heterosexual. Los participantes expresaron deseo sexual a través de la dilatación de sus pupilas, viendo cómo personas de su mismo sexo practicaban actos sexuales en el material proporcionado.
Date cuenta que la Generación Z la forman chavales entre 8 y 23 años y que ocuparán todo el protagonismo en unas décadas. Todos los estudios arrojan las mismas afirmaciones: son la generación menos hetero de la historia y además la que menos cree en la monogamia. Las relaciones afectivas y la sexualidad se flexibilizan y esa es la realidad que viene. En ese abrir de horizontes, hay una gran esperanza porque uno de los postulados del patriarcado ha sido la heterosexualidad como única forma de estar en el mundo. Con esto convirtieron al hombre en el centro del universo, el protagonista de la historia, el ser imprescindible para dar hijos y placer.
Quiero pensar que el futuro apunta a nuevos tiempos y son a todo color. Es momento de abandonar los límites heredados de dogmas religiosos e imposiciones morales represivas para empezar a abrazar algo cada vez más notorio: lo normal es la diversidad.
Comentarios
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