Otras miradas

Historia de una pintada y de la memoria estudiantil

Patricia Biesa Marco

Estudiante de Ciencias Políticas y memorialista

Madrid, 1947. Un grupo de estudiantes de diferentes facultades de Ciudad Universitaria, unidos por sus ideales republicanos de libertad y justicia social, se agruparon clandestinamente para tratar de revivir -en dictadura- la Federación Universitaria Escolar (FUE). Entre sus acciones de agitación propagandística se planeó la realización de una gran pintada en la fachada de la Facultad de Filosofía, enclave de especial connotación debido a la destrucción que provocó el bando franquista en el edificio durante la Guerra Civil.

Para asegurar el triunfo de la acción recurrieron a su compañera de químicas, Mercedes Vega, quien propuso utilizar una pintura hecha a base de nitrato de plata. De esta forma, sería invisible durante la noche, pero al amanecer, el compuesto se ennegrecería y quedaría fijado así permanentemente en el ladrillo.

En la noche elegida, la Policía fue alertada de la presencia de jóvenes vandálicos, aunque cuando llegaron no había rastro de los hechos denunciados. En la pintada se podía leer: "Viva la Universidad Libre", "Machado, Lorca, Hernández" y "FUE". El enfado tuvo que ser tremendo cuando al día siguiente los muros gritaban vivas por la universidad libre y los poetas represaliados.

La historia no acaba aquí. De hecho, no hace más que empezar. Uno de los protagonistas de esta historia, Nicolás Sánchez-Albornoz, es condenado a trabajos forzados en el Valle de Cuelgamuros. No pinta nada bien. Sin embargo, Nicolás recibirá la ayuda de una réplica francesa de la organización que ha tratado de refundar. Así, se escapa del Valle y se exilia de España, dejando atrás a sus compañeros de Facultad, sus amistades, pero no su activismo antifranquista.

Nicolás acumulará más de un exilio, pues escapará de nuevo de otra dictadura, la argentina. Mientras tanto, su ánimo no decae, más bien, parece que está forjado de un material resiliente: cuanto más lo golpea la vida, más se sobrepone frente a las adversidades. Así, va acumulando trayectoria y prestigio académico en Universidades como la de La Plata, Buenos Aires, etc.; más tarde, en Estados Unidos, Nueva York, Yale, etc. Y, además, es miembro fundador de la editorial y los cuadernos Ruedo Ibérico, los mismos que propiciarán que obras de historiadores tan importantes como Stanley Payne o Gerald Brenan sean traducidos al castellano y al francés.

Durante generaciones, los rastros de esas pintadas en la fachada de la Facultad de Filosofía y Filología han acompañado a los estudiantes sin que, ya en democracia, nadie explicara su historia. Salvo quizás, un rumor en forma de historia transmitida como memoria oral entre algunos estudiantes. Así como otros lugares de la Universidad Complutense, son edificios y lugares con una gran carga simbólica para nuestra historia reciente. Por eso, desde el proyecto Aulas de Memoria Democrática trabajamos para poner en primer plano tres elementos clave de la memoria democrática: la reflexión sobre el conjunto patrimonial de los elementos simbólicos y arquitectónicos de la dictadura, una reflexión sobre la educación democrática y el estudio de la pervivencia del franquismo en nuestra educación. Y, en tercer lugar, la difusión de una memoria ciudadana critica capaz de problematizar su pasado.

Esta necesidad de memoria democrática se observa sólo desde la óptica del deber de memoria, condición necesaria para entender que las políticas de memoria atraviesan nuestra realidad social. Como en el caso de la cárcel de Carabanchel o en intervenciones sobre el paisaje como la pintada de los estudiantes de la FUE, las políticas de memoria pueden ser llevadas a cabo por movimientos sociales; sin embargo, hemos de reconocer la potencia estatal para generar políticas de memoria. Y, es en este sentido en que interpelamos a la UCM desde dentro de la propia institución.

Homenajeamos tanto a Albina Pérez, licenciada en Filosofía y Letras, maestra de León, claro ejemplo del exilio interior; como a Nicolás Sánchez-Albornoz. Hasta la fecha, atesora cinco distinciones doctor honoris causa de diferentes universidades españolas. Sin embargo, la Universidad en que comenzó sus estudios no le ha reconocido su ejemplar carrera.

Nuestra opinión, basada en ese currículum, ejemplar, es que también debería ser reconocido como honoris causa de su primera universidad, la Complutense: es deber de memoria.

La Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, en 2019, acogió un congreso pionero, sobre memoria democrática. Éste incluyó un homenaje a Nicolás, con la inauguración de una obra inspirada en la pintada de 1947. Ya en 2023, es hora de que sea la Facultad en que comenzó sus estudios, la de Filosofía y Filología, la que le acoja y le homenajee como se merece.

Para mí, como estudiante, este congreso supuso un hito, ya que le daba espacio a todas las inquietudes que tenía al respecto de un tema que, en cierto sentido, seguía siendo -y es- tabú, la memoria histórica. Seguía allí esa máxima del ‘no te metas en política’, ‘no hables de la guerra’. Nuestra generación es la que ha de acabar con ese tabú. Ese silencio del que hablaba Raimon.

Jo vinc d’un silenci

antic i molt llarg

(Jo vinc d’un silenci, Raimon)

La memoria democrática es importante y necesaria porque reconoce los esfuerzos de tantas gentes que, como Nicolás, resistieron a lo establecido a base de una resiliencia que sólo puede suscitar tres sentimientos: orgullo, respeto y dignidad. El reconocimiento de esas personas y de esas -nuestras- luchas es lo que nos hace mejores como comunidad -social, universitaria, científica-.

Quisiera demostrarle a Ismael Serrano que las estudiantes sí seguimos escuchando Al vent, que esos ideales de libertad nos impulsan a querer conocer y cambiar la realidad social que nos rodea. La fuerza del Alberti y Paco Ibáñez, la que impulsó a tantas generaciones, ahora nos sitúa cara a cara, frente a la historia: ahora sí, ahora es el tiempo de la memoria, no de cualquiera: de una democrática.

Tantas gentes, tantas historias: hoy, es el turno de Nicolás y Albina de recibir su merecido homenaje como historia viva de nuestra Universidad. Por ello, en la misma Facultad en que comenzó esta historia, en el Paraninfo de Filosofía (UCM), este lunes 20 de febrero para poner en valor las memorias y la dignidad del primer movimiento estudiantil antifranquista.

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