Otras miradas

Real Academia de Historia: no sé si es cosa de reír o de llorar

Christiane Stallaert

Antropóloga e hispanista belga

Real Academia de Historia: no sé si es cosa de reír o de llorar
El Rey Felipe VI y la reina Letizia llegando al acto de presentación pública del "Portal Digital de Historia Hispánica", de la Real Academia de la Historia, a 28 de febrero de 2023, en Madrid (España). Antonio Gutiérrez / Europa Press
28/2/2023

El 2 de marzo el rey Felipe VI inauguró el "grandioso y fascinante" portal  Historia Hispánica elaborado por la Real Academia de la Historia. Sin complejos. Con orgullo. Ese mismo día no me funcionó el acceso. Supongo que el error técnico se debía a la afluencia masiva de visitantes el día de la inauguración. Hoy sí tuve el gusto y el disgusto de poder explorar el portal.

España es, se nos asegura en la presentación,  el "primer país del mundo" que tiene georreferenciada su historia en un portal digital que "aúna rigor académico y novedad tecnológica". Después de alguna información básica para usuarios que probablemente jamás han navegado por la red en su vida, se explica cómo hacer una búsqueda avanzada. Aquí lo importante es entender el sistema de denominación utilizado por los arquitectos del portal: Apellido 1, Apellido 2, nombre. En ciertos casos, se nos advierte, el nombre va precedido de una titulación. Hay cinco categorías: a. Soberanos; b. Santos y beatos; c. Papas; d. Dignidades eclesiásticas; e. Nombres de religión. Y abajo en la misma página, bajo el título 'Otras confesiones', se especifica textualmente: "Este campo es una lista controlada de tres términos que permite restringir las búsquedas por otras confesiones distintas al catolicismo".

¿Perdón? Efectivamente: monarquía y catolicismo. ¿España = nacionalcatólica? No lo digo yo; lo dice la Real Academia de la Historia.

Pero no todo son penas. También hay gloria. Vivimos en el siglo XXI y la RAH lo sabe. Ha adoptado un lenguaje inclusivo para las etiquetas de identificación de cada personaje histórico, no importa si es hombre, mujer o X. Así, por ejemplo: biógrafo, fa; ministro, tra; escritor, ra, etc. Y si bien puede haber santo, ta o religioso, sa la etiqueta de obispo o inquisidor se limita a la forma masculina. Rigor académico se llama esto.


Hago una consulta biográfica: Bartolomé de las Casas. El difamador de España. Padre de la Leyenda Negra. Etiquetas: dominico, ca; escritor, ra; obispo; polemista;  teólogo, ga.

Y leo los primeros párrafos:

Nació en Sevilla, colación del Salvador, en el centro de la ciudad; dato cierto, pues él no pierde ocasión de proclamarlo. El 19 de septiembre de 1516 afirmó que tenía treinta y un años. Algunos dicen que era de familia noble, pero no aportan pruebas y si se atiende a la profesión paterna, cabe pensar que no. Y aunque él se ufana en que sus ascendientes eran cristianos viejos, es más verosímil que por sus venas corriera sangre de cristianos nuevos, pero todo esto es mera conjetura. Pedro, su padre, se embarcó en el segundo viaje colombino. Volvió a Sevilla en 1498. De su madre, nada cierto se sabe y muy poco de sus cuatro hermanos. Con ellos pasó Bartolomé su infancia y adolescencia. En el hogar aprendió a rezar y en el colegio sus primeras letras. De joven estudió latín con un buen maestro, pues lo escribe con cierta corrección. No hay rastro de que hiciera carrera universitaria, ni fechas que permitan su posibilidad. Nadie, que sepamos, ha aclarado el itinerario de su formación intelectual que, en gran medida, fue autodidacta. Hizo un viaje a Granada, con su padre, en 1501. No se sabe a qué: para unos a participar en la guerra contra los moriscos, pero no encaja, pues era muy joven. Tampoco consta que fueran a negocios. Se cree que iban a preparar su viaje a Indias.

Sic.

Se me ocurre registrarme en chat gpt para ver qué nos propone la Inteligencia Artificial para la primera fase de la vida del ilustre dominico. Porque no me cabe la menor duda. Si fray Bartolomé llegara a conocer este portal financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación no sabría si es cosa de reír o de llorar.

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