La disposición a admirar, y casi idolatrar a los ricos y poderosos, y a menospreciar, o, cuando menos, a desatender a las personas de condición pobre y humilde [...] es [...] la más grande y universal causa de corrupción de nuestros sentimientos morales. (Adam Smith)
José María Aznar ha realizado unas declaraciones dónde muestra que "está preocupado por la meritocracia" en España. Según sus declaraciones en una conferencia la sociedad se ha decidido a "arrasar la meritocracia" y a favor de derechos colectivos y grupos singulares excluyentes. Además considera que la sociedad asume que son "más virtuosos cuanto más minoritarios". No sorprende que el otrora líder del centro-derecha español, luego virado más a la derecha en cuanto obtuvo la mayoría absoluta, considere al colectivo LGTBIQ+ como una minoría que no casa con su ideario católico integrista.
La meritocracia es un sistema que se basa en que con esfuerzo, dedicación, estudio, etc., se pueden alcanzar los puestos más altos de la sociedad, y se debe obtener una recompensa acorde al esfuerzo dedicado. Por supuesto, el principio meritocrático ignora que no todos partimos desde el mismo punto, y por lo tanto oculta las "ventajas comparativas" que se pueden tener, que el Estado intenta solventar con políticas de becas, que solo solucionan una parte del problema, o con puro voluntarismo. La meritocracia ignora, por ejemplo, la importancia vital del capital cultural, del capital económico y del capital social que se heredan de los progenitores, que marcan claras diferencias entre dos personas desde su nacimiento, y que son fruto del azar, como otras "loterías" como la genética, el lugar de nacimiento, etc., que escapan al control humano y que tienen claras consecuencias en las vidas de las personas.
Una de estas "loterías" es la familiar. Cómo sea la familia en la que uno nace puede determinar y condicionar el futuro de la persona. Una familia suele utilizar los recursos que tiene a su disposición a favor de su nuevo miembro, ya sean el capital económico, el capital social, sus estudios, sus intereses, gustos o expectativas sobre el futuro de su retoño. También, una familia podrá estimular más o menos a sus hijos, o podrán gastar en tratamientos y terapias más o menos (o nada) en caso de que nazca con alguna enfermedad o discapacidad. Esta "lotería", la de la familia, marca mucho las expectativas escolares del futuro alumno/a, y marca desigualdades claras de partida, y de recorrido. Si los padres tienen suficientes recursos, pueden compensar que su hijo/a sea más o menos estudioso, tenga dificultades, o necesite más recursos para salir adelante. Si los padres hablan con un lenguaje complejo, tienen libros en casa, o la madre tiene estudios universitarios, el hijo/a tendrá más probabilidades de alcanzar la Universidad, que quién lo tiene todo en contra. Si en casa hay hábitos de estudio, disciplina, ayuda con los deberes, se pueden pagar clases de refuerzo de inglés, o de la asignatura que sea, o el niño/a puede irse de viaje de inmersión lingüística, tendrá más posibilidades de éxito que quién no puede, quién no tiene espacio para estudiar, le faltan recursos, etc. Si, a pesar de todo, dos alumnos/as salen adelante, uno con ayuda paterna y materna, y otra a base de becas y esfuerzo, nos encontraremos que con el mismo grado aprobado, uno tendrá más posibilidades de encontrar empleo que el otro gracias a los contactos familiares (capital social) o a la gente con la que se sentó en el Colegio o Instituto privado (capital social), o las oportunidades de poder pagarse un máster de los que dan acceso al empleo (capital económico), al nivel de idiomas que pudo obtener gracias a las estancias en el extranjero, o que pueda realizar prácticas no remuneradas en instituciones prestigiosas (como la ONU), etc. La "lotería" del apellido es determinante.
José María Aznar estudió en el Colegio Nuestra Señora del Pilar, centro privado-concertado de Madrid, dónde se sentó al lado de Juan Villalonga. Villalonga proviene de una familia de empresarios, vinculados a los ferrocarriles y a la banca. Estudió en el colegio antes mencionado, que ha acogido a una fracción no menor de élites políticas españolas vinculadas al PP y al PSOE, y, también, de las élites económicas. En dicho colegio, Villalonga fue el compañero de pupitre de Jose María Aznar, con el que trabó amistad. Estudió en la Universidad de Deusto (privada, dirigida por los Jesuitas), licenciándose en Derecho y Economía, y luego realizó un MBA en el IESE en Barcelona. Posteriormente, trabajó en los EEUU en JP Morgan, con Mckensey trabajó en Roma, y con Crédit Suisse y Bankers Trust España en Madrid, que lo nombraron por sus contactos políticos y empresariales en España (capital social). En 1996, coincidiendo con la llegada al poder de su amigo Aznar a la presidencia del gobierno, fue nombrado consejero delegado de Telefónica, todavía pública, y fue el artífice de la privatización de la empresa en 1999. También fue el responsable del fiasco de Terra, la llegada de las crisis de las punto.com a España, y otros desmanes en la empresa, que acabaron con su carrera en la misma, además de estar imputado en el caso SINTEL, o aparecer en los Paper Paradise por evasión fiscal. Villalonga fue sustituido por César Alierta, empresario que controla el Heraldo de Aragón, es socio mayoritario del R.C Zaragoza, ex senador del PP y ex diputado por la UCD. El principal mérito de Villalonga para alcanzar la presidencia de la empresa, todavía pública, era su amistad desde pequeños con Jose María Aznar. Un caso claro de uso del capital social. En el caso de Alierta es un ejemplo de nombramiento de alguien afín al PP. Igual que César Alierta y Juan Villalonga, tenemos otro ejemplo en Miguel Blesa, que conoció a José María Aznar tras sacarse las oposiciones de Inspectores de Hacienda y entablaron amistad. Posteriormente, dicha amistad le valió para entrar en el consejo de administración de Caja Madrid y de A3, entre otros (la lista es larga) y acabó imputado por corrupción y desplazado políticamente por Aguirre y su entorno. Otro ejemplo, pero desde la perspectiva política, fue cuando Aznar eligió a su sucesor, tras el rechazo de Rodrigo Rato, a Mariano Rajoy Brey con el sistema preferido por la derecha española, la designación "digital". Esta es la "meritocracia" que defiende Aznar, la de un grupo de privilegiados que se ayudan los unos a los otros, y utilizan sus redes de complicidades y amistades para medrar.
Muchas de las élites españolas, y sus conexiones con el poder político, recuerdan a los personajes de la novela de Zolà, La jauría humana, donde un grupo de ricos e inversores tienen dentro del Ayuntamiento de París a un amigo que les da la información, y modifica planos acorde con los intereses de sus amigos por una comisión, de dónde se tiene planeado realizar las grandes avenidas proyectadas por el Barón Haussman durante el II Imperio. Los protagonistas compran edificios enteros a precios de saldo que luego son expropiados por el Ayuntamiento por un valor mucho mayor. Como dice el propio Zolà; "detrás de una gran fortuna hay un gran crimen".
Mientras la élite en España se protege y se ayudan entre ellos, en la Comunidad de Madrid (seguido por otras CCAA de cariz conservador) van construyendo su modelo de sociedad "meritocrática". Esta sociedad basada en el ultraindividualismo, impuestos bajos para los ricos, "becas" (o paguitas) para los estudiantes ricos para que puedan estudiar en centros privados, desgravaciones en el IRPF por pagar uniformes y clases particulares, un sistema bilingüe y un modelo de admisión escolar de cuasimercado (distrito único) que ha disparado la segregación escolar. Las tasas de la Universidad se han disparado casi al nivel de la Privada, a la vez que las Universidades Privadas han crecido como setas en el oasis fiscal en el que vive la Comunidad de Madrid. Un oasis para aquellos que son privilegiados. Una Comunidad que si fuese un país de la UE sería la segunda más segregadora por clase social. Una sociedad donde "las peras están con las peras y las manzanas con las manzanas", dónde la desigualdad campa a sus anchas, la mercantilización de los bienes Públicos y del Estado del Bienestar avanza, y las grandes empresas logran crecer a la sombra del poder Público. En esta sociedad segregada, poco cohesionada socialmente, y oligárquica, es donde se siente cómodo el señor José María Aznar, donde su "meritocracia" funciona, dónde se le ha retirado la escalera a la mayor parte de la sociedad para que no pueda avanzar, y los que tienen que mandar sigan (naturalmente) mandando.
Ojalá la sociedad cumpla el vaticinio de Aznar y entierre la meritocracia como sistema de justificación de las desigualdades, como máscara del poder, como velo de los privilegios, y empecemos a debatir seriamente cuánta desigualdad estamos dispuestos a aceptar y tolerar como sociedad democrática, cómo debe de premiarse el mérito y cómo deben combatirse los males sociales que nos aquejan. Sin desacralizar la meritocracia y levantar el telón para observar los problemas sociales que esta oculta, seguiremos creyendo que aquellos que fracasan se lo merecen, por no haberse esforzado lo suficiente y haber tenido el tesón, la valentía y el "esfuerzo" que si ha tenido José María Aznar, Juan Villalonga, Miguel Blesa, y otros próceres de nuestra patria.
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