Otras miradas

2022: el año de la pérdida de poder adquisitivo y de la desigualdad económica

Miguel Fadrique Sanz

Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT)

Manifestación de trabajadores del metal en Cádiz. / Román Ríos (EFE)
Manifestación de trabajadores del metal en Cádiz. / Román Ríos (EFE)

Siempre que salen los datos oficiales trimestrales de la EPA (encuesta de población activa), se inicia una lucha encarnizada entre el Gobierno y la Oposición de turno contradiciéndose con el análisis de los datos. Los primeros (el Gobierno) intentando exponer y hacer ver que los datos son positivos, que sus medidas económicas y laborales funcionan, y que el camino que se debe de seguir es el planteado por el ellos. Mientras tanto, los segundos (la Oposición), intenta echar por tierra los datos ofrecidos por el Gobierno intentando transmitir un mensaje alarmista, de quiebra total de la encomia, y de que, por supuesto, la única solución que existe al respecto es el cambio y la llegada de su Gobierno al poder.

Esta realidad política es así desde hace décadas. Cada tres meses, los más de 46 millones de habitantes del Estado español volvemos a ser testigos directos del circo político y mediático que unos pocos organizan respecto a los datos de la EPA: un circo que no solo se ciñe al entorno de los partidos políticos, sino que, durante los días posteriores a la publicación de los datos de la EPA, los diferentes medios de comunicación comienzan su propia batalla de titulares y análisis queriendo con ello echar flores o tirar piedras al Gobierno de turno dependiendo del color político del medio.

Todo este "esperpento analista", que se repite cada 3 meses, hace a que nos preguntemos si realmente vale para algo el hecho de que se publiquen los datos de EPA cada tres meses y tengamos que soportar semejante espectáculo o si, por el contrario, no sería mejor que esos datos se dieran solo al inicio del año para así tener que aguantar solo una vez este totum revolutum.

Esto último no lo decimos con el ánimo de que se deje de publicar la EPA cada tres meses, ni mucho menos, ya que es algo que desde muchas organizaciones analizamos con detalle para saber dónde están los verdaderos problemas laborales y económicos, sino que lo decimos con la intención de hacer ver que estamos cansados de que, trimestre tras trimestre, seamos testigos de la misma situación, de los mismos análisis "imparciales", pero sobre todo incidir en que estamos cansados de ver cómo nadie toma medidas para paliar lo que realmente deja claro la EPA y que ningún actor político se atreve a decir.

Basta con analizar mínimamente los datos de esta ultima EPA para comprobar cómo, después de casi un año de su aprobación, la "reforma laboral" del Gobierno no ha servido para solventar la desigualdad económica y laboral que existe en el Estado español: esta desigualdad sigue establecida en varios niveles y, a pesar de ser una época del año favorable a la creación de empleo, especialmente en el sector servicios, el paro ha aumentado en un 1,47% situándose en casi un 13% y manteniendo el carácter estructural del paro en una cifra alarmante.

Mientras la tasa media de desempleo a nivel europeo se sitúa en un 6,5%, según datos del Eurostat,  en el Estado español,  más de 3 millones de personas siguen en situación de desempleo, doblando la media europea y situándonos con una de las tasas más altas de la UE; persistiendo la brecha de género en el mercado laboral entre el paro masculino (11,32%), y el femenino (14,6%).

Las diferencias no solo persisten de manera preocupante en cuanto al género se refiere ya que, en el ámbito territorial, existen diferencias extremadamente alarmantes: Ceuta (31%), Melilla (21,2%), Andalucía (19%) o Extremadura (17,62%) tienen las tasas de desempleo más alto desde hace tiempo mientras que La Rioja (8.6%), País Vasco (8.66%), Castilla León (8.83%) o Aragón (9.41%) muestran las tasas de paro más bajas del Estado. El agrandamiento de estos datos no hace otra cosa que evidenciar la nula voluntad política existente en muchos territorios en materia de empleo y la inutilidad de la "reforma laboral" para reducir dichas diferencias.

A pesar de haberse reducido el paro juvenil en la última década, otro de los grandes problemas que deja en evidencia la última EPA es el desempleo juvenil situando en el 34,6%  las personas de menos de 25 años que siguen en situación de desempleo, un 20% más de la media europea.

A todos estos datos hay que sumar las divergencias existentes por nacionalidades (11,9% de paro en personas con nacionalidad española y 18,65% de paro en población extranjera), el aumento hasta el 14% de las personas que llevan más de un año sin empleo y hasta el 28% el de aquellas que llevan más de dos años, el aumento de la parcialidad en la contratación (acentuándose sobre todo en sectores feminizados) y el mantenimiento en un 90% de la parcialidad involuntaria motivada por el trabajo de cuidados, mayoritariamente realizado por mujeres que hace aumentar aún más la brecha salarial de género, hacen que, un año después de la aprobación de la "reforma laboral", la situación laboral y económica en el Estado español sean aun más preocupante. 

Pero para ver esta realidad no es necesario esperar a los datos de la EPA, basta con salir a la calle y ver lo que realmente se cuece en ella. La diferentes luchas laborales en la que varios sectores permanecen dentro de la economía"sumergida", son claros ejemplos de lo necesaria que es el desarrollo y aplicación de medidas serias y contundentes que corrijan esta situación. A modo de ejemplos, la lucha de las compañeras de CGT en Inditex contra la precariedad laboral existente en la multinacional y contra la ridícula subida salarial del 3% que han acordado los sindicatos mayoritarios, la huelga indefinida de la plantilla de la panificadora Butrón en Chiclana de la Frontera ante los graves incumplimientos reiterados del convenio colectivo y el fraude existente en las contrataciones, y la huelga de la plantilla del Instituto Cervantes en los diferentes países en los que se encuentra son una muestra de la realidad laboral existente, somos conscientes de que son solo la punta del iceberg.

No se puede pretender vender como buenos unos datos de la EPA que no hacen otra cosa que acentuar la desigualdad económica y la pérdida de poder adquisitivo. Desde CGT nos preocupa las problemáticas estructurales que vienen reproduciéndose con el tiempo y, a pesar de la creación neta de empleo durante los últimos trimestres y las reformas aprobadas, los datos sobre poder adquisitivo, pobreza y desigualdad, alertan sobre la magnitud del problema.

Frente a esto, son necesarias medidas urgentes que, en primer lugar, aseguren un incremento de los salarios al mismo nivel que la inflación, medidas que faciliten realmente la conciliación y que el cuidado de hijos no se convierta en un losa laboral y económica que cae en la inmensa mayoría de ocasiones sobre las mujeres, medidas reales que acaben con la precariedad en la contracciones y que hagan que de una vez las personas trabajadoras puedan llegar a final de mes de una manera digna. 

Tenemos que tener claro que, si queremos revertir esta situación, una organización sindical autónoma de la clase trabajadora que confronte realmente en el ámbito de los centros de trabajo es necesaria. Desde CGT seguimos apostando por la organización y la movilización en las calles y en los centros de trabajo y seguimos apostando por la unidad del sindicalismo de clase y combativo como herramienta para conseguir unas mejoras laborales, sociales y económicas más que necesarias.  CGT es el sindicato de ámbito estatal que mayor número de jornadas de huelga ha realizado y que mayor número de personas trabajadoras ha movilizado (datos del año 2021) y, por tanto, que más ha servido para mejorar las condiciones laborales y de vida de las personas trabajadoras, por lo que la Confederación General del Trabajo sigue siendo una herramienta útil y efectiva. Por todo ello, os animo a seguir trabajando para que esa unidad de acción del sindicalismo de clase y de la clase trabajadora se lleve a cabo.

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