Otras miradas

Feminismo para todo, la alternativa al 'establishment'

Gloria Santiago

Candidata al Parlamento balear por Ibiza y diputada de Unidas Podemos

Feminismo para todo, la alternativa al 'establishment'
Mujeres manifestándose por el 8M de 2022, en Madrid (España). Carlos Luján / Europa Press

Hace unos días alguien comentó que el feminismo estaba para luchar por la igualdad de las mujeres y que no podía atender a todas las causas. Precisamente sí, contesté. El feminismo tiene que abordar toda cuestión socioeconómica, desde lo local a lo transnacional, por su extraordinaria capacidad transformadora. Y esto es así y es necesario por varias razones:

Primero, porque es la fuerza contestataria que une a quienes más han sufrido la opresión del establishment. El sistema capitalista, desde su más intrínseca estructura, ha funcionado y funciona contrario al sostenimiento de la vida y sobre las espaldas de las mujeres. Son razones para entender que es desde el feminismo desde donde se puede articular, con más justificación, un cambio radical de valores en este paradigma obsoleto al que llamamos "sentido común".

Segundo, porque hay que construir un relato contrahegemónico y no hay nada más alternativo a la realidad dada que explora futuros posibles que son despreciados a lo imposible por el pensamiento dominante. El feminismo cuestiona la realidad y encuentra necesario moverse a través de una mirada distinta a la que ha construido el mundo tal y como lo conocemos, precisamente para sobrevivir a él.

Tercero, porque la supervivencia sugiere un cambio de valores y para eso hay que cambiar las prioridades y asumir unos límites. Y en esas, recoger el valor de las amas de casa y considerarlo trabajo, ya es empezar a proponer un nuevo orden mundial. Solo la fuerza que acepte la existencia humana como vulnerable y finita podrá ser capaz de anteponer la vida al beneficio económico.


Solo un movimiento que reconozca como válido el derecho a sentir, el derecho a ser y a querer a quién quieras, puede rechazar el encasillamiento heteronormativo por el dolor que produce. Solo esa parte marginada por ser mujer, racializada, pobre o todas a la vez; puede incorporar una visión interseccional de las nuevas generaciones e integrar en la lucha por la justicia social, todas las desigualdades que suceden por raza, orientación o identidad sexual. ¿Quién puede desafiar al gran proyecto capitalista mejor que quienes han sido destinatarias fijas o potenciales de la precariedad que produce?

A día de hoy, el feminismo es la principal y más intensa amenaza para el neoliberalismo, el belicismo y el fundamentalismo. Porque critica el tiempo que nos roba la producción sin límites en el sistema de los beneficios monetarios. Porque reconoce como riqueza real tener una red de amistades, una buena relación con los vecinos y vecinas, o un parque amplio en tu barrio donde los chiquillos puedan bajarse a pedalear un rato en la bici. Porque señala la paz como el único camino transitable en las relaciones internacionales y el diálogo como única respuesta a los conflictos geopolíticos.

Hay todo de cierto en ese comentario de que el feminismo está para luchar por la igualdad en derechos entre mujeres y hombres; pero también está en todo aquello que nos dirija hacia una justicia social universal. Está en todo lo que va en contra de este sistema porque ha nacido y crecido con todo el sistema en contra. Por eso, el enlace del feminismo a otros movimientos sectoriales que luchen por la justicia social y protección medioambiental debería considerarse un avance.


Eso sí, la propuesta feminista tendrá que conseguir aún más apoyos para poder cambar las lógicas capitalistas por las lógicas democráticas y los valores materiales por los fundamentales. El camino no está siendo rápido ni fácil, pero no hay, ni habrá, una alternativa mejor.

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